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Se acabó la financiación gratis: España paga por todos los plazos de la deuda por primera vez desde 2015

Imagen de archivo de la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño, tras un Consejo de Ministros. EFE/ Chema Moya

Daniel Yebra

16 de agosto de 2022 13:56 h

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Definitivamente, se acabó la financiación gratis en la eurozona. España ya paga por todos los plazos de la deuda por primera vez desde 2015. El Tesoro Público colocó este martes letras a 3 meses a un interés positivo del 0,145%, tras siete años cobrando por ellas.

El rendimiento del vencimiento más corto de todos a los que España emite deuda era el último que faltaba por entrar en terreno positivo en un contexto de encarecimiento generalizado del coste de financiación, tras subir el Banco Central Europeo (BCE), en julio, los tipos de referencia del 0% al 0,5% para dejar de alimentar la inflación.

Se produce así un hito en nuestro país, que abandona literalmente la era del dinero gratis. La que inauguró el BCE tras la crisis del euro y el rescate a la banca en 2012 para no terminar de ahogar a las economías más endeudadas de la eurozona y favorecer la recuperación, frenada por las medidas de austeridad.

Esta política monetaria expansiva se intensificó con el shock de la pandemia de COVID, pero la institución se vio obligada desde finales de 2021 a ir retirando este estímulo extraordinario, que consistió en bajar los tipos de interés oficiales a mínimos históricos y en crear miles de millones de euros para comprar deuda de los estados y empresas para garantizar la demanda en el mercado, según ciertas condiciones.

Así, ahora afronta el difícil reto de endurecer las condiciones de financiación de forma generalizada para dejar de alimentar la inflación desbocada sin perjudicar especialmente a los países con más desequilibrios fiscales. Entre ellos, siguen la propia España, y Portugal, Grecia e Italia.

En este proceso, nuestro país emite desde junio —teniendo en cuenta todos los plazos— a un coste superior al tipo de interés medio de toda la deuda en circulación, según las estadísticas del Tesoro. Algo que no ha ocurrido en las últimas décadas (ver gráfico), lo que se traduce en que tras caer a mínimos por el apoyo del BCE, el coste medio va a elevarse, incrementando también la factura de intereses a la hace frente el Estado, y que se había estabilizado cerca del 2% respecto al PIB.



El coste que tiene asumir España para conseguir dinero y financiar el gasto público que excede a los ingresos (el déficit) aumenta, pero de momento no hay problemas de demanda en el mercado de deuda, incluso pese a que la participación del BCE es menor.

Eso sí, este año, el Tesoro Público partió con el objetivo de conseguir 75.000 millones, y a cierre de julio cumplía con el 75% de esta meta, lo que refleja que ha pisado el acelerador en la primera parte de 2022 para aprovechar las condiciones extraordinarias.

Diferencias con la crisis de deuda de 2010-2012

En este contexto de retirada de estímulos monetarios, el BCE sigue velando por no socavar la recuperación económica con su actuación —aquí se explican los mecanismos que está utilizando—. Es solo una de las diferencias de la actual situación respecto a la crisis del euro de 2010-2012, pese al mayor sobreendeudamiento de la economías de la eurozona tras el shock del COVID.

La situación es diferente porque la voluntad de las instituciones europeas ha cambiado y, sobre todo, porque las favorables condiciones de financiación de los últimos años hacen que las facturas de intereses de cada ejercicio sean muy inferiores en general (de cerca del 2% frente al 3,7% de 2013, en el caso de nuestro país), y que las previsiones no las sitúen mucho más elevadas en el medio plazo, aunque haya comenzado un ciclo de subida de tipos.



Mientras, la actividad económica sigue en plena reconstrucción, pese al freno que suponen la guerra y la propia inflación, con España liderando las tasas de crecimiento en la UE, según se van desplegando los fondos de recuperación.

En un contexto como el actual, de endurecimiento generalizado de las condiciones de financiación (también de las hipotecas y de todo tipo de préstamos), no solo es importante que España parta de un coste en mínimos históricos, sino también haber conseguido un vencimiento medio en máximos.

España tendría ocho años para renovar toda su deuda, frente a los siete años de Italia y Portugal. Nuestro país ha aprovechado el apoyo del BCE para alargar la vida de su deuda en conjunto, lo que se conoce como vencimiento promedio. Esto es un claro argumento de estabilidad: hay tiempo para refinanciar los diferentes bonos sin tener que hacer grandes esfuerzos en el peor momento, como ocurrió en 2012, cuando se emitieron bonos a más del 5% en el mercado primario. El bono de referencia, a 10 años, está ahora al 2%.

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