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Top manta: desigualdad global, injusticia local

Francesc Mateu @frmat

Director Oxfam Intermón en Cataluña —

Los hechos de Salou y la muerte de Mor Sylla han vuelto a poner sobre la mesa el debate del top manta de una manera dramática. Es necesaria una investigación seria para determinar si la actuación de los Mossos fue correcta o proporcionada, y qué nivel de negocio o responsabilidad tenía el señor Sylla, pero nos equivocaremos si nuestro análisis de los hechos termina en Salou, en Cataluña o en España.

Los manteros son el símbolo perfecto de un sistema de producción y consumo internacionalizado muy desigual e injustomanteros, del que no queremos ver la parte más oscura. A menudo, los productos del top manta y los de las tiendas más lujosas se producen en los mismos países y en las mismas condiciones de precariedad. ¿Por qué los Estados persiguen la venta de unos y en cambio no hay un seguimiento de cómo se producen los otros? Se presupone que hay un canal de producción y distribución lícito y otro ilícito pero algunos datos nos indican que el comercio internacional se parece más de lo que creemos a un top manta a gran escala. Por ejemplo, el 65% del dinero que se pierde en África es por elusión de impuestos de las empresas transnacionales. A nivel mundial, más del 50% del comercio internacional “pasa” por un paraíso fiscal. No hace ni cuatro meses que Oxfam Intermón saco un informe “Derechos que penden de un hilo” para explicar la situación de explotación en las fábricas textiles de Centroamérica, similares a las de muchas empresas en China o Bangladesh. Y otro informe titulado “La ilusión Fiscal” explicando que en 2012, las empresas del Ibex35 pagaron un promedio de 3,8% del impuesto de sociedades cuando tenían que pagar un 30%. De todas estas empresas sabemos nombres y apellidos.

Desde el 1 de julio y como consecuencia directa de la ley mordaza el top manta es delito y puede suponer 600 euros de multa. Si no puedes pagarla, de seis meses a dos años de prisión o incluso la expulsión del país. Cierto que por el circuito informal de los manteros se “pierde” algo de dinero en nuestro país. Pero el mismo día que moría el señor Sylla, salía de prisión un gran empresario acusado de corrupción, un ex-tesorero imputado hacía vacaciones en su casa de montaña y nos enterábamos que después de 6 años, quizás pronto habrá juicio del caso Palau. Leyes favorables y abogados para unos. Ninguna oportunidad, ninguna complicidad para otros. Si comparamos delitos y volúmenes defraudados aquí y en todas partes, y lo que les acaba suponiendo a unos ya otros, entenderemos nítidamente el concepto de injusticia.

Mientras no tomemos conciencia del carácter global de muchos de nuestros problemas “locales” no podremos abordarlos correctamente. Es un error creer que con leyes y castigos locales o nacionales detendremos dinámicas internacionales. Son políticas miopes las que nos hablan de “primero los de casa” y de “limpiar” nuestras ciudades. Es irresponsable aprobar ciertas políticas de internacionalización empresarial, o apoyar a instituciones y acuerdos económicos y financieros internacionales sin asumir que provocarán aún más efectos “colaterales” en nuestro país. Exijamos sueldos y condiciones de trabajo justas en todas partes y que las empresas paguen sus impuestos para sostener sistemas sanitarios y educativos de calidad en cualquier país, exijamos que se eliminen los paraísos fiscales, y combatamos, en serio, las desigualdades. Probablemente esto acabe con el 80% del top manta. No es imposible. Muchos y muchas trabajamos para ello.

Los hechos de Salou y la muerte de Mor Sylla han vuelto a poner sobre la mesa el debate del top manta de una manera dramática. Es necesaria una investigación seria para determinar si la actuación de los Mossos fue correcta o proporcionada, y qué nivel de negocio o responsabilidad tenía el señor Sylla, pero nos equivocaremos si nuestro análisis de los hechos termina en Salou, en Cataluña o en España.

Los manteros son el símbolo perfecto de un sistema de producción y consumo internacionalizado muy desigual e injustomanteros, del que no queremos ver la parte más oscura. A menudo, los productos del top manta y los de las tiendas más lujosas se producen en los mismos países y en las mismas condiciones de precariedad. ¿Por qué los Estados persiguen la venta de unos y en cambio no hay un seguimiento de cómo se producen los otros? Se presupone que hay un canal de producción y distribución lícito y otro ilícito pero algunos datos nos indican que el comercio internacional se parece más de lo que creemos a un top manta a gran escala. Por ejemplo, el 65% del dinero que se pierde en África es por elusión de impuestos de las empresas transnacionales. A nivel mundial, más del 50% del comercio internacional “pasa” por un paraíso fiscal. No hace ni cuatro meses que Oxfam Intermón saco un informe “Derechos que penden de un hilo” para explicar la situación de explotación en las fábricas textiles de Centroamérica, similares a las de muchas empresas en China o Bangladesh. Y otro informe titulado “La ilusión Fiscal” explicando que en 2012, las empresas del Ibex35 pagaron un promedio de 3,8% del impuesto de sociedades cuando tenían que pagar un 30%. De todas estas empresas sabemos nombres y apellidos.