Aceite, pasta, carne, cereales… así se ha encarecido la cesta de la compra

A pesar de cierto respiro en los precios de la luz, la inflación se mantiene en este inicio de año en máximos de las últimas décadas y la percepción generalizada es que los sueldos tienen que dar más de sí para comprar lo mismo, dado que los salarios no han aumentado en la misma medida.

Esa percepción de que los precios suben también llega a la cesta de la compra, a pesar de que no es igual el encarecimiento de todos los productos y que, de momento, están subiendo –aunque no todos– menos que el IPC general.

Al hablar de alimentación, el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace dos cestas. Por un lado distingue entre alimentos elaborados, que en el mes de enero elevaron su tasa de inflación al 4%. Entre estos productos están, por ejemplo, el pan, las pastas, los aceites, la leche o los yogures. 

Por otro lado, distingue los alimentos no elaborados, donde están las legumbres y hortalizas, la carne de ovino y de caprino o el pescado. En ellos, la inflación en un año se ha situado en el 5,2%. 

Ambas categorías están por debajo del IPC al cierre de enero, que se situó en el 6,1%. La inflación sigue en máximos pero con cierto respiro por los precios de la luz, que en el último mes tuvieron una evolución a la baja del -3,5%, compensada en sentido contrario por los carburantes y el gas, que repuntaron un 3,2% y un 5% en el primer mes del año. En cambio, si se ven los carburantes y los combustibles desde hace un año, estos se han disparado más de un 24%.

Precisamente esos carburantes son relevantes a la hora de marcar los precios que pagamos en los 'súper' e hipermercados porque llegan a suponer hasta el 10% del precio final, de lo que se paga en caja, según indican fuentes del sector. Unos carburantes, señalan, que empezaron a subir hace ya un año y donde no hay percepción de bajada, al menos, a corto plazo. 

Los alimentos que más suben y los que menos

Si se ven los precios con perspectiva de un año, el que se lleva la medalla de oro por su subida es el aceite. El de oliva, según los datos publicados por el INE, se ha encarecido más de un 30% en los últimos doce meses y, si miramos otros tipos de aceites –que en su mayoría dependen de importaciones–, el alza es de más del 37%. 

En el caso del aceite de oliva, detrás está, sobre todo, la evolución de las cosechas y, si esta no despega, no es previsible una rebaja de precios en 2022. Según el Ministerio de Agricultura, la cosecha de 2021 se situó en el entorno de los 1,3 millones de toneladas, ligeramente por debajo del año anterior.

Después del aceite, las mayores subidas, en términos anuales, están en alimentos ligados a los cereales, donde hay presión internacional por el coste de las materias primas, los fletes y las tensiones en Ucrania, uno de los mayores productores de trigo del mundo. 

En cambio, hay alimentos, como los frutos secos, que hoy están más baratos que hace un año, o en los que las subidas no llegan al 1%, como ocurre con la carne de porcino, las legumbres y las hortalizas frescas o el azúcar. 

Y, si se ven los datos solo del último mes, en enero han bajado los precios del ovino, de la fruta o del cacao, entre otros; y la mayor subida en una categoría específica ha sido en el arroz, del 5% en el primer mes del año.

También hay productos básicos, como la leche, las patatas o los yogures, que en el último mes han subido de forma moderada, en el entorno del 1,5%: lejos de la inflación general pero encareciendo, aunque sea de forma contenida, la cesta de compra más habitual.

Un modelo de consumo diferente a la prepandemia

El sector coincide en que los últimos meses, de presión de precios por la luz, los carburantes y las materias primas, no han sido fáciles ni para fabricantes ni para distribuidores, que son conscientes de que, si trasladan toda la subida de costes a los precios finales, los clientes se irán a las marcas y a las tiendas que sean más baratas.

En el recuerdo aún está la crisis de 2008, que provocó rotos en las cuentas de resultados de las empresas. De momento, aseguran desde el sector, hay sensibilidad por parte de los clientes, preocupados por la inflación, pero no un cambio de tendencia relevante que apunte que va a desatarse una guerra de precios. Sin embargo, reconocen que, en alimentación, la situación puede cambiar de un momento a otro.

En parte, argumentan, porque el sector aún está en un momento de consumo pandémico. Aunque la capacidad y el aforo de los restaurantes está volviendo prácticamente a la normalidad, una parte sustancial del consumo que se hacía en bares y restaurantes en 2019 se sigue haciendo en casa. 

Esa situación hace que, por ejemplo, alimentos muy ligados a la restauración como son el marisco o el vino no estén disparados. En el caso del marisco fresco –donde impacta el coste de los carburantes–, en el último año se ha encarecido un 4,5%. Mientras, el vino, en estos últimos 12 meses, ha bajado. En concreto, un 0,7%, según las estadísticas del INE.

Esta situación de cambio de pautas y criterios de consumo y de inflación que se prevé temporal hace que sea difícil para el sector saber qué va a pasar en los próximos meses, qué harán los precios y cómo se van a comportar los consumidores.

“Hace un año no pensábamos que el gas se fuera a disparar como lo ha hecho, que la luz nos iba a ahogar y que las cadenas de suministro iban a ser un problema”, explican fuentes de una compañía de distribución.

De momento, la previsión es que la inflación general comenzará a aflojar. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado este miércoles sus previsiones sobre España. “Es probable que la inflación general se mantenga elevada a principios de 2022, debido a los altos precios de la energía y las interrupciones en la cadena de suministro, pero debería moderarse en la segunda mitad del ejercicio a medida que estos factores se disipen”, asegura el organismo internacional en su informe. De hecho, de cara a final de año, prevé que la inflación frene en seco hasta el 0,5% y vuelva a remontar en 2023 hasta el entorno del 1,3%.

En España, Funcas también prevé un respiro en los precios, pero más moderado. “La tasa de inflación subirá de nuevo en febrero hasta el 7,1%, y de media anual se situará en el 4,6% (frente a un 3,7% en la previsión anterior). Se espera una tasa interanual en diciembre del 1,2%”, indica en el informe publicado esta semana. De nuevo, estas previsiones dependerán de qué ocurra con el gas y la luz, pero también de cómo se resuelva la tensión en Ucrania. Y eso afectará a lo que se pague en el 'súper'.