Me dedico al periodismo, la comunicación y a escribir libros como “Exceso de equipaje” (Debate, 2018), ensayo sobre el turismo que se desborda; “Biciosos” (Debate, 2014), sobre bicis y ciudades; y “La opción B” (Temás de Hoy 2012), novela... Aquí hablo sobre asuntos urbanos.
¿Tiene algo que ver el diseño de las ciudades con los asesinatos de París?
Lo que pasó la semana pasada en París aún nos tiene conmovidos a casi todos, no sólo por lo que fue sino por lo que puede llegar a ser. A algunos, además, nos tiene asombrados también el ejercicio de hipocresía de los líderes mundiales en la manifestación del domingo, pero eso mejor lo dejo para los comentarios de esa gigantesca barra de bar en que se ha convertido el mundo gracias a las redes sociales. De hecho, me da un poco de pudor hablar de este tema que, como cualquier otro de los de actualidad rabiosa, tiene a cada cual convencido de saber las causas, los efectos, los responsables y las soluciones. Pero es que justo me ha pillado la barbaridad recién acabado un libro que ya he mencionado aquí, Ciudad de llegada (Debate, 2014), y que habla de la importancia de los asentamientos urbanos de los inmigrantes. Y también de sus problemas.
Y explica el autor, Doug Saunders, cómo el diseño de esas ciudades de llegada puede generar conflictos y promover comportamientos radicales que, a diferencia de lo que comúnmente pensamos, no necesariamente vienen de los lugares de partida. Y lo explica poniendo ejemplos de Berlín, Amsterdam y, por supuesto, París. Y yo, simplemente, transcribo algunos párrafos por si ayudan a alguien a tener una visión un poco más enfocada de todo esto. Y aclaro que no esconde esta entrada ni justificaciones ni complejos ni nada por el estilo, sólo un punto de vista que creo que merece la pena conocer.
Y, en otro capítulo posterior, de visita en el tiempo y el espacio al barrio de Slotervaart, en Amsterdam, junto con el inmigrante marroquí Mohamed Mallaouch, Saunders analiza la creación del clima que dio a lugar al florecimiento del islamismo radical que acabó constando la muerte del director de cine Theo Van Gogh a manos, cuchillo y balas de Mohamed Bouyeri, vecino de dicho lugar, y que también acabó por transformar no sólo el diseño de ese barrio, sino a toda la sociedad holandesa.
Lo que pasó la semana pasada en París aún nos tiene conmovidos a casi todos, no sólo por lo que fue sino por lo que puede llegar a ser. A algunos, además, nos tiene asombrados también el ejercicio de hipocresía de los líderes mundiales en la manifestación del domingo, pero eso mejor lo dejo para los comentarios de esa gigantesca barra de bar en que se ha convertido el mundo gracias a las redes sociales. De hecho, me da un poco de pudor hablar de este tema que, como cualquier otro de los de actualidad rabiosa, tiene a cada cual convencido de saber las causas, los efectos, los responsables y las soluciones. Pero es que justo me ha pillado la barbaridad recién acabado un libro que ya he mencionado aquí, Ciudad de llegada (Debate, 2014), y que habla de la importancia de los asentamientos urbanos de los inmigrantes. Y también de sus problemas.
Y explica el autor, Doug Saunders, cómo el diseño de esas ciudades de llegada puede generar conflictos y promover comportamientos radicales que, a diferencia de lo que comúnmente pensamos, no necesariamente vienen de los lugares de partida. Y lo explica poniendo ejemplos de Berlín, Amsterdam y, por supuesto, París. Y yo, simplemente, transcribo algunos párrafos por si ayudan a alguien a tener una visión un poco más enfocada de todo esto. Y aclaro que no esconde esta entrada ni justificaciones ni complejos ni nada por el estilo, sólo un punto de vista que creo que merece la pena conocer.