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Trazados fantasma: las misteriosas huellas que siglos de actividad económica dejan en las ciudades

Calle Belén

Analía Plaza

Más parecido a los griegos que a los circos romanos, el Estadio de Domiciano fue uno de los emplazamientos más importantes de la Antigua Roma. Cuando el imperio cayó y el monumento quedó abandonado, la gente empezó a construir casas en lo que habían sido sus gradas y a utilizar el centro como plaza del mercado.

“La forma se mantuvo”, explica el arqueólogo Raúl Díez-García. Hoy aquellas gradas son los edificios que rodean la famosa Piazza Navona, visita obligada en cualquier viaje a Roma y uno de los mejores ejemplos de 'paisajes congelados': lugares que han mantenido el mismo trazado a lo largo de los siglos, impasibles a cambios de eras históricas, culturas y actividad.

“La arqueología del paisaje estudia el territorio en su conjunto, cómo se divide y por dónde pasan las vías de comunicación. Dentro de esa disciplina, hay aplicaciones, especialmente en el mundo romano”, continúa el experto. “Imagina que entre dos ciudades construían una carretera romana. Muy recta, porque ellos lo hacían así. Con la caída del imperio se abandonaron esas carreteras. A veces se convertían en un camino medieval y otras no, pero su trazado se conserva. Analizando fotografías aéreas de zonas rurales se ven lindes de campos que siguen una línea recta. Hay una pervivencia del paisaje”. Este estudio, por ejemplo, analiza las parcelaciones romanas en los alrededores de Tarragona y Barcelona.

En algunas ocasiones, los trazados congelados llegan de forma fantasma a nuestros días. Están entre los edificios pero a pie de calle ni se intuyen ni se ven. Sin embargo, basta con acudir a imágenes aéreas y dedicar algo de tiempo y curiosidad para empezar a detectarlos. Sirva como primer ejemplo esta manzana madrileña, sita en el barrio de Adelfas —cerca de Conde de Casal—, entre las calles Cavanilles y Valderribas. ¿Eres capaz de identificar por dónde pasaba antes un camino?

Nuestra manzana tiene dos extraños cortes diagonales: uno que se convirtió en calle, la calle Regalada, y otro que no, que simplemente discurre entre edificios. Comparando fotografías aéreas antiguas con otras actuales es fácil averiguar cuál era el camino. En la imagen de la izquierda, tomada en un vuelo aéreo de 1927, se aprecia el trazado que le dio origen.

La manzana no estaba ahí del todo construida, había unas pocas casitas, pero ya se intuía un posible nuevo corte diagonal.

¿De dónde salió el trazado diagonal de la izquierda, si ahí no había un camino? Del caso más habitual: una finca.

“[Los trazados fantasma] en Madrid aparecen casi siempre por dos cosas: o un antiguo camino que se mantiene por lo que sea o la linde de una finca rústica”, explica el experto en urbanismo y profesor Samir Awad. Los antiguos planos parcelarios dan muchas pistas y permiten identificar trazados menos obvios, casi imperceptibles de otro modo. En la siguiente imagen puedes ver dos: en la esquina inferior derecha, la manzana de la calle Regalada y la finca que dio origen a su corte diagonal. En el centro de la foto, de una manzana a otra, otro trazado que pervive.

(desliza hacia los lados para verlo)

“Todos los ejemplos se resumen en una idea: espacio público frente a espacio privado. Cuando hay un conjunto de grandes fincas y el ayuntamiento tiene interés en que se desarrollen complejos urbanísticos, hay un proceso de planificación territorial”, añade el geógrafo Justino Losada. “El ayuntamiento define las calles, que pasan a formar parte de la administración mediante expropiaciones. Lo que queda sin expropiar es terreno privado. Y si dentro de ese terreno privado hay bordes de fincas de distintos propietarios, los límites siguen siendo válidos”.

Es decir: que si el ayuntamiento hace un plan urbanístico donde tú tienes una finca y coincide que en esa finca van edificios, puedes construir manteniendo los bordes de tu terreno. Como veremos después, esto ha cambiado con los años. 

Otro par de ejemplos madrileños muy claros. A la izquierda de la imagen de abajo, que muestra el entorno de Alberto Aguilera, se aprecian dos cosas. La primera: ahí había un camino que desapareció. La segunda: también había una finca con un límite que se ha mantenido hasta hoy. En la esquina inferior izquierda se ven los bordes de otra parcela.

Este caso, en la calle Ponce de León de Chamberí, es aún más claro.

También el de la calle Belén.

En el barrio de Lucero aparece uno de los trazados fantasma clásicos de Madrid. “Son dos fincas rústicas en las que se edificó con pocos años de diferencia”, añade Awad. “En la calle Huerta de Castañeda, hasta el número 21, es un tipo de casco parecido al de zonas de arrabal. A partir de ahí la tipología edificatoria es otra, con manzana interior y parecido a los PAUs”.

Es curioso cómo una de las manzanas interiores se quedó a medias — como un triángulo.

Barcelona

En Barcelona también se pueden encontrar, aunque “es más complejo, porque sí que se ha respetado la planificación. El Plan Cerdá mantiene una estructura de manzanas ortogonales con anchos de calle que se mantienen”, indica Losada. En el entorno de la calle Pere IV, la antigua carretera de la ciudad condal a la frontera, el parcelario es perpendicular: por eso en las manzanas aparecen cortes oblicuos entre fincas. 

“En esa zona se ve muy bien porque es la Barcelona de uso más mixto. Hay partes industriales que conviven con zonas para viviendas. Lugares donde casi hasta los 90 quedaban muchos solares vacíos”, continúa. “Como se ve, predomina la malla ortogonal del plan Cerdà amoldada a las infraestructuras preexistentes”. 

Otros ejemplos en la Ciudad Condal son el de este antiguo camino, que pervive entre manzanas...

Y el de alguna que otra manzana en la zona de Poble Nou, donde se intuye el antiguo parcelario.

 

Los trenes

Además de los caminos y parcelas, los trazados aparecen con frecuencia en antiguas vías de tren. Es el caso de Sevilla, “cicatrizada sobre los trazados de las antiguas vías”, explica Álvaro, maquinista en Renfe.

La antigua línea de San Bernardo atraviesa toda la ciudad y no solo deja líneas fantasma entre edificios sino que “a gran escala, se aprecian las curvas suaves del ferrocarril sobre las avenidas”. Ejemplos de ello son la Avenida de Pablo Iglesias o la de Manuel del Valle. 

¿Sabrías decir por dónde pasaba el tren?

En Madrid, el antiguo tren de Arganda, que comenzaba en la estación de Niño Jesús (donde está el hospital del mismo nombre) dejó una vía que coincide con la antigua y desaparecida trama ferroviaria. Un caso similar, pero no fantasma, es el de la línea Madrid-Almorox, cuyo recorrido es hoy la calle Sepúlveda.

De forma más sutil se aprecian, en toda la ciudad, restos de lo que fue el Canalillo: un proyecto de finales del siglo XIX para traer el agua a Madrid con múltiples beneficios. Como recuerda el blog Historias Matritenses, el Canalillo aprovechaba “el agua sobrante del Canal, servía para desaguar los depósitos cuando el agua venía turbia, proveía de agua al ensanche de Madrid y a los tejares que fabricaban los ladrillos para su construcción” y, lo más importante, creaba “huertas y daba verdor a los alrededores de la Villa”. La expresión “eres más viejo que el canalillo” procede de ahí.

Hubo Canalillo en varias zonas de la ciudad. Y en algunas puede intuirse su huella. En la imagen, a su paso por la zona del Paseo de la Dirección, en Tetuán.

El desarrollo moderno deja menos huellas

“En desarrollo urbano tienes dos opciones: el de tabla rasa, que destroza lo que había antes como sucedió en el ensanche de Barcelona, y el que surge informalmente”, añade Awad. Cuando la trama surge de manera informal y el ayuntamiento trata de formalizarla es cuando aparecen los trazados fantasma. Como vimos antes, los límites de las fincas permanecen porque cada propietario edifica solo en el suelo que le pertenece.

Sin embargo, el desarrollo moderno tiene mecanismos más justos y que, al mismo tiempo, dejan menos huella. Son las llamadas juntas de compensación. Cuando una ciudad va a hacer un nuevo desarrollo (pongamos, por ejemplo, la Operación Chamartín), todos los propietarios de ese suelo se agrupan para aportar cada uno su trozo y beneficiarse proporcionalmente de la edificación que el ayuntamiento planea para esa zona. Así desaparecen sus fincas. “Se benefician todos”, concluye el profesor. “Y cambia el régimen de tenencia”.

“Antiguamente no teníamos esos mecanismos. En tiempos modernos se hace así, para que haya más coherencia”, apunta Losada. “Básicamente, las juntas de compensación redefinen el parcelario a necesidades más modernas”.

Mientras esto sucede, los arqueólogos del paisaje estudian las líneas congeladas que nos ha dejado la historia. Un ejemplo interesante, sobre el que hay muchas hipótesis pero ninguna certeza, es el del posible anfiteatro romano de Barcelona, con una forma parecida al de la Piazza Navona que abría este artículo. En los informes sobre el tema, los estudiosos se afanan en examinar los trazados fantasma que pudieran confirmarlo. “Si se observa con atención la trama urbana desde el aire, se pueden observar trazas curvas que parecen dibujar una forma elíptica...”

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