La decisión de los talibanes de prohibir a las mujeres trabajar en ONG humanitarias en Afganistán ha encendido las alarmas: grandes organizaciones internacionales se han visto forzadas a suspender su actividad en un país azotado por el hambre y la pobreza porque no pueden llegar a millones de personas sin su personal femenino. Exigen que la medida, un nuevo paso contra los derechos de las mujeres en el país, sea revocada de inmediato, o de lo contrario, alertan, puede costar vidas.
Las mujeres son claves en todos los ámbitos de la labor humanitaria en Afganistán debido, entre otras cosas, a que tienen acceso a poblaciones a las que sus compañeros hombres no llegan. Son maestras, expertas en nutrición, jefas de equipo, sanitarias, vacunadoras, enfermeras, médicas y responsables de organizaciones. Las ONG humanitarias prestan servicios vitales, como alimentos, agua, cobijo y atención sanitaria, y algunos programas, como la atención prenatal, postnatal e infantil, solo los llevan a cabo ellas.
“Salvan vidas. Su experiencia profesional es indispensable”, dice un comunicado firmado por varios responsables de agencias de la ONU y ONG. “Prohibir a las mujeres el trabajo humanitario tiene consecuencias inmediatas que ponen en peligro la vida de todos los afganos”, continua. Más de 28 millones de personas necesitan ayuda para sobrevivir mientras el país se enfrenta al riesgo de hambruna, el declive económico, la pobreza y un invierno difícil, según sus cifras.
Varias ONG anunciaron a principios de semana la suspensión sus actividades en Afganistán después de que el Ministerio de Economía talibán ordenara a todas las organizaciones, tanto nacionales como internacionales, suspender los contratos de trabajo de las trabajadoras humanitarias hasta nuevo aviso, alegando un supuesto incumplimiento de la vestimenta. El Organismo Coordinador de Agencias para la Ayuda Afgana (ACBAR), formado por un centenar de organizaciones afganas y 83 internacionales, ha dicho que muchos de sus miembros han detenido o reducido sus actividades.
Desde que los talibanes tomaron el poder en Afganistán en 2021, la labor de las trabajadoras humanitarias no ha sido sencilla, debido a que las autoridades han ido imponiendo diferentes medidas que limitaban su libertad de trabajo, recuerda en una conversación con elDiario.es Arantxa Oses, responsable de ayuda humanitaria de Save The Children, una de las organizaciones que ha suspendido sus programas.
Entre ellas, cita la exigencia de ir acompañadas con un hombre de su familia cuando hacían desplazamientos largos, o llevar “las vestimentas adecuadas”. A pesar de estas limitaciones, Oses recalca que las trabajadoras siempre han contado con “un compromiso muy fuerte con su trabajo y con lo que hacen”.
Oses explica que la actual medida reduce la capacidad operativa de su organización a la mitad, ya que la mayoría del personal son mujeres, lo que dificulta y limita el trabajo de la ONG y otras entidades en el país. De los 55.249 ciudadanos afganos que trabajan para ACBAR, el 28% son mujeres, muchas de las cuales brindan apoyo a mujeres y niñas.
Actualmente, las necesidades humanitarias en el país son inmensas. Según indica la responsable de Save The Children, más de seis millones de personas se encuentran en riesgo de hambruna “debido principalmente a la crisis económica derivada por las sanciones internacionales, el aumento de los precios por la guerra de Ucrania y los efectos de la sequía”.
Algunos programas en los que el tiempo es un factor crítico ya han tenido que interrumpirse temporalmente por falta de personal femenino, ha alertado Naciones Unidas, que subraya las limitaciones a las que se enfrenta ahora el sector humanitario: “Nos esforzaremos por continuar con las actividades vitales y urgentes, a menos que nos lo impidan, mientras evaluamos mejor el alcance, los parámetros y las consecuencias de esta directiva (...). Pero prevemos que muchas actividades tendrán que interrumpirse, ya que no podemos prestar asistencia humanitaria basada en principios sin mujeres cooperantes”.
“Tienen el corazón roto”
Muchas ONG son socias de la ONU y cuentan con mujeres en puestos directivos. Desde Kabul, Ashunta Charles, directora de la organización World Vision en Afganistán, explica a este medio que la nueva medida “ha supuesto un shock” para todo el mundo. “[Los talibanes] Dijeron que iban a tener una forma diferente de funcionar” distinta a la de “hace 20 años”, dice. “Había muchas expectativas de que habría cambios, y de que las mujeres iban ser vistas como las que contribuyen al desarrollo”, cuenta.
Por razones culturales, las entidades humanitarias no pueden llegar a mujeres “a nivel comunitario sin personal femenino dentro de la organización”, asegura, lo que hace que su presencia sea crucial.
Charles lleva trabajando como cooperante en el país desde hace nueve años, y cuenta que, como mujer, “es bastante difícil vivir” en Afganistán. Sin embargo, explica que la situación es “realmente dura en el país” y se quedará debido al compromiso con su trabajo.
La situación es muy estresante, señala la responsable de World Vision, sobre todo para las trabajadoras locales, quienes se sienten “frustradas por no saber qué va a pasar con su futuro”, ya que muchas de ellas son “el único soporte económico de la familia”. “Si pierden el trabajo, sus familias se quedarán sin nada. Tienen el corazón roto”, expresa.
Aunque la prohibición de las trabajadoras no afecta, a priori, a las agencias humanitarias de Naciones Unidas en Afganistán, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha denunciado que la medida atenta contra los derechos de las mujeres y las niñas: “Ningún país puede desarrollarse –de hecho, sobrevivir– social y económicamente con la mitad de su población excluida”.
Según advirtió, esta última directiva traerá “terribles consecuencias” tanto para las mujeres como para el pueblo afgano. “Prohibir a las mujeres trabajar en las ONG las privará a ellas y a sus familias de sus ingresos y de su derecho a contribuir positivamente al desarrollo de su país y al bienestar de sus conciudadanos”, indica.
“Los intentos de las autoridades de facto de relegarlas al silencio y la invisibilidad no tendrán éxito: solo perjudicarán a todos los afganos, agravarán su sufrimiento e impedirán el desarrollo del país. Tales políticas no pueden justificarse de ninguna manera”, dijo Türk.
Numerosos países han pedido el fin del veto y lo han rechazado contundentemente. La medida se suma a la prohibición del acceso a la enseñanza universitaria a las mujeres afganas, dictada por el Ministerio de Educación talibán la semana pasada, alegando también al incumplimiento del código de vestimenta, entre otras supuestas violaciones de la ley.
Una decisión “muy difícil”
La encargada de ayuda humanitaria de Save The Children asegura que la decisión de suspender las actividades de las ONG ha sido “muy difícil” de tomar, y que tendrá un impacto “muy amplio”: “Prácticamente nosotros le prestamos servicios de nutrición a niños y niñas de corta edad, cuya situación, si no son atendidos a tiempo, puede deteriorarse y pueden llegar a fallecer”.
Este jueves, durante una rueda de prensa conjunta con varias ONG, Adam Combs, director regional para Asia y América Latina del Consejo Noruego para los Refugiados, ha dicho que esta decisión no se trata “ni de una elección, ni de una decisión política”. “Simplemente no podemos hacer nuestro trabajo si no contamos con nuestro personal femenino, ya que las trabajadoras humanitarias tienen acceso a sitios donde los hombres no pueden llegar”, sostiene.
Según informan medios como The Guardian, mientras que las grandes organizaciones suspenden casi todo su trabajo, continúan las conversaciones para persuadir a los talibanes de rescindir o aclarar su decisión.
El jefe de ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, los jefes de las agencias y varios grupos de ayuda dicen en su declaración conjunta que la “participación de las mujeres en la entrega de ayuda no es negociable y debe continuar”, y piden a las autoridades que reconsideren y revoquen esta directiva.