¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
¿Qué es esto de la “economía social”?
Para muchas personas la “economía social” sigue siendo una gran desconocida, aunque posiblemente, lo es también la economía. Si acudimos al diccionario en busca de una definición, nos encontramos con qué “la economía es la ciencia social que se ocupa de la satisfacción de las necesidades humanas a partir de recursos escasos”. Y lo cierto es que, de entrada, suele sorprendernos este carácter “social” de la economía. Tendemos a considerarla como una ciencia exacta o formal, más cercana a las matemáticas por contener tantos números y ecuaciones, que a otras ciencias sociales como la historia o la antropología. También nos sorprende que su objeto sea la satisfacción de las necesidades… A simple vista, poco o muy poco tiene que ver este objetivo con las informaciones que aparecen en la prensa económica. Está igualmente alejado de otro término, con el que habitualmente se confunde, y que poco o nada tiene que ver con ella: la crematística, el arte de hacerse rico.
Si, como hemos visto, la economía es una ciencia social, parece entonces una redundancia hablar de “economía social”. Pero como ocurre en muchas ocasiones, los términos, los conceptos, se desvirtúan, cambian de contenido. Eso es lo que ha ocurrido en este caso y por ello, para diferenciarla de otros objetivos o funcionalidades, se considera “economía social” o “solidaria” a las actividades económicas de iniciativa privada que pretenden beneficiar, no solo a las personas que las ponen en marcha, sino a toda la sociedad.
La economía social es anterior al propio movimiento obrero. En la actualidad, como en todo periodo de crisis, está recuperando su presencia como herramienta de trabajo colectivo y como alternativa de consumo frente a las grandes empresas.
Se consideran empresas de economía social las creadas y gestionadas por los trabajadores (principio de “autogestión”) así como las empresas recuperadas por las plantillas de trabajadores, retomadas por éstos tras procesos de quiebra para mantener sus puestos de trabajo. España es el país de Europa donde se “recuperan” más empresas, aproximadamente 75 cada año. Así mismo, están surgiendo también multitud de cooperativas de consumo y producción, que ofrecen energía eléctrica (Som Energía), conexión a internet (Eticom), banca ética (Coop57), etc.
La forma esencial de la economía solidaria es la cooperativa, que funciona en base a los principios y valores de la economía social: autogestión; apoyo mutuo (apoyo entre iguales); autonomía (independencia de otras empresas o del Estado); equidad (equilibrio entre los ingresos más altos y los más bajos de una empresa); democracia (cada persona tiene un voto, independientemente del capital aportado, al contrario de lo que sucede en una empresa capitalista); solidaridad económica y compromiso con la sociedad y el medio ambiente.
Existen diferentes tipos de cooperativas. Así, se puede hablar de cooperativas de trabajo, en las que varias personas se unen para trabajar juntas (como una empresa “recuperada” por trabajadores); de servicios, constituidas por varias empresas y/o autónomos agrupados para prestar servicios juntos (como las cooperativas agrarias) o de consumo, consumidores unidos para comprar más barato (como una tienda cooperativa de productos ecológicos). Además, están surgiendo las cooperativas integrales, cuyo objetivo es crear una red de economía solidaria que permita producir, comprar, trabajar y ahorrar fuera del modelo capitalista. Las más desarrolladas son la Cooperativa Integral Catalana y el Mercado Social de Madrid.
Se consideran también economía social las sociedades laborales; las fundaciones y asociaciones que llevan a cabo actividades económicas y algunas actividades de autónomos. Lo esencial es que, en todo caso, el funcionamiento interno de estas entidades esté sustentado por valores sociales.
En la actualidad, en España hay 22.000 cooperativas, y se estima que entre 2008 y 2014, en plena crisis, se han creado 190.000 puestos de trabajo en la economía social. Por lo tanto, no es de extrañar que escuchemos cada vez con más frecuencia el término de “economía social” que brevemente hemos pretendido clarificar en este artículo.
Para muchas personas la “economía social” sigue siendo una gran desconocida, aunque posiblemente, lo es también la economía. Si acudimos al diccionario en busca de una definición, nos encontramos con qué “la economía es la ciencia social que se ocupa de la satisfacción de las necesidades humanas a partir de recursos escasos”. Y lo cierto es que, de entrada, suele sorprendernos este carácter “social” de la economía. Tendemos a considerarla como una ciencia exacta o formal, más cercana a las matemáticas por contener tantos números y ecuaciones, que a otras ciencias sociales como la historia o la antropología. También nos sorprende que su objeto sea la satisfacción de las necesidades… A simple vista, poco o muy poco tiene que ver este objetivo con las informaciones que aparecen en la prensa económica. Está igualmente alejado de otro término, con el que habitualmente se confunde, y que poco o nada tiene que ver con ella: la crematística, el arte de hacerse rico.
Si, como hemos visto, la economía es una ciencia social, parece entonces una redundancia hablar de “economía social”. Pero como ocurre en muchas ocasiones, los términos, los conceptos, se desvirtúan, cambian de contenido. Eso es lo que ha ocurrido en este caso y por ello, para diferenciarla de otros objetivos o funcionalidades, se considera “economía social” o “solidaria” a las actividades económicas de iniciativa privada que pretenden beneficiar, no solo a las personas que las ponen en marcha, sino a toda la sociedad.