La primera privatización en Grecia desde que Syriza se hizo con el poder en enero será bastante ventajosa para el ganador: Fraport, la compañía alemana de transporte que opera en el aeropuerto de Fráncfort, se ha hecho por 1.200 millones de euros con nada menos que 14 terminales regionales en territorio heleno, muchas de ellas enclavadas en emplazamientos turísticos que hoy viven un auge de llegadas (favorecidos por la inestabilidad del Magreb y de Oriente Próximo). El primer gran paquete de activos privatizados con Alexis Tsipras como primer ministro se lo lleva mayoritariamente un consorcio cuyos accionistas mayoritarios son dos administraciones públicas, el land de Hesse y la propia ciudad de Fráncfort.
Tsipras ha tenido que revertir simplemente lo que había paralizado desde su llegada al poder, especialmente tras el agónico acuerdo del pasado 13 de julio con los acreedores. Fraport y su socio griego Copelouzos (dedicada al sector energético) llevaba tiempo detrás de los aeropuertos: en la memoria anual de 2014 se recuerda que la firma de transportes germana había sido tildado de “ofertante preferido” la víspera de las elecciones que auparon a Syriza al Gobierno. Después se paralizó la privatización durante las tensas negociaciones. En la memoria también se valoraba la oportunidad de negocio que ofrecen estos 14 aeropuertos turísticos por el alza de pasajeros que están experimentando todos ellos.
“En 2014 estos aeropuertos registraron conjuntamente hasta 22,1 millones de pasajeros”, dice la memoria. “En comparación con el año precedente, esto supone un aumento del 15.9%”. En el informe anual se fija idéntico precio: “El precio de compra para la adquisición de estas terminales establece un pago anticipado de 1.234 millones así como un pago anual mínimo de 22,9 millones por la concesión”.
Esa misma cantidad, 22,9 millones de euros, deberá ser abonada por Fraport en concepto de alquiler de las terminales, según la letra pequeña del acuerdo firmado ahora. También tendrá que pagar a las autoridades griegas un 25% del beneficio bruto, intereses, ingresos por amortización y las tasas correspondientes a la Autoridad de Aviación Civil del país. Finalmente, Fraport se ha comprometido a invertir 330 millones para “acondicionar los aeropuertos en los cinco primeros años” -sale a cinco millones de euros por aeropuerto-, así como un total de 1.400 millones en las próximas cuatro décadas.
Las concesiones por 40 años, prorrogables otros 10 años más, se han dividido en dos grupos, A y B. En ambos aparecen nombres familiares para el turismo de costa mediterránea: en el primero están Tesalónica, Aktio o Kavala, que se encuentran en la península, pero en ese mismo grupo aparecen las muy turísticas Corfu y Chania (en Creta), y también Kefalonia y Zakynthos. En el grupo B están Rhodes, Kos, Samos, Lesvos, Mykonos, Santorini y Skiathos.
La apuesta de Fraport tiene una connotación claramente turística. Como curiosidad, en la misma memoria anual del pasado ejercicio aparece una cita cuasi-premonitoria del proceso de privatización: “A finales de 2015 o a principios de 2016 como tarde esperamos cerrar la transacción y tomar el control de la operación de los aeropuertos helenos”. Al final, la transacción ha sido cerrada mucho antes de lo previsto y eso a pesar de las terribles discusiones en torno al problema de la deuda griega.
En la memoria semestral de 2015 de la compañía germana se destaca una subida firme de ingresos y la expansión internacional prevista por la empresa. Fraport tiene el control efectivo de la actividad operacional en varios aeropuertos internacionales, caso del de Anatolia (Turquía), Burgas y Varna (Bulgaria), Liubliana (Eslovenia), Pulkovo (San Petersburgo, Rusia) o Lima (Perú), así como varias terminales en Estados Unidos. Amén de operar en el Aeropuerto de Fráncfort, que es el tercero de Europa en número de viajeros solo por detrás de Heathrow (Londres) y Charles De Gaulle (París).