Taponar el Mediterráneo Central no termina con las muertes de migrantes: es la ruta menos transitada pero la más mortífera
Las imágenes presentan una realidad turbia. Las cámaras de los buzos de la Guardia Costera muestran el fondo de las aguas próximas a Lampedusa. Aparece un pecio al fondo. Muy cerca se divisan varios cuerpos sin vida, según muestran varias fotografías de la institución. Son algunos de los náufragos de una pequeña embarcación que se quedó a pocas millas de llegar a la costa italiana.
Cuando ya habían sido avistados por la Guardia Costera italiana, que acudía a rescatarlos, se colocaron a un mismo lado del bote y cayeron al agua. Recuperaron 13 cadáveres, todos de mujer, entre ellas una embarazada y una niña de 12 años. Sucedió el pasado 7 de octubre, pero ahora los buzos han encontrado otros 12 cuerpos, como el de un niño abrazado a quien se piensa que podría ser su madre.
Este grupo había empleado el mismo método que la mayoría de los migrantes que intentan tocar las costas italianas en la actualidad. En lo que va de año han llegado a Italia 8.838 migrantes y de ellos 7.676 lo hicieron pisando tierra por sus propios medios, sin que nadie los rescatara. Son lo que se conoce como “desembarcos fantasmas” y actualmente representan un 87% del total.
Matteo Villa, experto en materia de migraciones del Instituto para los Estudios de Política Internacional (ISPI, por sus siglas en italiano), lleva tiempo haciendo la cuenta y estudiando el fenómeno. La mayoría de estas embarcaciones no sale de Libia, sino de Túnez. “No es que quien esté encerrado en los campos de internamiento en Libia se vaya a Túnez. Además, son muy pocos los subsaharianos que logran llegar hasta Túnez. Una buena parte de los que vienen de esta forma autónoma son tunecinos”, explica. De hecho, esta nacionalidad representa este año un 28% de quienes arribaron a Italia.
Según la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), en lo que va de 2019 han perdido la vida 1.077 personas en el Mediterráneo. De ellas, 692 lo hicieron en el Mediterráneo central. Esta ruta, que une el norte de África con Italia, ya no es la más transitada pero sí la más mortífera. Es decir, por mucho que se haya intentado impedir frenar la inmigración en origen desde Libia y acotar las labores de salvamento a las ONG, no se ha logrado acabar con las muertes. No obstante, según Villa “el trayecto desde Túnez es más seguro que el de Libia”.
Pese a la dificultad que comporta llegar hasta tierra, “las embarcaciones suelen ser de madera, de mejor calidad que las lanchas de goma que salen desde las playas libias”. Según los datos de Villa, el número de fallecidos en la ruta libia es de uno por cada 17 que se la juegan, mientras que en el caso tunecino no llega al 1%. “Desde Libia, los migrantes salen ser acompañados por un barco madre, que después los abandona a su suerte en estas lanchas, mientras que los de Túnez son más rápidos y tienen más garantías”, añade el experto.
La explicación, según él, por la que el fenómeno se ha desplazado en origen no se debe a que la política de puertos cerrados que practicó el ex ministro del Interior Matteo Salvini pudiera provocar un efecto disuasorio o por su enfrentamiento con las ONG. “La razón es que las milicias libias, con las que Italia ha llegado a acuerdos, están logrando controlar los centros de migrantes y los puertos, mientras que en Túnez han aprovechado una situación política convulsa para partir”, zanja.
Mientras tanto, el alcalde de Lampedusa, Salvatore Martello, lleva clamando desde hace tiempo que los desembarcos en la isla nunca se han frenado, sin que nadie le escuchase salvo que hubiera un naufragio o una polémica con una ONG. “Cuando Salvini hablaba de puertos cerrados estaba mintiendo, simplemente jugaba una guerra propagandística porque aquí los vemos llegar todos los días”, asegura Martello al teléfono.
Por eso ahora el nuevo Gobierno, ya sin Salvini, ha tratado de buscar un pacto en la Unión Europea para acabar con las polémicas provocadas por el anterior Ejecutivo. Italia firmó incluso un documento con Malta, Alemania y Francia para que los migrantes rescatados en el Mediterráneo desembarcaran en sus puertos a cambio de activar un mecanismo inmediato para su repatriación en otros países.
Sin embargo, incluir únicamente a los rescatados significa que sólo afectaría al 13%, pues el 87% llegan por sus propios medios. El acuerdo sería voluntario y no ha encontrado demasiados adeptos entre sus socios comunitarios, que deben ratificarlo. España, por ejemplo, rechaza participar en la reubicación posterior al rescate porque ve injusto que se aplique sólo a la ruta del Mediterráneo central.
“No tiene mucho sentido plantear en la UE un pacto para la reubicación sólo para los migrantes que llegan a Italia, cuando ni siquiera es la ruta con más tráfico en estos momentos. De España y Grecia, que reciben más migrantes, también deberían ser recolocados a otros países”, opina Villa. Agrega que Italia ha buscado el apoyo en los grandes países europeos -Francia y Alemania- “para poder defender que pueden modificar algo por la vía del diálogo, pero, si no lo consiguen, Salvini volverá a gritar que sólo si él levanta la voz se moverá algo en la UE”.
De momento, Salvini ya ha manifestado que “el Gobierno ha vendido las fronteras” y que “el número de desembarcos ha crecido un 25%” desde que él no está. “Merkel y Macron pueden estar contentos, pero no los italianos”. Es cierto que en septiembre y octubre ha habido un incremento de las llegadas, pero se partía de números tan bajos que cualquier aumento supone un alza exponencial en niveles porcentuales.
El barco 'Ocean Viking' de las ONG SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras ha atracado recientemente en Italia sin demasiados problemas. También la Guardia Costera italiana ha reactivado su comunicación con los medios, algo que en la última etapa de Salvini había desaparecido. Pero de momento no ha habido ninguna modificación legislativa y los acuerdos que se plantean a nivel europeo no se están aplicando.
El alcalde de Lampedusa sostiene que ahora al menos ellos también tienen comunicación con la Guardia Costera para coordinar las emergencias, mientras que con el anterior Ejecutivo no sucedía. Pero, al margen de estos cambios en las formas, la realidad no ha variado demasiado. Sólo en las dos últimas semanas han llegado más de 300 personas a la isla en barcazas de madera. “Es la misma cantidad de los que han desembarcado con las ONG en todo un año, pero en ese momento Lampedusa vive para todo el mundo una emergencia. Cuando la polémica se termina y siguen llegando los migrantes por otras vías, ya nadie se acuerda”, lamenta.