Los ahorradores están condenados a asumir riesgo si quieren una mínima rentabilidad

La última subasta de letras del Tesoro a un año vista dejó claro a los pequeños ahorradores que ya no podrán contar con uno de los tradicionales productos de ahorro sin riesgos: la renta fija española a corto plazo. Lejos quedan las campañas de captación de inversores domésticos que se llevaron a cabo durante los años más duros de la crisis económica, cuando las letras a tres meses llegaron a subastarse al 5,22%. El ahorrador particular ha pasado de tener deuda española por 10.205 millones de euros en 2008, año en el que la crisis empezó a tomar cuerpo, a los 5.574 millones del pasado mes de septiembre, es decir, casi la mitad que hace siete años.

La caída de la rentabilidad de las letras ha llegado hasta presentar intereses negativos, es decir, que el inversor paga al Estado para que le custodie su dinero. Este es el principal motivo de esta huida del pequeño ahorrador español. El desencadenante de esta situación es un cúmulo de factores, que, si se sostienen en el tiempo, pueden ser perjudiciales para la economía. Enrique Borrajeros, presidente del Comité de Comunicación de EFPA España, explica que la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) ha inundado el mercado de efectivo, lo que ha provocado la sensación de que el dinero vale poco. Un efecto que se agudizará en el futuro inmediato tras la última reunión de la autoridad monetaria europea, en la que el organismo decidió rebajar su facilidad de depósito al -0,3% desde el -0,2% anterior, es decir, cobrará por los depósitos de las entidades un 0,3% para estimular la concesión de préstamos al penalizar a la banca por aparcar su dinero sobrante en el BCE. En definitiva, más dinero en circulación.

A este factor Borrajeros suma el hecho de que la percepción de riesgo que planeaba sobre España se ha reducido. José Antonio Cortés, Director General de GVC Gaesco Pensiones, añade como causa de las rentabilidades negativas de la deuda española (un fenómeno que es más acusado en el resto de Europa) la ausencia de inflación en un contexto de sobrecapacidad en un mundo globalizado.

La coyuntura económica hace descartar otro de los grandes vehículos de ahorro sin riesgo de los españoles, la imposición a plazo fijo, es decir, el depósito de toda la vida. Esta opción, según Cortés, solamente es válida para aquellas personas que se conforman con la acumulación de efectivo porque debido a la ausencia de inflación el ahorrador no pierde poder adquisitivo. Hay que tener en cuenta que las mejores IPF (las siglas de Imposición a Plazo Fijo) ofrecen una rentabilidad del 1% en el mejor de los casos. Un ejemplo de ello es la cuenta de Coinc (entidad accesible a través de Internet y vinculada a Bankinter, que recientemente ha rebajado el tipo con que retribuye los ahorros de sus clientes del 1,10% al 0,8%). Tampoco resultan atractivos, por los mismos motivos, otra de los productos estrella para los ahorradores españoles, tradicionalmente conservadores: los fondos garantizados. Además, si hay una mínima comisión por la disposición de efectivo, reembolso o gestión de sus productos, se borra casi definitivamente cualquier nimia ganancia.

Opciones de inversión

En este escenario, el pequeño ahorrador tiene tres opciones, según Borrajeros: asumir más riesgos para hacer crecer su hucha, poner su dinero en productos a más largo plazo o consumir. “Y ya se está viendo un aumento del consumo en España”, explica. Para Julio Rodríguez López, miembro de Economistas frente a la Crisis y vocal del Consejo Superior de Estadística, “rentabilidad, nunca más que ahora en España, implica algo de riesgo. De no asumirse ningún riesgo, la rentabilidad que se puede obtener sería simbólica” dice.

Cortés, por su parte, cree que al ahorrador, solo le queda invertir, “que no es lo mismo que ahorrar”. El experto aclara que para engordar la hucha en los tiempos que corren es necesario invertir activamente según el perfil de riesgo de cada ahorrador. “Si la tolerancia al riesgo es baja, hay alternativas a las letras del tesoro y la deuda pública a corto plazo a través de fondos conservadores” que deben incluir fondos de retorno absoluto (aquellos que con una gestión activa logran desvincularse de la tendencia de los mercados), renta fija mixta, de renta fija corporativa, o bien fondos de deuda high yield. “Con una buena diversificación en este tipo de producto, el riesgo es mínimo”, concluye Cortés.

Carlos Llaca, manager del departamento de Desarrollo de Negocio de Atl Capital, considera que en la renta fija existen otras opciones interesantes como los fondos que incluyen bonos convertibles (que dan la opción de conversión en acciones de la compañía al vencimiento del bono). También se pueden incluir en las carteras fondos mixtos con una exposición moderada a renta variable. Según Llaca, la bolsa es en estos momentos el activo con mayores opciones de revalorización futura y, en concreto la renta variable europea que se encuentra en unos niveles de valoración atractivos. Pero, para evitar sustos derivados del corto plazo, el horizonte debe ser a varios años vista, tal y como aclara Borrajeros. Recuerde de nuevo, todas estas inversiones entrañan riesgo.

Rodríguez ve otras opciones. Una de ellas es la posibilidad de reinvertir el efectivo acumulado en el negocio propio, en el caso de que el ahorrador sea trabajador por cuenta propia. Otra, adquirir vivienda de segunda mano para alquiler. El economista recuerda que, según los últimos datos del Banco de España, la rentabilidad bruta por alquiler en el segundo trimestre del año alcanzó el 4,6%. Eso sí, no vale alquilar cualquier piso. Rodríguez considera que sólo da rentabilidad la vivienda de segunda mano situada en un contexto urbano y con estación de metro cercana y aconseja un buen asesoramiento legal para acometer esta inversión.

Las bajas rentabilidades en el ahorro conservador también se dejan sentir en la oferta de productos con los que cuentan los ahorradores. “Esta situación está llevando a la proliferación de los productos de retorno absoluto y a la sofisticación de los fondos de renta fija hacia un mayor dinamismo en la gestión. Pero sobre todo, lo más importante es que conlleva una bajada de las comisiones y un auge del asesoramiento cualificado”, explica José Antonio Cortés. Borrajeros explica que un asesor financiero puede costar entre el 1% y el 1,5% del patrimonio a invertir del ahorrador.

Las claves de la fiscalidad del ahorro

El aspecto fiscal suele ser uno de los condicionantes a la hora de elegir uno u otro producto de ahorro. Los rendimientos de los depósitos a plazo fijo cuentan con una retención para las ganancias de hasta 6.000 euros del 19%; las plusvalías entre 6.000 y 50.000 euros tributarán al 21%, y las que superen los 50.000 euros pagarán al fisco un 23%. Los fondos de inversión sólo tributan plusvalías cuando se rescata el capital. Los traspasos entre fondos están exentos de hacer cuentas con el fisco. En los planes de pensiones, el ahorrador podrá desgravarse las aportaciones hasta 8.000 euros al año.

Pero hay voces que sugieren que algunos cambios en el tratamiento fiscal del ahorro podría ser incentivador. Julio Rodríguez pide la reintroducción de los rendimientos derivados del pequeño ahorro en el IRPF, “para que la tasa que pagan los ahorradores con menores ingresos sea inferior”. Enrique Borrajeros, por su parte, vería con buenos ojos que los incentivos fiscales para el ahorro de cara a la jubilación no estén vinculado a un solo producto y que las plusvalías generadas por ese ahorro para el retiro cuente con un tratamiento como si fueran rentas del capital y no como rentas del trabajo.