Adiós Bañuelos, hola SPAC holandesa: el salto a Bolsa del fabricante de furgonetas que se quedó con la fábrica de Nissan
¿Qué tienen en común Enrique Bañuelos, fundador de la inmobiliaria caída en desgracia Astroc, con la histórica marca de coches Hispano Suiza, la Fórmula E impulsada por Alejandro Agag, la antigua fábrica de Nissan en Barcelona y una SPAC holandesa? Que todas comparten un mismo vínculo, el fabricante de vehículos eléctricos QEV Technologies.
Para hilar esta conexión, en la que hay más nombres ilustres como el del ex piloto brasileño Emerson Fittipaldi, hay que tejer la transformación de esta automovilística. Nació hace una década enfocada a la competición deportiva y los coches de lujo y, en la pandemia, vio la oportunidad de fabricar furgonetas y autobuses enchufables. Ahora ha decidido saltar a Bolsa para captar fondos.
Y, para hacer esto último, se ha decantado por su fusión con una Special Purpose Acquisition Company (SPAC en sus siglas en inglés), denominada Spear Investment. Se trata de una especie de empresa cascarón, que cotiza en Países Bajos pero que hasta ahora no ha tenido actividad en la economía real. Las SPAC vivieron su momento dorado hace dos años cuando todo el que quería ser algo en Wall Street constituía una sociedad de este tipo, a la espera de captar alguna empresa que quisiera cotizar, y llegaron a mover miles de millones de dólares.
Las SPAC ya se ven como burbuja, que se pinchó casi tan rápido como se infló, pero aún sirven cómo opción para cotizar. “Hemos estado buscando durante un año, mirando cuáles eran las opciones en España de una IPO [Initial Public Offering, la expresión en inglés de salir a Bolsa]. Era complicado”, explica a elDiario.es Joan Orús, consejero delegado de QEV Technologies. “Hemos hablado con cinco SPAC, la mayoría de Estados Unidos”, apunta. Reconoce que, en ese mercado “las valoraciones” de este tipo de sociedades “llegaron a ser una locura” pero matiza que en el caso de Spear Investment la situación es diferente. “Están cotizando en Europa, en Euronext, que es una Bolsa estable, con valoraciones más lógicas”.
La previsión es que la fusión de QEV Technologies y Spear dé lugar a una compañía valorada en 209 millones de euros. El fabricante de vehículos eléctricos lograría una inyección de fondos de 23 millones de euros que pueden llegar a ser 45 millones si se da entrada a más accionistas.
Otro pinchazo de Bañuelos
Cuando QEV Technologies y Spear culminen su fisión y el fabricante cotice, su accionariado cambiará. Es ahí donde entra el nombre de Enrique Bañuelos. O mejor dicho, sale. Bañuelos fue uno de los grandes protagonistas de la burbuja inmobiliaria. Sacó a Bolsa Astroc en 2006 valorada en 775 millones de euros. Entonces, era considerado una especie de rey midas del ladrillo. Consiguió que Amancio Ortega invirtiera en su compañía, elevó su valor en el parqué a 9.000 millones. Hasta que, en la primavera de 2007, se vio que no era oro todo lo que relucía y comenzó su caída libre.
Bañuelos aterrizó en el accionariado de QEV a través de la sociedad Inzile, un fabricante sueco de furgonetas eléctricas. Mediante un holding, controló casi el 19% del capital de QEV. Ya no es así. “Enrique Bañuelos no es accionista. [Su participación] la lleva un administrador concursal”, afirma Joan Orús. “Hizo un swap [un intercambio financiero] de acciones con una empresa sueca y la quebró. Se quedó sin la empresa sueca y sin las acciones de QEV. No está”, recalca. “Compró unas acciones de Adrián Campos y por eso fue parte de la compañía. Hizo el swap y quebró”, resume su consejero delegado. Campos, expiloto de Fórmula 1 que falleció en 2021, fundó QEV junto a Orús en 2011.
Ahora la participación de Bañuelos está en manos de un administrador que ha apostado por seguir en el capital de la empresa. “Ha decidido mantener las acciones. No tiene urgencia, las venderá en un año”, asegurá Orús.
De momento, el CEO no desvela cómo va a quedar el accionariado. Asegura que aún hay negociaciones en marcha. “Los actuales accionistas [de QEV] nos quedamos el 74% de la compañía. Los promotores de la SPAC, el 6%; y el 20% será para nuevos socios. La composición final del 20% es algo que se podrá saber en septiembre”, matiza. En ese 6%, el que conservarán los impulsores de la SPAC Spear Investment, también hay nombres conocidos. Según esta información publicada por El Confidencial, entre los inversores de la SPAC neerlandesa figuran los Entrecanales, la familia Andic (propietaria de Mango) o los accionistas del fabricante de celulosa Miquel y Costas.
Fabricar en 2024 en la antigua planta de Nissan
Con su fusión con la SPAC, el fabricante de eléctricos aspira a dar su salto en el terreno financiero y a ganar visibilidad entre los inversores. De momento, es una compañía pequeña comparada con los gigantes de la automoción. Tiene casi 140 empleados y ha fabricado 250 vehículos.
“La compañía nació en el motorsport. Hemos estado en el Acciona / Sainz XE Team, en la Fórmula E”, enumera Orús. Esta última, una versión eléctrica de la Fórmula 1, también tuvo a Enrique Bañuelos entre sus inversores, de la mano de Alejandro Agag, el yerno del expresidente del Gobierno José María Aznar. Y participa en Fittipaldi Holding, con sede en Luxemburgo, para comercializar eléctricos bajo el nombre del expiloto. “Nos conocen en el motorsport y hace unos ocho años empezamos el desarrollo de vehículos de alta gama, de más de 1.000 caballos, con acuerdo con Hispano Suiza. Son pocos, 25, pero 100% eléctricos. Esa tecnología la queremos aplicar a la movilidad eléctrica, en las furgonetas, en el reparto de última milla y en los autobuses, en el transporte público”.
De momento, sus coches llegan de China. “Queremos traer la fabricación a España”, en la antigua factoría barcelonesa de Nissan. La previsión es comenzar a ensamblar aquí en enero y llegar el próximo año a entre 1.000 y 2.000 unidades. El tercer año, a 10.000. Y, el potencial, 60.000 vehículos eléctricos. Eso sí, bajo marcas de terceros. Entre los clientes de sus furgonetas eléctricas están empresas como el fabricante de pan y bollería Bimbo.
Ayudas del PERTE VEC
Una factoría en Catalunya que requiere inversión. En la presentación de la fusión entre la SPAC y QEV -que figura en la web de Spear- se detalla que la planta requiere una inversión de 115 millones de euros para adaptarla a las nuevas necesidades operativas. Una financiación que, en parte, llega de la mano de los fondos europeos. QEV ha sido una de las beneficiadas del PERTE del vehículo eléctrico y conectado, conocido como PERTE VEC. En la primera convocatoria, se adjudicó fondos por valor de 65 millones y aspira a otros 30 millones en el PERTE VEC II, que acaba de echar a andar.
Con esos fondos y el acelerón que espera dar, QEV prevé ser rentable este año. De momento, está en números rojos, según apunta en la citada presentación a inversores. En concreto, en el último ejercicio perdió 5,6 millones de euros e ingresó 13,4 millones.
Si llega a beneficios al cierre del año, lo hará cotizando en Países Bajos pero asegura, los impuestos ligados al negocio se mantendrán en España. “Con la SPAC buscábamos una opción donde quede claro que la sede fiscal y el domicilio se quedan en España, pero se está cotizando en el mercado de Ámsterdam”, argumenta el consejero delegado de QEV. “No tenemos ninguna intención de mover la fiscalidad de la parte operativa”.
En esa presentación a inversores, la empresa apunta que, por los números rojos que arrastra, QEV tiene bases imponibles negativas pendientes de compensar por importe de 11,5 millones de euros. Tampoco prevé traerse la cotización a España. “Euronext es un mercado más grande que el español”, justifica Orús. “Allí hay más potencial”.
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