¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
Con el agua al cuello
Benita lidera un grupo de personas que se dedican al reciclaje: recogen la basura en Asunción, la capital de Paraguay, y la separan para obtener sus tesoros ocultos. Firme, luchadora, fuertemente enraizada en su comunidad, cercana y sensible con el visitante, es una de las personas que me han impresionado en mi reciente visita a Paraguay.
En su misma organización, otra mujer, Ana María, impulsa junto a otras compañeras la resistencia de los habitantes de Los Bañados. Son los rostros de un relato contra la desigualdad pero también de dignidad, fuerza y esperanza. Ana María dirige una asociación comunitaria con importante trabajo político y social. Pero también es vecina, amiga, madre, y estudiante sin que su edad ni origen social se lo impidan. Es un ejemplo de autoridad moral y actitud vital. No deja de creer en las oportunidades que la educación formal le debería brindar a cualquiera, y se esfuerza para aprovecharlas.
Son figuras que destacan en un entorno hostil. Los Bañados son unas zonas de Asunción habitadas por población vulnerable que sucumbe regularmente a las crecidas del río. Sus reivindicaciones se centran en su derecho a la ciudad, al territorio a quedarse a vivir en sus comunidades en condiciones dignas.
En Paraguay llueve a menudo de una forma violenta, una lluvia rabiosa que arrastra personas, animales y casas. Aunque al principio uno pueda pensar en la canción de Raimon ‘al meu país la pluja no sap ploure’, sin embargo no es que la lluvia no sepa llover sino que las consecuencias de la lluvia son la expresión física de la desigualdad. Paraguay es uno de los países más desiguales de Latinoamérica, especialmente en todo lo que tiene que ver con la distribución de la tierra.
El camino que sigue la lluvia es la batalla de los de arriba frente a los de abajo, “la gente del bajo” como allá les llaman. En algunas zonas de Asunción, personas de altos ingresos viven al lado de los más pobres pero en terrenos más elevados que éstos, lo que hace que la inundación les afecte poco mientras arrasa a los que viven calle abajo, en terrenos ganados al río con un esfuerzo digno y sostenido durante décadas.
Los Bañados están habitados por personas de origen rural, venidas del interior del país que se han ido instalando allí durante años. Huyen de un campo cuyo modelo agroexportador (de soja, trigo, ganadería) los presiona para que vendan sus pequeñas tierras, contamina sus cultivos, permite que la mecanización destruya ampliamente y sin alternativas los puestos de trabajo agrícola, y así finalmente los expulsa de sus comunidades. Cada vez que hay fuertes lluvias e inundaciones la mayoría de la población de Los Bañados se ve obligada a buscar refugios improvisados, informales y infrahumanos, por la ciudad de Asunción.
Ahora, además, las autoridades gubernamentales están impulsando un proyecto para construir una carretera que pasa por el terreno de Los Bañados y sobre el que no se les consultó previamente. Esto supondría desplazar a las personas lejos de sus comunidades y sus medios de vida. Los habitantes no se oponen al proyecto pero sí a que se les imponga unilateralmente. Por ello, también proponen el diálogo y soluciones técnicas fiables, como la construcción de una defensa costera para evitar las inundaciones recurrentes de esas tierras y la reubicación de las familias afectadas en el entorno cercano.
Para ello, crearon asociaciones como la liderada por Ana María, que además de una fuerza y sencillez extraordinarias, contagia energía con su discurso. Habla de derechos y de propuestas bien diseñadas que intenta que las autoridades escuchen y hagan suyas.
En medio de su comunidad Ana María nos recibió con el resto de personas que lideran la organización. Todas viven en los Bañados, y buscan sus ingresos entre el reciclaje de residuos, el pequeño comercio informal o los servicios domésticos. Sentados bajo su pequeña carpa de la resistencia nos contaron –entre ruido de chanchos, camiones de obras y motocarros de recicladores– cómo se organizan para ampliar el alcance de sus reivindicaciones. Y mientras se acercaban los hijos de algunas, saludaban a todos los vecinos que pasaban y nos ofrecían comida, nunca perdían la sonrisa, ese valor que no han conseguido arrebatarles.
La luchas de Los Bañados ha recibido el apoyo explícito de personalidades de talla mundial como Adolfo Pérez Esquivel y el Papa Francisco que visitaron esas comunidades para servir de altavoz a sus reivindicaciones.
Es un honor y un compromiso Oxfam seguirá trabajando junto a estas mujeres, hombres y niños para evitar que los atropellos a sus comunidades se vean silenciados y por influir en que la desigualdad disminuya en su país para que “la gente del bajo” deje de ser la que siempre sufre.
Benita lidera un grupo de personas que se dedican al reciclaje: recogen la basura en Asunción, la capital de Paraguay, y la separan para obtener sus tesoros ocultos. Firme, luchadora, fuertemente enraizada en su comunidad, cercana y sensible con el visitante, es una de las personas que me han impresionado en mi reciente visita a Paraguay.
En su misma organización, otra mujer, Ana María, impulsa junto a otras compañeras la resistencia de los habitantes de Los Bañados. Son los rostros de un relato contra la desigualdad pero también de dignidad, fuerza y esperanza. Ana María dirige una asociación comunitaria con importante trabajo político y social. Pero también es vecina, amiga, madre, y estudiante sin que su edad ni origen social se lo impidan. Es un ejemplo de autoridad moral y actitud vital. No deja de creer en las oportunidades que la educación formal le debería brindar a cualquiera, y se esfuerza para aprovecharlas.