La crisis hizo que muchos ojos se giraran para buscar oportunidades de negocio en España. Las empresas con problemas se convirtieron en un bocado apetecible para los fondos de capital riesgo. Algunos desembarcaron con la promesa de invertir millones de euros, pero las operaciones no siempre acaban bien, al menos para los trabajadores.
Para la plantilla de Unipapel, la llegada de Springwater a finales de 2013 solo supuso el principio del conflicto. El fondo de capital riesgo suizo acordó con el grupo vendedor –Adveo– seguir siendo su principal suministrador de publicidad y propaganda ensobrada. “No se ha cumplido: entraron en una empresa donde había trabajo almacenado y sobraba papel para seguir trabajando. Lo que hicieron es trabajar con ese material pero llegó un punto en que no quedaba papel y nadie pagaba a los proveedores”, asegura la secretaria del sector papel, gráficas, y fotografía de CCOO, Joaquina Rodríguez.
En abril de 2015 los sindicatos averiguaron que la empresa, con la que no ha sido posible contactar, tenía deudas con la Seguridad Social. Unipapel modificó los turnos de trabajo: “Había gente con los brazos cruzados, muchas veces no había material con el que trabajar”. En septiembre del año pasado comenzó el retraso en el pago de los salarios y en abril de 2016 la empresa planteó un ERE.
Desde el 11 de julio y durante un año, toda la plantilla está en casa afectada por un expediente de regulación de empleo temporal. “Springwater les ha asfixiado. Tenían clientes, el problema es que no podían servirles porque no había material y los proveedores cortaron el grifo”, subraya Rodríguez.
Un grupo de 66 trabajadores ha interpuesto una denuncia penal contra la empresa por delitos contra los derechos de los trabajadores, estafa, insolvencia punible y falsedad documental, según informó la Cadena SER. Los sindicatos también estudian impugnar el expediente y posibles denuncias.
“Es un caso prácticamente calcado al de Unipapel”, dice una fuente de los trabajadores de Electrodomésticos Miró. Springwater les compró a finales de 2014 y la empresa tiene ahora un “futuro incierto”. “Entraron diciendo que iban a meter dinero, a abrir más tiendas y luego no han hecho casi nada. La inversión ha llegado con cuentagotas, apenas entra dinero”, señalan.
La empresa, con la que tampoco ha sido posible contactar, tiene ahora una plantilla de cerca de 400 personas repartidas en decenas de tiendas y un ERE aprobado para 110 trabajadores que se ejecutará en septiembre, salvo que un grupo mayorista les compre. “Hay deudas con los proveedores, nadie le da ahora una línea de crédito a Miró”, dicen los trabajadores.
La llegada de un grupo salvador no es la única razón para postergar el ERE hasta final del verano: aunque las nóminas se pagan, no hay dinero para las indemnizaciones, al menos por el momento. Algunos trabajadores están este verano en casa con un permiso retribuido.
¿Qué consiguen los fondos con la compra de empresas en dificultades, cuando no directamente en quiebra? “Pagan una miseria por la compra y la rentabilidad aparejada si logran reflotarla es espectacular”, explica el director de sector financiero del IE Business School, Manuel Romera. Que la operación salga mal está dentro de lo asumible: “No se puede ganar siempre, de diez veces, cinco salen muy bien y cinco salen muy mal, es difícil quedar en tablas”.
Romera deja claro que, en cualquier caso, la vocación de los fondos no es “social” sino económica. “Ganar dinero, como cualquiera. Y se acaba hablando más de las operaciones que salen mal que de las que salen bien, siempre se les critica”.
Blanco, en dificultades
A comienzos de 2014, el fondo saudí Alhokair se hizo con la cadena de tiendas Blanco. La empresa arrastraba meses de dificultades y se encontraba entonces en concurso de acreedores. Alhokair inició una reestructuración que implicó un expediente de regulación de empleo (Blanco ya había aplicado otro anteriormente). La situación, sin embargo, sigue sin ser buena.
“La han llevado a la quiebra, estamos ahí ahí”, llegan a afirmar fuentes sindicales, que aseguran que Blanco, con la que ha sido imposible contactar, no ha pagado el alquiler de muchos inmuebles, por lo que hay varias tiendas embargadas. “La compraron para invertir y aún creemos que sí habrá inversión, pero lo están gestionando muy mal. Es un error constante de organización del trabajo que están pagando los trabajadores”, afirman.