¿Ricos más ricos y pobres más pobres? Nuestra sociedad está llena de brechas que incrementan las diferencias entre unos y otros. (Des)igualdad es un canal de información sobre la desigualdad. Un espacio colectivo de reflexión, análisis y testimonio directo sobre sus causas, soluciones y cómo se manifiesta en la vida de las personas. Escriben Teresa Cavero y Jaime Atienza, entre otros.
Reasentamiento para una vida digna
Ginebra acoge este 30 de marzo una Conferencia que para la mayoría pasará inadvertida. Una entre tantas. Detrás de esta cumbre hay millones de personas. Es la Conferencia de reasentamiento para los refugiados sirios.
Por primera vez Naciones Unidas convoca una Cumbre dedicada a presionar a los gobiernos desarrollados para que se comprometan a acoger a un mayor número de refugiados sirios. El fin último es que entre todos puedan asegurar que el 10% de los refugiados más vulnerables, entre los que se encuentran enfermos, ancianos, madres y menores, sean acogidos por terceros países que les puedan dar una asistencia digna y segura.
Los países ricos deben hacer esto, en primer lugar, para tender un salvavidas a algunas de las personas refugiadas en situación más crítica que en estos momentos luchan por sobrevivir, se hacinan en campamentos y cuyos medios de vida están fuertemente limitados. Con esta medida, también ayudarán a las comunidades pobres de los países vecinos que acogen a estos refugiados. En segundo lugar, proporcionarán apoyo a los países vecinos al conflicto, que hacen malabares tratando de dar respuesta por sí solos a la magnitud de la crisis en unos contextos con recursos escasos, servicios limitados y agotados después de cinco años de guerra.
Ofrecer protección al 10% de la población refugiada, si bien se trata de una fracción del total, tendría un efecto significativo sobre el terreno. Oxfam trabaja en Siria, en Jordania, en Líbano, en Grecia, en los Balcanes y en otros muchos otros lugares. Vemos cada día cómo la gente está llegando al límite de sus capacidades. Los años viviendo fuera de sus casas, sin ahorros, sus hijos sin escolarizar, sin poder trabajar, sin poder llevar una vida digna. Si a todo ello se le suma una enfermedad, una discapacidad las posibilidades de supervivencia se ven seriamente limitadas. Por eso necesitan urgentemente salir de ahí e ir a un lugar que les pueda brindar la asistencia que necesitan.
Para que el reasentamiento de refugiados se produzca de forma sostenible y equitativa, desde 2013 Oxfam lleva calculando la cuota de reasentamiento que le debería corresponder a cada país desarrollado según la riqueza nacional. Este análisis demuestra que estos países no han asumido ni la urgencia ni la responsabilidad que organizaciones como la nuestra ven con tanta claridad. España es un claro ejemplo de ello. En los últimos años se ha comprometido a acoger a 984 sirios, muy lejos de los 16.033 que le tocarían según nuestros cálculos. De cumplir con esta cifra, significaría un sirio por cada 3.000 habitantes. O dicho de otro modo, Madrid debería acoger uno por cada 200 habitantes o Málaga uno por cada 34.
No solo son indignantes estas paupérrimas cifras, sino además el ínfimo número de sirios que han llegado a suelo español. Concretamente sólo 128 de los compromisos de 2012 y 2013, y cero (sí han leído bien, cero) de los de 2014 y 2015. ¡España se puede sentir bien orgullosa de haber dado una alternativa a 128 personas de los 4.8 millones de refugiados sirios! Es tan pequeño el porcentaje que es ridículo ponerlo.
Es aberrante esta irresponsabilidad y es injustificable con la solidaridad que demuestran ayuntamientos de todo el territorio español que llevan meses haciendo público las plazas que podrían acoger. Además, es incoherente con el rol que España asume en el Consejo de Seguridad donde colidera el dossier humanitario de Siria. Su mandato es asegurar la protección y la asistencia de los sirios (dentro y fuera de sus fronteras), y por extensión España debería estar liderando cualquier mecanismo que lo promoviese, como el reasentamiento.
La urgencia está ahí, ahora veremos si los países receptores responden a ella. Si tomamos los años pasados como referente, no hay mucha esperanza en que la comunidad internacional hoy actúe en correspondencia con la premura que exige esta crisis humanitaria.
Aun así no quiero ser yo la primera pesimista: hasta que las cifras se publiquen aspiraré a que los líderes reunidos se les revuelva el estómago al recordar las imágenes que nos despiertan cada mañana de gente muriendo cruzando el mar. Nadie tiene que arriesgar su vida para llegar a suelo seguro. Hay otras fórmulas, como el reasentamiento, que ofrecen vías seguras y legales. Pero que tampoco nos engañen. No queremos una Conferencia que sea un puro maquillaje. Exigiremos a los países que hagan real sus compromisos y que lo hagan rápido porque hay medio millón de personas esperando a que lo hagan.
Ginebra acoge este 30 de marzo una Conferencia que para la mayoría pasará inadvertida. Una entre tantas. Detrás de esta cumbre hay millones de personas. Es la Conferencia de reasentamiento para los refugiados sirios.
Por primera vez Naciones Unidas convoca una Cumbre dedicada a presionar a los gobiernos desarrollados para que se comprometan a acoger a un mayor número de refugiados sirios. El fin último es que entre todos puedan asegurar que el 10% de los refugiados más vulnerables, entre los que se encuentran enfermos, ancianos, madres y menores, sean acogidos por terceros países que les puedan dar una asistencia digna y segura.