Balance de Borja Prado en Endesa: 43 millones de sueldo acumulado y una empresa reducida a la mitad en su mandato
43 millones de euros de retribución acumulada como responsable del adelgazamiento de una Endesa reducida a la mitad de lo que fue e inmersa en un enfrentamiento inédito con sus empleados. Es el balance que deja Borja Prado, que este viernes se despide de la presidencia ejecutiva de la eléctrica después de que su propietaria, el grupo semipúblico italiano Enel, decidiera en febrero no renovarle tras diez años en el cargo.
El madrileño, que el 11 de mayo cumplirá 63 años, será sustituido por el jurista Juan Sánchez-Calero, nuevo presidente no ejecutivo, con el mérito de haber permanecido en el cargo más que ninguno de sus antecesores, salvo Feliciano Fuster (1984-1997). Ha superado a los tres últimos presidentes, Rodolfo Martín Villa (1997-2002); Manuel Pizarro (2002-2007) y José Manuel Entrecanales (2007-2009).
Prado deja el sillón con una retribución acumulada que ha ascendido desde su nombramiento como consejero de Endesa en 2007 a unos 24,7 millones por sus funciones como vocal y ejecutivo, otros 2,2 millones en aportaciones a su plan de pensiones y 1,2 millones para su seguro de vida. A ello se suma el millón que, aproximadamente, cobrará por estos 101 días de 2019 y la indemnización de 13,8 millones que recibirá tras su cese.
El sueldo de Prado está lejos de las cifras de los primeros espadas de este sector (un rol que él nunca jugó ya que siempre tuvo un consejero delegado encargado de la gestión diaria), pero ha seguido una constante evolución al alza y en 2018 fue de 3,61 millones, más que ningún otro año.
En paralelo, con él al mando, Endesa ha menguado drásticamente y en especial cuando, en 2014 , Enel se quedó con su negocio en Latinoamérica, lo que redujo un 41% la capacidad instalada de la eléctrica española y la privó de algunos de sus activos más valiosos. Esa operación permitió a Endesa pagar un dividendo a sus accionistas por la friolera de 14.605 millones, el mayor repartido por una compañía española.
Endesa, que con su generosa política de remuneración al accionista (desde 2015 reparte el 100% de su beneficio) ha permitido a Enel recuperar con creces hace tiempo su inversión, cerró 2018 con 23.766 megavatios (MW) de potencia instalada, un 40% menos que en 2008, año previo al aterrizaje de Prado en la presidencia. Desde entonces, su producción ha caído a la mitad, al igual que su cartera de clientes (de 24,4 millones en 2008 a 12,3 millones el año pasado). Su plantilla ha pasado de 26.587 empleados a 9.763 en 2018 y su beneficio operativo (Ebitda), de los 6.895 millones de 2008 a 3.627 millones del año pasado.
El adelgazamiento de Endesa comenzó antes de la llegada de Prado a la presidencia, con los activos europeos que E.ON se quedó en 2008 y los 2.000 MW renovables que pasaron a Acciona en 2009. Pero el grueso de ese progresivo desguace se ha acometido con él al frente. En 2009, Endesa era todavía la primera multinacional privada del sector en América Latina y la mayor en Argentina, Chile, Colombia y Perú. Tenía presencia en Brasil y gestionaba la construcción de una línea troncal de interconexión eléctrica continua de 1.800 kilómetros entre Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Ahora, Endesa es una mera filial reducida básicamente a la Península Ibérica. En Europa, la eléctrica operaba en 2008 en España, Portugal e Irlanda (ese negocio se vendería en 2012) y en Marruecos, a través de una participación en una central de ciclo combinado que aún mantiene.
Junta caliente
Descendiente de Cristóbal Colón, empresario y ganadero taurino excelentemente relacionado con las elites madrileñas, Francisco de Borja Prado Eulate, hijo del fallecido Manuel Prado Colón de Carvajal (administrador privado del rey Juan Carlos durante veinte años) y de la aristócrata Paloma Eulate, fue educado en su infancia en el colegio Retamar (del Opus Dei) y, según su biografía oficial, cursó estudios de Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid.
Madridista acérrimo, íntimo de, entre otros grandes empresarios, Florentino Pérez, no tenía experiencia previa en el sector eléctrico antes de desembarcar en Endesa. Él venía de la banca de inversión y de los medios de comunicación, como consejero de Mediaset (es un gran admirador de Silvio Berlusconi) y exaccionista del grupo Recoletos (antigua editora de Expansión). En Endesa recaló gracias a su papel como ejecutivo de Mediobanca, banco de inversión que fue clave clave en la financiación del asalto italiano sobre Endesa.
Prado, que en octubre pasado, en una de las pocas entrevistas que ha concedido en estos años (en El Nuevo Lunes), se quejaba de haberse quedado fuera del extinto Consejo Empresarial de la Competitividad, el lobby que impulsó César Alierta, va a decir adiós a la presidencia de Endesa con un ambiente laboral muy crispado. Sus sindicatos están en pie de guerra (hay huelga general convocada para este viernes) por el bloqueo de las negociaciones del nuevo convenio colectivo y la incertidumbre sobre los planes de sus dueños italianos a largo plazo.
Ese conflicto laboral calentará una junta de accionistas en la que se prevé que tome la palabra la plataforma Alianza Contra la Pobreza Energética para “denunciar la irresponsabilidad de la empresa en relación con las familias que sufren pobreza energética”, su “falta de voluntad en cumplir la Ley catalana contra la pobreza energética” y “el acoso al que someten a las familias en situación de vulnerabilidad”.
La Endesa de Prado, elegida en 2018 por primera vez “peor empresa del año” en la tradicional encuesta que realiza la asociación de consumidores Facua, ha destacado en el último año por ser la eléctrica con más sanciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC): diez expedientes sancionadores que han derivado en un rosario de minimultas (736.000 euros en total) por diversos incumplimientos de la normativa sectorial. De haber más expedientes, van a derivar en infracciones graves (hasta 6 millones de multa), por reiteración en esa conducta.
Prado deja también Endesa como la distribuidora con peor calidad de servicio, si se atiende al denominado TIEPI (tiempo de interrupción equivalente de la potencia instalada) que utiliza la Secretaría de Estado de Energía. El de Endesa está en 65 minutos, en niveles similares a los 67 de 2008, frente a los 44 minutos de Iberdrola y los 46 de Naturgy. En dos años, ha crecido un 44%.
Recientemente, en 2017, la Endesa de Prado eliminó también la figura del denominado “defensor del cliente” que la eléctrica había creado en 2002. La empresa lo justifica por la entrada en vigor de la Ley 7/2017, que transpuso una directiva europea de resolución alternativa de litigios en materia de consumo. Ese defensor, asegura Endesa, quedó “excluido” con esa norma como posible “entidad acreditada” para resolver litigios por falta de “imparcialidad”. Otras compañías españolas como Santander, Telefónica, BBVA o Mapfre han mantenido esa figura tras la entrada en vigor de esa ley. Endesa era la única eléctrica española que lo tenía.