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Coworking en casa para esquivar los altos precios inmobiliarios

El berlinés Yulian utiliza el salón de su casa como coworking para otros trabajadores.

Aldo Mas

Dani es un informático y diseñador de páginas web español en Berlín. Es uno de esos que llaman freelance. Trabaja para varias empresas a la vez y lo hace desde casa. A través de internet le llegan los encargos que va resolviendo a su ritmo, lejos de las oficinas de su clientes, que pueden estar en cualquier parte del mundo. Dani trabaja mucho de su tiempo en casa.

Habrá a quien le parezca que trabajando en casa todo son ventajas. No es así. Tiene sus inconvenientes. Para enfrentarse a ellos de forma original, y también para afrontar la carestía de espacio de trabajo a un precio razonable en Berlín, Yulian Ustiyanovych ha creado Coworking Homes. Esta iniciativa consiste, básicamente, en hacer del salón de su casa un lugar de trabajo.

“Los que trabajamos en casa disfrutamos de ciertas ventajas que no dan los trabajos presenciales, pero eso no quita que en algunos momentos la experiencia pueda hacerse un poco alienante”, dice Dani a eldiario.es. “Pasar horas e incluso días sin ver a nadie se hace extraño”, añade este treintañero. Dani trabaja en casa pese a que conoce otras soluciones para no tener que satisfacer a sus clientes en la soledad de su alcoba. 

“Es normal ver cafeterías pobladas por freelancers que prefieren trabajar fuera de casa, pero no es una solución perfecta”, dice Dani. Porque, para trabajar en una cafetería uno debe ser cliente primero. Eso perturba a Dani y a cualquiera que tenga que trabajar varias horas hasta alcanzar sus objetivos del día en una cafetería.

“Al segundo café uno empieza a intercambiar miradas con el camarero intentando calcular cuando empieza el abuso, al fin y al cabo nunca le dijiste que ibas a quedarte a vivir ahí”, comenta Dani con sorna. “Mucha gente recurre a los coworking spaces, que no están mal, pero son relativamente caros y en muchos casos el ambiente no es mejor al que puedes encontrar en las oficinas convencionales”, abunda este joven español de raíces peruanas afincado en Berlín.

A Berlín se la conoce como “la capital alemana de los coworkings”. En 2017 se estima que había en la capital alemana unos 60.500 metros cuadrados de superficie dedicados a este tipo de espacios de trabajo, donde autónomos y empleados de diferentes empresas y sectores trabajan a distancia. Ninguna otra ciudad germana contaba con más espacio para el coworking.

Coworkings los hay en Berlín de muchos tipos y precios. Pero hacerse con un espacio en ellos para trabajar en el centro de la ciudad puede resultar caro. La cadena estadounidense WeWork, que explota este tipo de espacios por todo el mundo, pide entre 430 euros y 540 euros al mes por un lugar de trabajo en sus instalaciones berlinesas más céntricas. Esa cantidad, para el presupuesto de un trabajador por cuenta propia al uso, puede resultar excesiva.

“Mi casa es tu casa”

“Los coworkings spaces son mucho mejor que los cafés, donde puede haber gente hablando demasiado alto y donde sientes que tienes que justificar tu presencia pidiendo cosas del menú que no necesitas. Pero son tan caros que no todo el mundo puede pagar por ellos. Además, nosotros nos sentimos a menudo alienados porque la mayoría de la gente trabaja en su cubículo sin poder conectar directamente con la gente”, explica a eldiario.es Yulian Ustiyanovych. Habla este ucraniano de 32 años en plural porque, junto al israelí Yonatan Biri, de 31 años, han lanzado juntos Coworking Homes.

Los precios y el modo en que la gente trabaja en los coworkings son las dos grandes razones por las que han creado este otro tipo de espacio. Lo que ofrecen no es otra cosa que abrir el salón de su casa y prepararlo para hacerlo un lugar común donde trabajar. “Mi casa es tu casa”, es el lema de esta pareja de emprendedores.

Berlín, ciudad donde más crece el precio del suelo

Ustiyanovych vive en un apartamento de algo menos de 60 metros cuadrados situado en el céntrico distrito de Mitte. El salón es grande, ocupa casi la mitad de la superficie. Desde principios de mes sirve de espacio para que otras tres personas trabajen a su lado. Los visitantes pagan un precio simbólico, cinco euros. Ese dinero sirve para reponer el café, frutas, verduras y agua embotellada que vayan consumiendo los usuarios.

Fuera de ese espacio hogareño, Berlín está en envuelta en una preocupante problemática relacionada con el espacio habitable a la que no es ajena el espacio para oficinas. No se construye lo suficiente en la capital alemana para frenar el alza del precio de la vivienda. Berlín es la ciudad en la que más subía el precio habitable en 2017, un 15,6%, una subida mayor que la vivida el curso pasado en Fráncfort (12,5%), Hamburgo (11,4%) o Stuttgart (11,3%), según cálculos del Deutsche Pfandbriefbank, un banco especializado en el sector inmobiliario.

Berlín cuenta actualmente con 3,8 millones de habitantes. Unos 350.000 nuevos berlineses han llegado a la ciudad en los últimos diez años. La demanda de espacio para vivir y trabajar ha crecido y, con ello, el precio del suelo. No se construye lo suficiente. “En Berlín no reina un clima constructivo para la creación”, lamentan las empresas del sector, que acusan a la administración de ir demasiado lenta en la autorización de nuevas obras.

“Parece una locura pero funciona realmente bien”

En este contexto, Coworking Homes quiere constituirse como solución frente a los problemas que plantean a los trabajadores por cuenta propia, ya sea porque tengan que recurrir a cafés, coworkings o su propia casa.

“Trabajar solo en casa es el modo de trabajar más barato. Pero estar en casa es estar casa, y ahí trabajas solo. No puede tener una opinión sobre tu trabajo o hacer con alguien una pausa para tomar un café. Además, uno procrastina y encuentras un montón de distracciones”, reconoce Ustiyanovych, emprendedor tecnológico que trabaja como ingeniero informático para la tienda de moda online Zalando. “Te acabas dando un atracón en Netflix, y haciendo como si no tuvieras que trabajar”, añade.

Coworking Homes “suena a una locura pero está funcionando realmente bien”, dice Ustiyanovych. Ya han pasado por su casa diseñadores, programadores, community managers, diseñadores de juguetes, periodistas, investigadores en física cuántica o gente en busca de trabajo. “Tuvimos incluso hasta un veterinario”, comenta Ustiyanovych sobre la experiencia cosechada hasta ahora. En Tel-Aviv, Yonatan Biri ya dio antes que él los primeros pasos en esta aventura conjunta.

De momento, Coworking Homes no es un negocio, pero sus responsables se preparan por si acaso. “Puede ser una alternativa a WeWork y a otros actores del sector, una alternativa barata que permite a la gente formar parte de una comunidad que se empodera profesional y personalmente”, dice Ustiyanovych.

Sea como fuere, Dani, el diseñador web español, está interesado en participar de la experiencia. “Cuando lo vi, me pareció una buena idea, porque brindan el contacto humano que ando buscando sin las ataduras del alquiler mensual de los coworking spaces convencionales y permite encontrar a gente distinta”, explica Dani. Los empleados por cuenta propia necesitan, además de trabajo, compañía. 

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