¿Qué sociedad preferís?

¿Más igualdad o menos igualdad? ¿Más Estado o menos Estado? ¿Más regulación o menos regulación? ¿Más impuestos o menos impuestos? Todo depende de a qué modelo de sociedad se aspire, de la calidad del Estado, de a quién favorezcan las reglas y de quién pague cuánto y por qué conceptos.

Si no sabéis por qué sociedad apostar, vamos a ver si los siguientes datos os dan alguna pista. Bangladesh y Nigeria tienen rentas medias similares, y aunque Nigeria es algo más rico, es bastante menos igualitario. En consecuencia, un niño nacido en Nigeria tiene tres veces más posibilidades de morir antes de cumplir 5 años que un niño nacido en Bangladesh. España no es Nigeria ni Bangladesh, me diréis. Claro, pero es que en España, un niño que nace en Murcia, en Andalucía o en Canarias tiene el doble de probabilidades de hacerlo en un hogar pobre que si nace en Madrid, el País Vasco, Cantabria o Asturias.

Veo vuestra media sonrisa… porque vuestro hijo –pensáis- no nacería en un hogar pobre, fuera en Murcia o en Asturias. Probablemente, siempre y cuando no os encontréis entre los 12,7 millones de personas en España en riesgo de pobreza y exclusión social, una difícil lotería, teniendo en cuenta que éstos suponen el 27% de la población. Pero para aquellos que ya están en esta categoría, las cosas difícilmente se van a enderezar. En los 21 países para los que existen datos, existe una fuerte correlación entre la desigualdad extrema y la baja movilidad social. En otras palabras: el que nace pobre en un país con una desigualdad elevada, probablemente morirá pobre, y sus hijos y nietos también serán pobres. La mala noticia es que España, en desigualdad, puntúa alto. Es el segundo país más desigual de la Unión Europea. Una desigualdad que se ha disparado por el impacto de la crisis y de las medidas de (mal llamada) austeridad adoptadas.

Si los gobiernos siguen empeñados en centrar los esfuerzos para remontar la crisis en el control del déficit público, a base de recortar el gasto en políticas sociales que son fundamentales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, como son la educación, la sanidad y la protección social. Si la manera de hacer a los países con problemas más competitivos es devaluar los salarios en una carrera cuya meta está entre Marruecos y China. Si se opta por aumentar las cargas tributarias a los trabajadores, mientras se reduce la de las grandes empresas (entre 2007 y 2014 la recaudación por impuesto de sociedades cayó un 56%). Si no se ataja el fraude que en España se estima en 59.500 millones de euros cada año (más que el presupuesto total para sanidad), el 72% del cual corresponde a grandes empresas y fortunas (43.000 millones). Si se permite que las empresas del IBEX 35 se reestructuren con el objetivo de minimizar los impuestos que pagan (aquí, y en los países donde operan), a base de multiplicar sus filiales en paraísos fiscales (cuyo número ha aumentado un 44% entre 2012 y 2013). Si nada de esto cambia, España estará optando por crear una sociedad dual, donde unos pocos extremadamente ricos tendrán el poder político y económico, y se blindarán detrás de muros y vallas de seguridad del resto de la población, cada vez más pobre, más violenta, como las que imperan en algunos países.

Si con estos datos, preferís optar por una sociedad más igualitaria, más justa y cohesionada, debéis exigir al Gobierno que defienda los derechos de las personas, que garantice la educación y la sanidad gratuitas, universales y de calidad, que garantice medidas de protección social a todas las personas, que promueva la creación de empleo digno, y que todo ello lo financie con un sistema tributario que recaude lo suficiente y de manera justa, donde quienes más tienen (individuos y empresas) contribuyan más, y que no tolere el fraude fiscal.