¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
“Prefiero ser guapa”
“Yo no quiero ser lista, quiero ser guapa”. Esto me respondió una niña de 6 años cuando le dije que era muy lista. Me caí del guindo. Entendí cómo nos pasamos la vida diciéndoles a las niñas, desde que nacen, lo guapas que son. A los niños, lo fuertes que están. De manera que esta niña en concreto no se tomó a bien que la llamaran lista. “Prefiero ser guapa”.
Familias, docentes, adultos en todas partes educan, educamos, y lo que hacemos en muchos casos es reproducir los estereotipos de género que nos dicen, por ejemplo, que las niñas no son tan buenas en matemáticas y sí en lengua. Estereotipos que llevan a muchos niños a ser carne de fracaso y abandono escolar temprano porque los valores que les enseñamos no encajan con lo que el sistema educativo pretende de ellos.
El estudio El ABC de la igualdad de género en educación presentado hace un par de meses por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), abundaba en esto de que las niñas son peores en ciencias y matemáticas. La organización muestra su preocupación por el hecho de que haya cada vez menos interés por las carreras científico-técnicas por parte de la juventud. Mucho peso lo tiene el que solo haya un 25% de alumnas en ellas.
Con nuestra forma de decirle a la niñas lo guapas que son, ponemos un grano más en la montaña que es la socialización, y que consigue que las chicas tengan prejuicios hacia este área del conocimiento, así como inseguridad y poca autoestima a la hora de enfrentarse a según qué problemas matemáticos.
Un estudio de Milagros Sáinz, investigadora en la Universitat Oberta de Catalunya, hacía hincapié en el papel de los docentes en la transmisión de estos estereotipos. Habla de la mayor atención dedicada a los chicos, por ejemplo, o al hecho de que profesoras y profesores estén tan cargados de prejuicios como el resto de la población.
Aunque el sistema educativo no tiene el poder para afrontar a solas este cambio, sí es una de las piezas importantes para conseguir una igualdad de acceso de las niñas y jóvenes a ciertas áreas del conocimiento. No solo ganarían ellas, ganaría toda la sociedad si pudiera contar con el conocimiento, la habilidad, la creatividad y la forma de pensar y trabajar de ellas.
“Yo no quiero ser lista, quiero ser guapa”. Esto me respondió una niña de 6 años cuando le dije que era muy lista. Me caí del guindo. Entendí cómo nos pasamos la vida diciéndoles a las niñas, desde que nacen, lo guapas que son. A los niños, lo fuertes que están. De manera que esta niña en concreto no se tomó a bien que la llamaran lista. “Prefiero ser guapa”.
Familias, docentes, adultos en todas partes educan, educamos, y lo que hacemos en muchos casos es reproducir los estereotipos de género que nos dicen, por ejemplo, que las niñas no son tan buenas en matemáticas y sí en lengua. Estereotipos que llevan a muchos niños a ser carne de fracaso y abandono escolar temprano porque los valores que les enseñamos no encajan con lo que el sistema educativo pretende de ellos.