La tasa de ahorro de los hogares se situó en mínimos históricos en 2018: alcanzó el 4,9% de la renta bruta disponible al cierre del ejercicio. Este nivel se encuentra 0,6 puntos porcentuales por debajo del registrado en 2017 y es también 1 punto porcentual inferior a la tasa de ahorro de 2007, cuando se marcó el mínimo de la anterior fase expansiva, según el informe Evolución de los flujos y los balances financieros de los hogares y las empresas no financieras en 2018 del Banco de España.
El exiguo nivel de ahorro de los hogares en España no está en consonancia con la tendencia ascendente en la adquisición neta de activos financieros por parte de las familias, cuyo nivel se situó en 2018 en el 2,3% de su renta bruta disponible , 0,3 puntos porcentuales más que el año anterior. La clave es que la mayor parte de estas inversiones se materializaron en forma de depósitos bancarios (4,4% de la renta bruta disponible), que experimentaron un notable incremento respecto a 2017.
En cambio, las adquisiciones netas de fondos de inversión (1,2% de la renta bruta disponible) disminuyeron de forma significativa respecto a 2017 y registraron su nivel más reducido desde 2012. El Banco de España justifica esta aversión de los hogares al riesgo inversor en las “caídas de las cotizaciones bursátiles y de la rentabilidad de los fondos de inversión registradas durante 2018 . Estas caídas fueron especialmente significativas en el último tramo del año, principalmente como consecuencia de una política monetaria por parte de la Reserva Federal menos acomodaticia de lo esperado por el mercado, de la publicación de indicadores macroeconómicos que decepcionaron las expectativas, y del pesimismo en torno a las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China”.
Por este motivo, en 2018, por primera vez desde 2012, el patrimonio financiero bruto de las familias se redujo como “consecuencia de una caída del precio de los instrumentos financieros cotizados en el conjunto del año, que no pudo ser compensada por el aumento de la inversión en activos”, según recalca el documento del organismo regulador.
Así la riqueza financiera bruta de las familias cayó un 1,6% en 2018, hasta el 293% de su renta bruta disponible, revirtiendo la tendencia ascendente iniciada a partir de 2012. Esta caída vino determinada por el descenso del precio de los activos financieros registrado durante el ejercicio, que afectó principalmente al patrimonio materializado en forma de acciones y otras participaciones, y al patrimonio en forma de fondos de inversión (que cayó por primera vez en los últimos siete años hasta el 42% de la renta bruta disponible).
En contraposición a estos descensos, el peso de los depósitos bancarios en el patrimonio de los hogares aumentó en 1 pp, por lo que estos activos, que suponen el 113% de la RBD, siguen representando el principal componente de la riqueza financiera bruta de los hogares. Este avance se concentró, un ejercicio más, en los depósitos a la vista (88% de la RBD, frente al 81,5% del año anterior), mientras que se redujo el peso de las cuentas a plazo (hasta el 25,1% de la RBD). Por último, el efectivo continuó la tendencia descendente de años anteriores, y alcanzó en 2018 niveles cercanos al 7% de la RBD.
Por otro lado, la deuda bancaria de las familias descendió hasta el 96% de su renta bruta disponible (RBD), 3 puntos porcentuales menos que en 2017. En términos del PIB, la deuda de este sector se redujo en 2 puntos porcentuales durante 2018, hasta el 59%, 26 puntos porcentuales por debajo del valor máximo de 2010 y 1 punto porcentual por encima de la media de la UEM.