Los datos siguen profundizando en el frenazo de la economía de España y del conjunto de la eurozona. El último aviso se ha conocido este miércoles: el índice adelantado PMI sobre la industria de octubre solo fue peor en nuestro país en los meses del gran confinamiento por la pandemia, entre marzo y mayo de 2020, y, anteriormente, en la crisis de deuda de 2012.
La actividad de las fabricas en España sumó en octubre cuatro meses de contracción por primera vez desde el gran shock de la COVID, según este indicador que calcula S&P Global en base a encuestas realizadas a 400 empresas manufactureras entre el día 11 y el 24 del pasado mes.
Este índice PMI muestra que los nuevos pedidos a la industria de España cayeron en octubre a niveles de mayo de 2020 por el golpe de la inflación. Un panorama de recesión que se extiende a toda Europa. Incluso, las fábricas de Alemania, Francia o la eurozona en conjunto estarían sufriendo un daño mayor.
“Las elevadas presiones de los precios siguieron siendo motivo de preocupación para muchas empresas. Si bien hubo algunas noticias positivas a este respecto, ya que tanto los precios pagados como los precios cobrados aumentaron a tasas mucho más lentas en octubre, los niveles de inflación se mantuvieron elevados”, apunta el equipo de economistas de S&P Global.
Los ERTE (Expeditente de regulación temportal de empleo) aplicados por Acerinox en Los Barrios o por ArcelorMittal en las plantas de Lesaka, Legasa y Berrioplano son una materialización de la contracción que muestra el índice PMI de la industria. Y también la caída del consumo de carburantes y gas, que han reducido su precio en las últimas semanas, junto a otras causas.
También recurrieron al ERTE en septiembre ante el asfixiante incremento de los costes la maderera Finsa, la soriana Norma Doors, o empresas del azulejo como Grespania, Azuliber... y hasta Seat, en su caso por la escasez de semiconductores. Más recientemente lo han planteado el aserradero Losán en Soria o Ferroglobe; y Ford ha prorrogado el de Almussafes, entre otros.
Esta situación convierte en crucial que la excepción ibérica y las subvenciones al transporte aprobadas por el Ejecutivo de coalición hayan conseguido que España sea el único país de los grandes de la UE donde bajó la inflación general en octubre.
Caídas de la producción y de los pedidos
“El deterioro de las condiciones operativas estuvo estrechamente ligado a las caídas severas y aceleradas tanto de la producción como de los nuevos pedidos”, inciden en S&P Global.
“La incertidumbre de los clientes y las condiciones del mercado enormemente desafiantes caracterizaron la caída de las ventas, no solo a nivel nacional sino también en el extranjero”, continúa este equipo de expertos. “Los nuevos pedidos de exportación disminuyeron por octavo mes consecutivo y lo hicieron a un ritmo considerable”, concluye según los datos de la encuesta PMI.
El consumo de las familias resiste
En España, la economía creció un 0,2% en el tercer trimestre por la resistencia del consumo al golpe la inflación, respecto al periodo entre abril y junio. El dato adelantado de PIB (Producto interior bruto) entre julio y septiembre confirmó el frenazo de la actividad en España, aunque también reflejó el impulso de la primera temporada turística completa y sin restricciones por la pandemia de COVID desde 2019.
El consumo resiste por el ahorro acumulado en la pandemia (aunque de manera muy desigual) y por la fortaleza del mercado de trabajo tras la reforma laboral. La tasa de paro en 12,7% y la mayor estabilidad de los contratos conforman el principal dique de contención de esta crisis. La mayoría de hogares mantienen sus rentas. Mermadas, por supuesto. Pero las mantienen.
En el segundo trimestre, el PIB rebotó un 1,5%, por encima de todas las grandes economías de la eurozona y de las previsiones. De nuevo, el estancamiento esperado para el tercer trimestre era más acusado, pero la sorpresa vuelve a ser positiva pese a la crisis energética y la incertidumbre por la invasión rusa de Ucrania.
Según el dato publicado por el INE (Instituto Nacional de Estadística), el principal motor del crecimiento durante el verano fue efectivamente el gasto de los hogares, que avanzó un 1,1% frente al segundo trimestre. Solo un décima menos que lo que creció trimestralmente en ese periodo anterior.
De cara al conjunto de 2022, el Gobierno prevé un incremento de la actividad del 4,4%. El aumento interanual (respecto al mismo periodo del año anterior) de la actividad económica del 6,7% en el primer trimestre, del 6,8% en el segundo y del 3,8% en el tercero apuntan ya a una media en el año que prácticamente cubre esta nueva estimación.
Es decir, el propio Ejecutivo asumía una ralentización de la economía en el tercer y el cuarto trimestre. Este frenazo de la economía española en la segunda parte del año se debe inevitablemente al daño de la inflación, incluso pese al positivo verano. De hecho, está siendo mucho más preocupante en la industria que en los servicios. Pero podría no ser “una recesión técnica [dos trimestres consecutivos de contracción de la actividad]”.