La UE pone en marcha una línea de crédito blanda de 240.000 millones sin troika ni 'hombres de negro' para los gastos de la crisis del coronavirus
En la Unión Europea todo va despacio, y todo requiere múltiples procesos. Desde marzo da vueltas la idea de una línea del MEDE, el fondo de rescates de la UE, al que puedan acceder los países con un monto de hasta un 2% del PIB –a fecha del 31 de diciembre de 2019–. Pero hacía falta que pasara por varios Eurogrupos –reunión de los ministros de Finanzas del euro– y Consejos Europeos –cumbre de los líderes– para que fueran definiéndose los detalles fundamentales: que esos préstamos, en total 240.000 millones de euros, no tuvieran los memorandos –MoU– propios del MEDE, que exigían sacrificios y recortes a cambio del dinero, y el examen de la troika y los hombres de negro insertados en los ministerios nacionales.
Todo eso, que fue el sistema de rescate de países como Grecia –y del sistema bancario español–, es lo que la UE está evitando en esta ocasión para esos 240.000 millones para gastos “directos e indirectos” de la crisis sanitaria a un interés blando –en torno al 0,115% anual– con un plazo de 10 años. Y lo que ha terminado de horquillar el Eurogrupo de este viernes, después de que la Comisión Europea el jueves dejara el camino abierto a dejar a la troika en el banquillo, al menos de momento. Esta vez han bastado un par de horas para sellar un acuerdo que venía encauzado.
Así lo certificaban el vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario, Valdis Dombrovskis, y el comisario de Finanzas, Paolo Gentiloni, en una carta enviada al presidente del Eurogrupo, Mário Centeno. “La Comisión centrará su supervisión en los requisitos sobre el uso de los fondos para cubrir costes directos e indirectos relacionados con el sistema sanitario, reflejando la única condicionalidad vinculada a la línea de crédito”, subraya la carta. “La Comisión realizará misiones presenciales 'ad hoc' además de las normales que tienen lugar con regularidad en el marco del Semestre Europeo”, sentenciaban.
Entre las claves de lo aprobado está que “los Estados miembros que soliciten el apoyo se comprometen a utilizar esta línea de crédito para apoyar la financiación de los costes relacionados con la atención médica directa e indirecta, y la prevención de la crisis del coronavirus”. Así, con esa ambigüedad, ¿podrían incluirse pérdidas económicas a consecuencia de las medidas de confinamiento, que son medidas sanitarias preventivas? Se irá viendo a medida que se pidan las líneas de crédito, pero el margen debería ser amplio.
El propio Centeno afirmaba antes de entrar en la reunión: “El Eurogrupo está preparado para cerrar el acuerdo con todas las características y del Apoyo a la Crisis de la Pandemia, fundamentado en el MEDE. Todos los países de la zona del euro podrán obtener préstamos del 2% de su PIB en términos muy favorables y con vencimientos largos. Esto cubrirá sus costes directos e indirectos relacionados con la salud, que se han multiplicado. Esta herramienta estará plenamente operativa a mediados de mayo”.
El presidente del MEDE, Klaus Regling, añadió: “Los créditos blandos no tendrán condiciones adicionales además de dedicar el dinero a gastos relacionados con la salud, y los costes de los préstamos serán marginalmente superiores a 0”.
La “tasa base del MEDE sería: alrededor del 0,01% anual, pero depende de los mercados; más 0,10% anual como margen; más 0,005% anual como tarifa de servicio; más 0,25%, pero solo como una única vez por comisión de apertura”, especifican fuentes del Eurogrupo, que cifran el interés anual de partida en torno al 0,115%.
En las conclusiones del Eurogrupo, se establece “un vencimiento promedio máximo de 10 años para los préstamos y modalidades de precios favorables adaptadas a la naturaleza excepcional de esta crisis”. Además, se afirma que “el Apoyo a la Crisis de la Pandemia es único, dado el impacto generalizado de la crisis del coronavirus en todos los miembros del MEDE. Las solicitudes se pueden hacer hasta el 31 de diciembre de 2022”.
El acuerdo de este viernes sobre el MEDE es parte del paquete ratificado por los líderes europeos el pasado 23 de abril que habían tardado tres días en negociar sus ministros de Finanzas y Economía en el último Eurogrupo –240.000 millones en préstamos sin condiciones del MEDE; avales de 200.000 para empresas vía Banco Europeo de Inversiones, y 100.000 para el programa de desempleo SURE–.
Y aún tendrá que pasar por la junta del propio MEDE y algunos parlamentos, como el holandés y el alemán. Pero los cálculos son que pueda entrar en vigor el 1 de junio, como anunciaba la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, o incluso antes, como confiaba el presidente del Eurogrupo.
El que tiene más problemas es el SURE, como reconocen fuentes diplomáticas. “La discusión es que se puedan meter otros gastos, que no quede limitado. Esperamos que se pueda cerrar en los primeros días de la semana que viene y lo podamos tener. Lo importante es que sea, aunque no esté el 1 de junio. Tiene valor como instrumento de emisión conjunta de la UE. No sólo como fuente de liquidez, no hay urgencia en ese sentido”.
Recelos de España
“Hoy por hoy, el Gobierno de España está encontrando buena acogida en los mercados de deuda”, ha dicho este viernes en la rueda de prensa del Consejo de Ministros la titular de Hacienda, María Jesús Montero: “Los datos de emisión de deuda de las últimas operaciones así lo ponen de manifiesto. Por tanto, nos parece bien que exista el instrumento del MEDE, pero en este momento el Gobierno de España está encontrando, como digo, buena acogida en esos mercados”.
La recuperación: asunto pendiente
Lo que sí que sigue abierto es un elemento clave: la respuesta común para la recuperación. Los líderes acordaron el 23 de abril que había que crear un fondo de recuperación, y lo que han conseguido los países del norte es que ya no estén sobre la mesa los eurobonos, la emisión de deuda mutualizada que pedían España, Francia, Italia y otros seis países.
¿Por qué? Porque Alemania, Holanda, Austria y Finlandia, sobre todo, bloqueaban una decisión que necesitaba unanimidad.
Ahora ya no hay eurobonos, los países del sur se han movido hacia una propuesta de 1,5 billones de inyección de dinero nuevo, respaldado con deuda emitida por la Comisión Europea y que se reparta dentro del paraguas del Marco Financiero Plurianual (el presupuesto de la UE 2021-2027) como transferencias.
Y los eurobonos ahora son los grants (transferencias, en inglés) en la habitación del Consejo Europeo. Es decir, que aquellos cuatro países, más otros llamados frugales, como Suecia y Dinamarca, defienden que más que transferencias, sobre todo han de ser préstamos.
Se hablaba de un plan Marshall. De una hoja de ruta para la recuperación. De grandes sumas de dinero, de instrumentos “robustos”. España puso sobre la mesa una propuesta que alcanzaba los 1,5 billones de euros en transferencias durante la última cumbre de líderes europeos, el 23 de abril pasado.
Pero lo papeles que hacía circular la Comisión Europea, presidida por una ex ministra de Angela Merkel, Ursula von der Leyen, hablaban de 300.000 millones nuevos, de incluso 323.000 millones, que, mediante esas fórmulas que gusta emplear Berlaymont –la sede del Ejecutivo comunitario en Bruselas– como ya hizo con el plan Juncker, se apalancaban y multiplicaban hasta llegar a los dos billones de euros sin explicar muy bien cómo.
Los líderes emplazaron a la Comisión Europea a diseñar una propuesta para el 6 de mayo. Y, por el camino, en la era de los relatos, la narrativa y los marcos, Bruselas ha rebajado el peso del concepto. “Nosotros le llamamos ahora Iniciativa de Recuperación”, ha afirmado el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer: “Lo que la Comisión está trabajando ahora es una iniciativa de recuperación, porque es tanto sobre cómo se recogen los fondos y en cómo los gastas”.
Si el plan de la Comisión no ha llegado el 6 de mayo, tampoco se espera para el 13. ¿Quizá el 20 de mayo? Veremos. Los optimistas dicen que Europa está haciendo en dos meses lo que no hizo en 4 años de la crisis anterior, y con respuestas que atisban un amago de cambio de paradigma.
Mientras tanto, se multiplican los contagios y los fallecidos, y los cálculos de Bruselas son que la zona euro caerá un 8% del PIB en 2020, y que la recesión en España será aún más profunda, del 9,4%.
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