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¿Hacia la ciudad 'black friday'?

Una forma de mirar la ciudad es a través de su actividad comercial. Así lo ha hecho Urban Discovery, el proyecto de BBVA Data & Analytics y Carto que ha analizado cinco años de gasto de tarjetas de crédito en Madrid, Barcelona y Ciudad de México y ha creado una interesante herramienta de visualización a través de mapas interactivos. La aplicación señala distintas zonas de cada localidad por sus principales características: centro (alta densidad comercial, turismo y ocio cultural), barrio acomodado (alta densidad comercial, atracción de clientes con alto poder adquisitivo y baja densidad de ocio cultural), barrio popular (baja densidad comercial y especial importancia del comercio de proximidad, con bajo ticket medio y poco gasto en fin de semana), centro de trabajo (con patrones temporales de consumo vinculados a oficinas e industria), nuevo desarrollo (alta densidad de zonas residenciales, baja actividad comercial y gasto concentrado en el fin de semana) y centro comercial (baja densidad comercial concentrada en grandes superficies).

Como explica en el blog del proyecto Juan Murillo, responsable de análisis urbanos de BBVA Data & Analytics, el resultado dice que la ciudad real no se parece a la ideal. En la modélica, los barrios son equilibrados y hay mezcla de usos, conviven los residenciales con los laborales, comerciales, culturales, turísticos y de ocio. No es así en verdad y en los mapas se ve que los distritos tienden a la especialización si no hay acciones que lo remedien. De momento, no parece que abunden pero si alguien se anima, esta herramienta puede ser útil.

Además de las tarjetas de crédito, fijarse en la actividad comercial puede servir para ver la evolución de las ciudades, su presente y hasta su futuro. Aunque este año han aparecido titulares que hablan del fin de la era de los malls y algunos militantes de la vida en el centro los han celebrado como una victoria de su equipo frente al del coche para todo, lo cierto es que a los centros comerciales todavía les queda aire en las afueras —“el parque de centros comerciales en España se incrementará con cerca de 150.000 m2 de superficie bruta alquilable”, dice esta noticia— y además se están metiendo de lleno en la ciudad. Lo muestra muy bien el mapeo de Urban Discovery, en el que se ve cómo las zonas urbanas centrales (y los barrios acomodados que las rondan) se han convertido ya casi en malls al aire libre con altas densidades de usos comerciales, turísticos y de ocio. Y se ve también en las recientes y próximas aperturas. 

En Madrid acaba de aterrizar Plaza Río 2, una nave espacial encallada en aquella orilla del Manzanares. Decathlon, que ya tiene tienditas urbanas llamadas City, está a punto de abrir tres locales de entre 1.700 y de 2.600 m2 en las calles Fuencarral, Princesa y Ortega y Gasset (ya inaugurado). Media Markt se ha posado en la Plaza del Carmen para proclamar que el entorno de la Gran Vía es ya definitivamente un centro comercial urbano. Leroy Merlín llega el año que viene (Madrid y Barcelona). Ikea también hace sus pinitos en Serrano. Las franquicias de Carrefour se han hecho con el territorio Malasaña.

Está pasando aquí, en Europa y en todos los continentes y es una pista para ver que las ciudades están cambiando porque las costumbres están cambiando porque los tiempos están cambiando. El asunto, más allá del presunto triunfo de los centros urbanos, tiene también muchísimo que ver con las compras online. En Estados Unidos, el comercio por internet ya representa el 17% de las ventas del negocio minorista y se prevé que para 2030 sea el 35%. En España vamos más despacio pero se apuesta a que para 2019 ya estaremos en el 12%. De momento, y según Nielsen, compramos por la red mucha moda, tecnología y cultura y menos productos frescos, aunque eso también va a cambiar.

Grandes tiendas como escaparate para la venta online

Lo que está pasando es algo que suena raro pero es que la modernidad sólo puede ser paradójica: las grandes cadenas del retail están abriendo enormes tiendas en las ciudades para atraer a quienes hoy entienden que ir de compras es una forma de ocio y para aumentar también su cuota de ventas online. Son los dinosaurios que se renuevan y se modernizan para plantar cara a otros gigantes casi recién nacidos como Amazon, Alibaba, Zalando, Asos, Privalia… Una pelea de godzillas que, como anticipaban las películas japonesas, tiene lugar entre calles y edificios y, también como en esos filmes, provoca procesos de renovación urbana un poco brutos.

El pequeño comercio, que lleva años resistiendo como puede la presión de las cadenas y la liberalización de horarios, ve ahora cómo se le vienen encima Amazon y compañía, con una variedad y fondo de stock, unos precios y una capacidad logística contra la que sólo pueden competir esos otros gigantes que se están metiendo en los enormes locales que dejan vacantes los cines. Sí, las grandes tiendas físicas serán cada vez más escaparates del comercio online en un ejercicio de presencia constante ante los ojos y la cartera del consumidor que deja fuera de juego a las pequeñas. Aunque es verdad que la mismísima Amazon ha ido haciendo acuerdos de colaboración con algunas, es probable que su implantación en las calles sea con todo su poderío, bien a través de experimentos aún en pruebas como las tiendas en las que no hay ni que sacar la tarjeta bien a través de adquisiciones como la de Whole Foods. De todos modos, habrá que prestar mucha atención a cómo evoluciona su negocio de supermercado y sus alianzas al respecto.

Mientras tanto, Alibaba está moviendo ficha en China, miles de fichas que serán pronto millones si le sale bien la cosa. Además de haber invertido 2.500 millones de euros en Sun Art, una cadena de supermercados de allí, se está asociando a través de su marca Tmall.com con pequeños comercios familiares de todo el país para ofrecerles una renovación tanto de aspecto como de herramientas tecnológicas. Las tienditas no sólo cambian su cara y ganan orden, también reciben ayuda para gestionar su inventario y ofrecen a sus consumidores toda la inmensa oferta de Tmall.com. La empresa, por su parte, consigue miles de puntos de almacenaje y distribución y añade nuevos servicios (comida cocinada, por ejemplo). Antes de fin de año serán 10.000 las tiendas pero los responsables del grupo fundado por Jack Ma hablan de la posibilidad de alcanzar a seis millones de comercios de conveniencia del país. No es un farol, allí se las gastan así: su competencia, JD, anda enfrascada en un plan para abrir un millón de tiendas propias en cinco años. En ambos casos, parece una forma de acaparar cuota de mercado en el presente y prepararse para un futuro con otras formas de consumo. A ver qué pasa mañana por ahí.

Por aquí, lo que pasará ya se puede ver, al menos en los centros de las ciudades. En Madrid y en Barcelona, como demuestran los datos de Urban Economy y un paseo un poco observador, son barrios llenos de bares y restaurantes y de tiendas cada vez más grandes (y de cadenas más grandes) para el disfrute de turistas de fuera y de dentro. Pero, ¿cómo puede afectar el avance del comercio electrónico a otras zonas de menos aluvión? ¿Qué pasará en las ciudades cuando se vayan borrando las pequeña tiendas? ¿Cómo será la vida en la calle cuando casi todo lo compremos online? Creo que nos va a quedar más remedio que verlo.

Una forma de mirar la ciudad es a través de su actividad comercial. Así lo ha hecho Urban Discovery, el proyecto de BBVA Data & Analytics y Carto que ha analizado cinco años de gasto de tarjetas de crédito en Madrid, Barcelona y Ciudad de México y ha creado una interesante herramienta de visualización a través de mapas interactivos. La aplicación señala distintas zonas de cada localidad por sus principales características: centro (alta densidad comercial, turismo y ocio cultural), barrio acomodado (alta densidad comercial, atracción de clientes con alto poder adquisitivo y baja densidad de ocio cultural), barrio popular (baja densidad comercial y especial importancia del comercio de proximidad, con bajo ticket medio y poco gasto en fin de semana), centro de trabajo (con patrones temporales de consumo vinculados a oficinas e industria), nuevo desarrollo (alta densidad de zonas residenciales, baja actividad comercial y gasto concentrado en el fin de semana) y centro comercial (baja densidad comercial concentrada en grandes superficies).

Como explica en el blog del proyecto Juan Murillo, responsable de análisis urbanos de BBVA Data & Analytics, el resultado dice que la ciudad real no se parece a la ideal. En la modélica, los barrios son equilibrados y hay mezcla de usos, conviven los residenciales con los laborales, comerciales, culturales, turísticos y de ocio. No es así en verdad y en los mapas se ve que los distritos tienden a la especialización si no hay acciones que lo remedien. De momento, no parece que abunden pero si alguien se anima, esta herramienta puede ser útil.