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Sobre este blog

Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

El derecho a la ciudad (también) es cosa de niños

Derecho a jugar: una propuesta para transformar la ciudad desde la infancia

Pedro Bravo

Si hay un argumento que puede transitar sin mucho daño la pelea partidista que bloquea tantas veces las transformaciones urbanas es la infancia. Los niños ganaron a los coches en Holanda, por ejemplo, cuando en los 70 se manifestaron junto a sus padres para pedir calles más seguras y cambiaron así la movilidad de las urbes del país. Los niños también recuperaron hace poco más de una década el cierre al tráfico los domingos en la calle Fuencarral, en Madrid, protestando con dibujos y pancartas después de que Gallardón amagase con incumplir su promesa de devolver ese espacio semanal a las personas tras la reforma de la vía. Los niños son vecinos a los que negamos, con la forma en que hacemos y entendemos la ciudad, el derecho a vivirla y a jugarla libres, independientes y seguros. Y, sin embargo, una ciudad disfrutable para los niños es una ciudad buena para todos.

Derecho a jugar es una iniciativa ciudadana que se propone que así sea Madrid, una propuesta que se ha presentado en Decide.Madrid.es hace menos de una semana y que ya lleva unos mil apoyos. “El juego colectivo y libre —se dice en la página— es esencial para el desarrollo de tu hijo. Los niños y niñas de hoy juegan al aire libre apenas la mitad del tiempo que lo hacían sus padres cuando tenían su edad”. La propuesta, por eso, pide mejores parques infantiles, más creativos, inclusivos, accesibles y sostenibles, áreas para juegos bajo techo y también dedicadas a crianza, y caminos escolares seguros y reformas urbanísticas que comprendan que el espacio público bien diseñado es una herramienta de cohesión también entre generaciones.

“La ciudad que proponemos es un lugar estimulante, accesible, seguro y sano; un lugar mejor para jugar y por lo tanto, un lugar más amigable donde vivir”. Son palabras de David Jiménez, uno los que participan en esta iniciativa, parte de un grupo abierto de familias, profesionales de la educación, expertos en diseño, arquitectura y urbanismo, artistas y, en general, gente “interesada en promover el derecho a jugar y transformar la ciudad para que sea más amigable con la infancia”. Vecinos que han dado forma a una de las propuestas mejor articuladas que han pasado por la plataforma de democracia participativa del Ayuntamiento. Necesitan 28.000 apoyos para que sea llevada a votación popular y por eso han pensado también en la comunicación: juegan con el hashtag #Derechoajugar y memes, vídeos e infografías para contar y viralizar la iniciativa. Lo dicho, muy bien trabajada.

Como dice Tonucci...

Y, efectivamente, completamente transversal y sin colores (o con todos los colores): “Creemos que cualquier persona que lea la propuesta podrá ver que no tiene ningún tipo de interés partidista y que simplemente propone una serie de mejoras para la infancia de la ciudad que las familias llevan tiempo reclamando”. Los promotores citan una encuesta en la que los espacios dedicados a los niños de Madrid recibieron un 4,9 sobre 10 para mostrar la necesidad común de una transformación tan ambiciosa y tan necesaria como ésta. Y más en un momento en que la cosa de la atención y el cuidado de la infancia tiende a una protección excesiva. Lo explica el mismo David: “En general, se contempla la seguridad en los espacios de juego como lugares de riesgo cero. Sin embargo, la infancia necesita riesgos asumibles que supongan retos que les permita experimentar, aprender y crecer saludablemente. Contemplamos a la infancia como lo que es, ciudadanía joven”.

Palabras sabias y que saben a Francesco Tonucci, dibujante y pedagogo que es el más influyente pensador e impulsor para actuaciones como las que recoge esta iniciativa. Acabo con una cita de su libro La ciudad los niños: “Para la ciudad, puede considerarse al niño como un sensible indicador ambiental: si en la ciudad se encuentran niños que juegan, que pasean por sí solos, significa que la ciudad está sana; si en la ciudad no se encuentran niños significa que está enferma”.

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Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.

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