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Primera demanda de un jugador profesional de videojuegos: “Me pagaban menos del salario mínimo”

Imagen de archivo de la edición de Madrid Gaming Experience celebrada en 2016.

Laura Olías

Su sueño, sí, pero no a cualquier precio. “Dejé los estudios para jugar. Llegué a estar entre los mejores de España y me di cuenta de que mi sueño era una mierda”. Habla un jugador profesional de videojuegos, de 23 años, que ha dejado de competir y ha presentado una demanda por despido improcedente contra el equipo para el que trabajaba, eMonkeyz, y contra la liga profesional en España (LVP), del grupo Mediapro. Juanjo, que pide no dar su nombre real, asegura que el club le pagaba por debajo del salario mínimo, entre otros abusos laborales. Aunque han salido a la luz algunos testimonios de precariedad de jugadores, se trata de la primera denuncia ante los tribunales que se conoce en el sector nacional de los eSports.

Los eSports –también llamados deportes electrónicos– son las competiciones de videojuegos estructuradas a través de jugadores, equipos, ligas, patrocinadores y espectadores, entre otros actores. Con ellos, los videojuegos han saltado de la intimidad del hogar y la habitación de muchos jóvenes (y no tan jóvenes) para ser el centro de multitudinarios eventos. Movistar ha lanzado un canal en su oferta de televisión digital dedicado en exclusiva a los eSports. La Gamergy, el mayor evento de eSports en España, atrajo en su última edición a unos 50.000 asistentes a la Feria de Madrid. Y este público presencial solo representa una pequeña muestra de las masas que siguen estas competiciones desde la distancia.

Los datos de la Asociación Española de Videojuegos (AEVI) apuntan que los deportes electrónicos cuentan con una audiencia total de 5,5 millones de personas en España, de los que 2,6 millones son “entusiastas”, es decir, personas que ven retransmisiones de deportes electrónicos más de una vez al mes y/o participan en ligas de aficionados. Los organizadores de la Madrid Games Week situaron el pasado octubre a España como el octavo país del mundo en el ranking de audiencia de los eSports.

Para que la maquinaria de los deportes electrónicos funcione son necesarios muchos actores, desde los propietarios de los videojuegos, las ligas que organizan los encuentros entre los equipos hasta, desde luego, los jugadores. Hay miles de jugadores (o gamers) aficionados, pero los que alcanzan la élite, la competición a nivel profesional, forman un reducido grupo de unas “100 personas”, según la AEVI. La gran mayoría son chicos muy jóvenes y muchos abandonan su formación ante la imposibilidad de compaginar las largas jornadas de entrenamiento con sus estudios.

Contrato temporal y “despido” sin indemnización

En la cima de los eSports estuvo varios años este jugador profesional, que competía en 'League of Legends', popularmente conocido como LoL, uno de los videojuegos con más audiencia en España. Su último equipo fue eMonkeyz, con el que ascendió a la primera división, la Superliga Orange de la LVP, y en la que estuvo empleado a finales de 2017 y hasta octubre de 2018, periodo al que se refiere la demanda presentada en un juzgado de lo Social de Madrid, que ha podido consultar eldiario.es.

Juanjo estaba empleado de manera temporal, con un contrato por obra y servicio, pero denuncia que “no existen causas para la temporalidad del contrato dado que la empresa se dedica habitualmente a participar en competiciones”. Adrián Todolí, profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Valencia, considera que un contrato temporal de este tipo para un jugador que ejerce de titular en un equipo “claramente no encaja” con esta fórmula contractual. “Es algo bastante claro en la jurisprudencia: si el equipo se dedica a participar todos los años en competiciones, se trata de una actividad estructural y por tanto debería ser un contrato indefinido”, argumenta.

El denunciante explica a eldiario.es que, dado que su contrato debería haber sido fijo y que la empresa extinguió su contrato “sin avisarme, ni abonarme indemnización de ningún tipo, ni pagarme las vacaciones generadas”, considera que su salida constituye un despido improcedente. Con un contrato temporal de obra y servicio, el empleado tiene derecho a recibir una indemnización de 12 días de salario por cada año trabajado (o la parte proporcional si el servicio ha durado menos de un año) cuando este concluye. “Si es un contrato temporal fraudulento, entonces es despido improcedente y le corresponderían 33 días por año”, apunta Todolí.

“600 euros” en la élite de los eSports

No es la única irregularidad laboral que denuncia el joven. Según la demanda, el salario que percibía de eMonkeyz rondaba los 600 euros mensuales por una jornada a tiempo completo, de 40 horas semanales según el contrato. “Me pagaban por debajo del salario mínimo”, recuerda Juanjo. El salario mínimo interprofesional (SMI) –el mínimo legal que se puede abonar en España por una jornada completa como esta– en 2017 estaba establecido en 707,70 euros mensuales en 14 pagas y en 2018, en 735,90 euros al mes.

Las horas de trabajo también eran objeto de fraude, según el jugador. Por un lado, asegura que se rebasaban habitualmente las 40 horas a la semana recogidas en el contrato. “Si sumas, entrenas todos los días menos uno de descanso, echas más de 40 horas a la semana de lejos y esas horas extra nunca te las pagan”, explica Juanjo.

Al final de la temporada, estuvo viviendo en una gaming house junto al resto del equipo, donde las jornadas se alargaban más allá de los límites, asegura. Con ese nombre se conocen las casas que algunos clubes adaptan para que vivan concentrados sus jugadores, conviviendo y entrenando juntos. “Es de lo peor que han podido inventar. Juegas en la casa, estás allí todo el día encerrado con las mismas personas... Es horrible, imposible desconectar”, opina.

Por otro lado, Juanjo asegura que el equipo cotizaba a la Seguridad Social solo por “30 horas de trabajo semanales” y que lo descubrió más tarde, en las oficinas de la Administración. “Yo les había pedido mil veces las nóminas. Era muy pesado con eso, quería ver mi nómina y nada, nunca me hacían ni puto caso”, critica. Además, “se me hizo un cambio de contrato, de tiempo completo a parcial, unilateralmente por parte de la empresa sin decirme nada y cuando fui al SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) para la prestación por desempleo, el funcionario me dijo 'no puedes pedirla, pone que te has dado de baja voluntaria”.

eldiario.es ha tratado en varias ocasiones y por diferentes vías de recabar la versión de eMonkeyz sobre el conflicto laboral con este trabajador y las condiciones laborales de sus jugadores, pero no ha logrado respuesta de la compañía.

La empresa propietaria de la liga LVP, Fandroid Entertainment S.L., también ha sido denunciada por el jugador en la demanda por despido. Juanjo entiende que la compañía, del grupo Mediapro, debería responder solidariamente por las actuaciones del equipo que está compitiendo dentro de su liga.

Fuentes de la LVP confirman a este medio tener constancia de la demanda por despido improcedente del jugador, la primera que han recibido de este tipo. “No ha habido relación laboral”, apuntan sobre el denunciante, por lo que entienden que no tienen ninguna responsabilidad en este conflicto. La LVP “exige a los equipos que los jugadores estén dados de alta en la Seguridad Social, pero no vamos más allá”, prosiguen.

“Hay mucha precariedad, el sector da mucho asco”

Lejos de ser una anécdota, el denunciante asegura que hay muchos Juanjos en el sector profesional de los eSports. Su éxito de audiencia se refleja en el desembarco de grandes compañías (como Movistar, Orange, Asus) y equipos de fútbol, como el Valencia F.C., como patrocinadores de equipos o de las ligas de competición. Sin embargo, “es un sector muy precario para los jugadores, si te quieres dedicar a ello mínimamente, comes mucha mierda”, cuenta el denunciante.

Aunque es un sector incipiente, la industria confía en sumar muchos ceros en sus resultados de los próximos años. El Libro blanco de los eSports en España que la AEVI publicó el año pasado recoge que los eSports generaron 14,5 millones de euros en 2016, pero la industria espera “casi cuadruplicar la facturación” hasta 2021.

Juanjo ha dejado la competición profesional y retomado sus estudios. “Trabajo también en currillos que me salen”, explica y por el momento no se plantea volver a jugar. “El sector da mucho asco. No puede ser que, tras hacer una de las cosas más difíciles en mi vida, llegar a ser en mi posición el segundo o el tercer mejor jugador de España, creo que habría estado muchísimo más a gusto de camarero. Cobrando más, con menos estrés, sin tener que irme de mi ciudad, alejarme de mis amigos, de mi entorno...”, reflexiona el chico.

La inexistencia de un sindicato de jugadores dentro del sector facilita que estos gamers tan jóvenes se encuentren en una posición de desventaja frente a los equipos, en opinión de Adrián Todolí: “Pocos se atreven a denunciar estas prácticas. No hay un sindicato o asociación que defienda a estas personas. Tal vez, como pasó con RidersXDerechos, aquí haría falta algo parecido, que se asegurara que hubiera una garantía de derechos de los jugadores”.

Con su demanda, Juanjo espera que se ponga el foco en estas prácticas y no se sigan cometiendo abusos con los jugadores del presente y futuro de la industria. “Se está dejando a estos chicos a dos velas cuando salen, muy desvalidos. Yo me veía saliendo con 25 años, sin haber ahorrado nada y sin ningún estudio. ¿Y qué hago entonces si solo sé jugar?”.

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