La superviviente de la mutilación genital que lucha para erradicar la ablación en Senegal: “Sentía una rabia extrema”
Cuando Woppa Diallo tenía 12 años, su tía la llevó a un pueblo del norte de Senegal para visitar a una amiga de la familia. Al entrar en casa, se topó con una niña que lloraba. Diallo fue conducida a una habitación en la que no había nada más que un frutero con cuchillas dentro.
“Cuando vi eso, supe que esta mujer no era una amiga. Ella me atrapó y me retuvo. Ya había cerrado la puerta”, recuerda.
Diallo luchó por escapar. La mujer pidió refuerzos, y otra mujer entró y se sentó sobre el estómago de Diallo para impedir que se moviera. Diallo no podía respirar y se desmayó. A continuación, Diallo fue sometida a mutilación genital femenina (MGF), que consiste en la extirpación parcial o total de los genitales externos femeninos.
“Fue una violación de mi intimidad y una tortura”, dice Diallo. “Los tres años siguientes fueron muy difíciles para mí. Sentía una rabia extrema hacia la gente”.
Diallo aprovechó su furia y la canalizó hacia una vida de activismo. A los 15 años fundó AMFE, L'Association pour le Maintien des Filles à l'Ecole (Asociación para Mantener a las Niñas en las Escuelas) en Matam, su ciudad natal en el noreste de Senegal. También es abogada especializada en derechos humanos.
El pasado mes de octubre, un cuento del que es coautora junto a su marido, Mame Bougouma Diene, basado en sus experiencias de violencia, ganó el Premio Caine de literatura africana. Son la primera pareja y los primeros senegaleses en obtener el premio desde la creación del galardón en el año 2000.
A Soul of Small Places (“Un alma de pequeños lugares”), publicado en 2022, es un relato sobre la llegada a la adultez que tiene como telón de fondo la cosmología africana, en la que coexisten espíritus y humanos. Diene, un humanitario y escritor franco-senegalés-estadounidense, trabajó junto a Diallo ayudándola a crear una versión ficticia de sí misma. Dice: “[La Woppa Diallo ficticia] se convierte en una fuerza motriz contra la opresión que sufren las niñas y las jóvenes, con consecuencias heroicas y devastadoras”.
Diene se inspiró para escribirla tras escuchar a Diallo —que aún no era su esposa— hablar de su trabajo en la lucha contra la violencia de género en Matam. Diallo contó cómo las familias retienen a sus hijas pequeñas en casa por miedo a que las violen. “Recuerdo que aquello me aterrorizó”, dice Diene. “Habló de las repercusiones para las víctimas, de la mentalidad de 'culpar a la víctima', de la falta de apoyo social, de cómo la geografía influye en la incidencia de la violencia de género. Eso me conmovió”.
Desigualdad
Según la ONU, en Senegal casi un tercio de las mujeres menores de 18 años están casadas o en pareja, y más de una de cada 10 (12,4%) mujeres de entre 15 y 49 años declararon haber sido objeto de algún tipo de violencia en los 12 meses anteriores por parte de alguna pareja, actual o anterior.
La mutilación genital femenina está muy extendida en Matam, donde la prevalencia de la práctica oscila entre el 60% y el 79% de las mujeres. Niñas de tan solo ocho años son obligadas a casarse y a quedarse en casa. Cuando una niña tiene la regla, pasa a ser considerada “impura” y se la aísla en un dormitorio hasta que termina de sangrar.
Diallo cuenta que muchas niñas no van a la escuela porque viven demasiado lejos de los colegios. En 2014, la región tenía la tasa de alfabetización de niñas más baja del país. “Estamos reservadas para casarnos y tener hijos”, dice.
Su activismo
El activismo de Diallo comenzó al inicio de un año escolar cuando, al regresar a la escuela, se dio cuenta de que muchas de las chicas de su clase estaban ausentes. Preguntó por qué y le dijeron que se habían casado y no tenían tiempo para ir a la escuela. Se dirigió al director y le preguntó si podía crear una organización con sus amigas para apoyar a las niñas. El director aceptó y le dio algunos consejos para empezar. Así nació AMFE.
Su primera tarea fue convencer al jefe de su aldea de proporcionar alojamiento escolar a las jóvenes para que pudieran permanecer allí durante la semana y regresar a casa el fin de semana.
Diallo empezó entonces a organizar actos, incluido uno en el que una mujer de éxito de la comunidad peul, a la que Diallo pertenece, habló a las niñas y a sus padres sobre carreras y oportunidades.
Más recientemente, ha organizado reuniones comunitarias para hablar de la MGF y desmontar mitos en torno a su relevancia religiosa y cultural. En Matam, mucha gente cree que el Corán dice que las niñas deben ser mutiladas. También creen que la mutilación genital se remonta a los orígenes de su cultura. Diallo investigó para desmentir esta idea y presentó los resultados de sus investigaciones al jefe de la aldea. Éste dictaminó que nadie debía practicar esta práctica dentro de los límites de la aldea.
Hoy AMFE está presente en 14 pueblos y cuenta con más de 250 miembros, la mayoría de ellos estudiantes de la escuela secundaria y universitarios. Diallo forma parte de la Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas, una red feminista que trabaja por la equidad de acceso a la educación.
Diallo cree que su organización de base es más poderosa a la hora de generar cambios en Matam que las grandes ONG, que se asemejan a “un retorno a la esclavitud”. Según ella, las intervenciones de la ONG son “como cuando los colonizadores venían a decirnos ‘Lo que hacéis está mal; estamos aquí para civilizaros’”.
“Mi organización forma parte de la comunidad. Todas somos sobrinas, nietas, hijas de alguien. La gente está obligada a escuchar”, añade.
Traducción de Julián Cnochaert.
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