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Política de cuidado: cuatro medidas urgentes

Encina Villanueva, @_Waslala_, miembro del grupo de Género de la Coordinadora de ONGDE

En los años setenta, el movimiento feminista empezó a denunciar la invisibilidad del “trabajo doméstico” realizado por las mujeres. Tareas fundamentales para la reproducción humana que ni se veían, ni se valoraban, ni se repartían. Unas décadas después se acuñó la denominación “trabajo de cuidados”, que amplía el concepto para poner en valor, además de las tareas, los afectos que están en juego, así como la vulnerabilidad y dependencia de nuestros cuerpos. Por supuesto, se siguió denunciando la falta de corresponsabilidad del resto de la sociedad en ello.

En los últimos tiempos, se ha difundido el concepto de “sostenibilidad de la vida”, que se refiere a una vida que no sea solamente posible sino digna. Y ya no se plantea solo que se vea, valore y reparta su cuidado sino que la lógica de la sostenibilidad se imponga a la de la productividad o el crecimiento ilimitado.

¿No es un asunto político de primer orden la organización de una sociedad para garantizar la subsistencia de las personas? ¿No hay una responsabilidad en los gobiernos y parlamentos en cómo estructurar tiempos y trabajos para garantizar los cuidados que hacen la vida posible? ¿Y para lograr que esto no dependa de la capacidad adquisitiva de cada persona, evitando que el cuidado se convierta en un privilegio y no en un derecho? ¿No es fundamental abordar desde la política la sostenibilidad de la vida?

La economía feminista lleva años haciendo propuestas: parte de la necesidad de que todos los actores implicados asuman su responsabilidad. Hombres y mujeres han de repartirse el trabajo de cuidados equitativamente al interior de los hogares. El Estado y las Administraciones Públicas tienen que generar políticas que lo garanticen (recursos, espacios, condiciones laborales…). Empresas y otros espacios de trabajo han de asumir su parte, puesto que necesitan y se benefician de que haya personas disponibles, sanas, cuidadas en definitiva. Finalmente, como grupos humanos que convivimos en viviendas, asociaciones, iglesias… tenemos también responsabilidad así como un enorme potencial de apoyo mutuo para facilitar que el cuidado de la vida esté repartido y garantizado.

Ante esta necesidad colectiva y a la responsabilidad específica del Estado en ella, numerosas organizaciones implicadas en poletika.org pedimos a los partidos “una organización social de los cuidados justa y corresponsable”. Hay cuatro líneas que nos parecen prioritarias en este momento para la igualdad de género:

  • Es urgente que se aplique de la Ley 39/2006 para garantizar la cobertura universal y de calidad de la atención a las personas en situación de dependencia.
  • Necesitamos una ley que calendarice la ampliación del permiso de paternidad hasta las 16 semanas, como el de maternidad, intransferible y pagado al 100% por la seguridad social.
  • Hay que abordar eficazmente la racionalización y flexibilización de los horarios de trabajo
  • y España tiene que ratificar de una vez el convenio 189 de la OIT para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar en nuestro país.

La campaña electoral es un momento importante para reflexionar sobre nuestra vida cotidiana. Y nos daremos cuenta de que el cuidado de las personas está precarizado, en crisis como tantas otras cuestiones, y atenderlo en condiciones debería de ser una de nuestras principales prioridades y urgencias como sociedad. Hay cosas que posiblemente puedan esperar. Pero la vida no es una de ellas.

En los años setenta, el movimiento feminista empezó a denunciar la invisibilidad del “trabajo doméstico” realizado por las mujeres. Tareas fundamentales para la reproducción humana que ni se veían, ni se valoraban, ni se repartían. Unas décadas después se acuñó la denominación “trabajo de cuidados”, que amplía el concepto para poner en valor, además de las tareas, los afectos que están en juego, así como la vulnerabilidad y dependencia de nuestros cuerpos. Por supuesto, se siguió denunciando la falta de corresponsabilidad del resto de la sociedad en ello.

En los últimos tiempos, se ha difundido el concepto de “sostenibilidad de la vida”, que se refiere a una vida que no sea solamente posible sino digna. Y ya no se plantea solo que se vea, valore y reparta su cuidado sino que la lógica de la sostenibilidad se imponga a la de la productividad o el crecimiento ilimitado.