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Fracaso en la UE tras 16 horas de reunión: las exigencias de Holanda bloquean las ayudas contra el coronavirus

El ministro holandés de Finanzas, Wopke Hoekstra; y la vicepresidenta económica española, Nadia Calviño.

Andrés Gil

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El Eurogrupo arrancó este martes a las 16.00 y aún no hay acuerdo entre los ministros de Finanzas de la eurozona, después de diversas interrupciones, contactos bilaterales e “incontables” borradores, según fuentes diplomáticas. Después de 16 horas de reunión, los ministros de Finanzas de la UE se han emplazado a seguir las discusiones este jueves a partir de las 17.00 y la rueda de prensa prevista para este miércoles ha sido aplazada.

Estamos como estábamos al principio de la crisis del coronavirus. Con una decena de países, entre ellos España, Italia y Francia, que, frente a Holanda, Alemania, Austria y Finlandia, persiguen un plan Marshall, un plan de recuperación ambicioso: en términos económicos y en términos de unión fiscal y monetaria. Es decir, con bonos comunes o con algún tipo de mutualización de una deuda que se va a disparar en todo el continente hasta picos sólo conocidos en periodos de guerra, y no por desequilibrios económicos internos, sino por una pandemia que golpea a todos los países pero que no a todos les hace las mismas heridas económicas. Aunque todos quedarán heridos.

Los ministros de Francia y Alemania emplazaban a sus colegas a llegar a un acuerdo tras la reunión.

El problema es que, a 8 de abril, los contagios y los fallecimientos se han multiplicado desde la primera reunión de los ministros de Finanzas de la UE a cuenta del coronavirus. Los países han cerrado tiendas, colegios, incluso actividades económicas no esenciales, como España e Italia, para contener la enfermedad.

Pero no ha habido acuerdo colectivo en el Eurogrupo de este martes, que arrancó a las 16.00 y se suspendió a las 8.00 del miércoles, y que debía transmitir a los líderes de la UE una declaración que allanara una decisión. Los gobiernos han movilizado ingentes cantidades de dinero gracias a que Bruselas ha activado una cláusula de escape del Pacto de Estabilidad que así lo permite. Con ese dinero gastado, acumularán deuda y déficit, gracias también al casi billón de euros que el BCE está movilizando para mantener las primas de riesgo a niveles bajos que permitan a los países seguir endeudándose.

Con esa deuda, los Gobiernos están intentando contener la caída libre de la economía: avalando créditos de empresas, ayudando a los autónomos, concediendo moratorias, diseñando rentas mínimas, activando prestaciones por desempleo y ERTEs... Toda una ingeniería para que la crisis del coronavirus se gestione a la inversa de la de 2008....

Pero faltan dos piezas claves: terminar de acordar la red de seguridad europea para el ahora y el plan de recuperación para el día después. Y en eso llevan atascados los 27 varias semanas.

El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, intentaba transmitir optimismo en las horas previas: llegaba con una idea de usar unos 250.000 millones del fondo de rescate de la UE –el MEDE– para préstamos a los países que lo necesitaran; otros 200.000 millones del Banco Europeo de Inversiones para empresas; y 100.000 millones del sistema de reaseguro de empleo SURE para ayudar a los Estados con los ERTEs.

Creía que lo tenía. En teoría, faltaban unos flecos: terminar de ajustar el mecanismo del MEDE y apuntar una senda para la recuperación que satisficiera a los más ambiciosos: Francia, España e Italia.

Pero no. No y no. Siguen bloqueados.

Por un lado, está el flanco del MEDE, que sobre todo enfrenta a Italia y Países Bajos. Mientras el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, reiteraba este lunes por la noche su oposición al empleo del fondo de rescate en la crisis del coronavirus por el estigma que le acompaña, la vicepresidenta económica del Gobierno, Nadia Calviño, dejaba sola a Italia y lo daba por bueno antes de entrar en la videoconferencia del Eurogrupo, cuyo inicio iba con una hora de retraso.

Así, la alianza italoespañola que había operado en la última cumbre de líderes europeos parece difuminarse en las horas cruciales para definir cómo reaccionan los 27 en su conjunto ante la crisis del coronavirus en un primer momento y cómo diseñan el plan de recuperación. Y se refuerza la posición con la Francia de Emmanuel Macron, que plantea un fondo mutualizado de recuperación de hasta 360.000 millones que pueda financiarse en los mercados.

Italia entiende que el MEDE, el fondo de rescate, aquel que en la crisis financiera iba de la mano de la Troika, decretaba sacrificios económicos y enviaba a los hombres de negro a intervenir las cuentas de los países, es un instrumento inadecuado en estos momentos por el estigma que le acompaña. Eso sí, Conte ha ido metiendo y sacando al MEDE de la ecuación, y el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz, ya ha dicho que no hace falta llamar ahora a la Troika.

Pero Italia no se termina de fiar porque, por lo que se sabe, una parte del MEDE, que tiene hasta 410.000 millones para prestar, puede ir sin más condiciones que emplear el dinero prestado para el coronavirus. Pero hay otra parte, que supondría el 2% del PIB de cada país –25.000 millones para España y 36.000 millones para Italia– que sí podría tener condicionalidad.

Es más, en Italia ha habido manifestaciones en contra del MEDE, bloqueando su reforma, y el presente y futuro político de Conte y, seguramente, del M5S, está vinculado al MEDE hasta el punto de que pareciera improbable que Italia pudiera transigir con el MEDE si no es a cambio de mucho o si no hay una nueva catarsis en el Gobierno.

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha afirmado: “España se financia bien en los mercados, no tiene necesidad de acudir al MEDE”. Es decir, es un dinero que los países no van a coger salvo que no tengan más remedio, por las connotaciones que lleva consigo. Y, como España piensa que no lo necesitará –entre otras cosas, por el casi billón de euros destinado por el BCE para contener las primas de riesgo comprando deuda de los países–, acepta la participación del MEDE en la respuesta al coronavirus.

Pero los Países Bajos no tienen en absoluto claro que el MEDE tenga que ir sin esas condiciones con las que nació. O, al menos, algunas de ellas. El MEDE es un instrumento que nació en la crisis financiera para rescatar países a cambios de intervenirlos y aplicar recortes y sacrificios económicos. No en vano, el ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, pidió en la anterior reunión de ministros que se investigara a España e Italia por sus niveles actuales de déficit y deuda para negarse a relajar las condicionalidades del MEDE. Un comentario tachado de “repugnante” por el primer ministro portugués, António Costa.

Países Bajos podría permitir condiciones light para una primera fase de emergencia sanitaria, pero quiere que las condiciones normales (el requisito de reformas) se apliquen a otros gastos económicos derivados de la crisis del coronavirus, confirma De Telegraaf en su crónica de la reunión.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este sábado, ya allanaba el camino a que España podría aceptar el plan de Centeno: “Desde luego el que podamos alumbrar un fondo de desempleo europeo complementario a la prestación por desempleo que nosotros tenemos en nuestros países, y que hemos defendido desde un gobierno progresista como el español, sin duda alguna será un éxito. El que podamos volcar todos los recursos de los fondos estructurales, sin condicionalidad, en aquellos países que teníamos asignados esos fondos estructurales, pues será también una gran noticia. El que podamos establecer líneas precautorias en el mecanismo de estabilidad económica, sin ningún tipo de condicionalidad, será también una extraordinaria medida”.

¿Eso qué siginifica? Que España estaría dispuesta a aceptar el paquete de primeras medidas: unos 240.000 millones del MEDE para préstamos a los países; unos 200.000 millones en avales del Banco Europeo de Inversiones para las empresas y 100.000 millones en el reaseguro de desempleo, el SURE, para ERTEs y ayudas a autónomos.

Sin embargo, también con el SURE hay recelos holandeses, que no se fían de que se pueda extender en el tiempo más allá de la crisis del coronavirus. Los Estados miembros deben proporcionar 25.000 millones en garantías, lo que permitiría a la Comisión Europea prestar 100.000 millones a los países para algún tipo de plan de prestaciones por desempleo.

Coronabonos

Una vez fuera de la estela Italiana del rechazo al MEDE, España se coloca al lado de Emmanuel Macron, quien defiende un fondo común y mutualizado de la UE de hasta el 3% del PIB de la UE. “Pero que nadie se equivoque, el Gobierno de España va a trabajar, va a defender y nunca va a renunciar a los eurobonos, porque eso es solidaridad, eso es Europa y desde luego la determinación del Gobierno de España en esto es total y absoluta”, dijo Pedro Sánchez el sábado.

Y, eso sí, mientras que Alemania, a diferencia de Países Bajos, relaja las exigencias del MEDE, en ningún caso acompaña la petición de bonos ni de mutualización de ningún tipo de deuda, como Austria o Finlandia. Y ahí surge otro bloqueo: en cómo dejar por escrito en las conclusiones de este Eurogrupo el plan de salida o reconstrucción.

Es más, si por los Países Bajos fuera, bastaría con una conferencia de donantes que trasladaran fondos “de los ricos a los pobres” para la crisis sanitaria, “como regalo, no como préstamo”, llegó a explicar el primer ministro holandés, Mark Rutte.

Calviño insistía antes del Eurogrupo: “Queremos una unión fiscal que complemente la unión monetaria para shocks como los que estamos viviendo, y la emisión conjunta de deuda. Da igual que se llamen eurobonos, coronabonos, mecanismo dentro o fuera del Marco Financiero Plurianual... Es secundario, lo importante es estar unidos en los mercados financieros para que le economía se recupere sin aumentar las divergencias. Estamos trabajando en mecanismos de mutualización, con un vehículo nuevo o en el MFF para un fondo de recuperación económica”.

Pero los eurobonos, coronabonos “o como se llamen” no es algo que estén en la agenda de Alemania, Holanda, Austria ni Finlandia. “Por encima de mi cadáver”, dijo en la anterior crisis la canciller alemana, Angela Merkel. Y seguimos en las mismas.

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