Dos trabajadores demandarán a Amazon por despedirles cuando iban a montar una sección sindical en Sevilla

Analía Plaza

12 de julio de 2021 22:50 h

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El pasado viernes 11 de junio, Pedro Luis Expósito y su hijo, Daniel Luis López, recibieron sendas cartas de suspensión de empleo de Amazon. Trabajaban allí desde 2019: empezaron en el almacén de Getafe, saltaron a Coslada y en agosto de 2020 consiguieron un puesto fijo en el departamento de calidad de Dos Hermanas, Sevilla. Este es uno de los últimos centros que ha abierto la multinacional en España y destaca por estar robotizado. “Hay mucha presión y, por decirlo de alguna manera, mucho gobierno de la tecnología”, avanza Daniel.

Las cartas, revisadas por elDiario.es, eran muy similares. Amazon les abría expediente por “indisciplina o desobediencia en el trabajo”. En ambas se pueden leer los siguientes párrafos: “La compañía ha tenido conocimiento de que usted viene manteniendo desde hace algunos meses una conducta negativa, reflejando continuas carencias a la hora de trabajar en equipo y de seguir instrucciones de sus superiores. Esta actitud negativa, además, afecta al desempeño grupal”. La empresa daba tres días para responder con alegaciones antes de adoptar su “decisión final”.

“Estábamos trabajando. A las seis de la mañana, me llega un mensaje y mi mánager me dice: recoge y ve a Recursos Humanos. Paso por mi supervisor de Calidad y dice que no sabe nada. Bajo. Pregunto por qué me suspenden. La responsable de Recursos Humanos dice que no vamos a discutir. Me da un documento que habla de mal comportamiento, indisciplina y bajo rendimiento. Dice: si quieres lo puedes leer en casa, pero firma”, relata Daniel. “Pregunto al mánager, porque yo nunca tuve un percance. Y la respuesta es: no vamos a discutir. Firmé no conforme, fui al coche y a los diez minutos salió mi padre. Le habían dicho lo mismo”.

Antes de ir a Sevilla, padre e hijo tuvieron tres semanas de formación en Barcelona. El centro de Dos Hermanas empezó a funcionar en septiembre de 2020 y acoge desde entonces a trabajadores de la capital catalana. “Mucha gente se va a Sevilla. Aquí ya hay gente formada, así que lo promocionan”, explica una de las delegadas sindicales de CCOO en Barcelona.

Aunque el salario base de Sevilla es más bajo que en otros centros —empieza en 14.500 euros anuales, unos 1.050 euros al mes en doce pagas—, los trabajadores que van desde Barcelona acceden a puestos intermedios y mejoran sus condiciones. Amazon prevé contratar a más de mil personas en este centro hasta 2023.

No te prohíben ir al baño o hablar con un compañero, pero si lo haces tu media cae y el supervisor te lo señala. La media es el látigo digital.

A Daniel y a Pedro no les gustó lo que vieron. “El centro es una enorme jaula. Hay como unas roombas [una aspiradora autónoma y redonda] gigantes que llevan las estanterías a tu estación de trabajo, así que no caminas mucho. ¿Qué sucede? Te exigen números. Llegó a haber pantallas en las que veías la cantidad de artículos que metías y sacabas al día. Lo quitaron porque era atroz”, describe el hijo. “Si vas un poco lento, el supervisor te dice que vas por debajo de la media. La media es el látigo digital. No te prohíben ir al baño o hablar, pero si lo haces tu media cae y lo señalan. El ritmo es inhumano. Hay gente que pasa semanas sin cambiar de actividad, se marea y se va quemando”.

Daniel —abogado de formación procedente de Venezuela, como su padre— hablaba con los compañeros de Barcelona, que ya tienen secciones y comité.

“Allí los trabajadores presionan. Dicen: tú no me pagas por productividad sino por horas. Habla con mi delegado sindical”, relata. Eso, sumado a los bajos salarios y la pérdida de antigüedad de personas que venían de otros centros, le hizo interesarse por la idea de montar elecciones sindicales. Llamó a Comisiones Obreras en febrero y empezó a gestionarlo con su padre.

“La plantilla fija en Sevilla es pequeña, de unas 350 personas contando con el personal administrativo. El resto es de ETT. Era muy complicado”, explica. “En mayo hablé con otra persona de CCOO, con mi padre y dijimos: vamos a hacer primero una sección sindical porque esto no puede seguir así, es un abuso. Los compañeros estaban de acuerdo pero tenían miedo. Fui hablando con varios y reuniéndome con CCOO”.

Aunque Comisiones le advirtió de que fuera discreto porque podían despedirle, Daniel pasó sus últimas semanas hablando abiertamente del plan. “Le decía a la gente: necesitamos horarios fijos, no nos están pagando por productividad... Se lo comenté a unos supervisores. Y pasó lo que pasó”.

Amazon: “Respetamos el derecho de nuestros empleados”

Los dos trabajadores presentaron alegaciones al expediente disciplinario. Su principal baza era demostrar que eran buenos empleados y que, por tanto, no podían despedirles por indisciplina y bajo rendimiento.

Daniel asegura que había sido considerado para un puesto de supervisor en Murcia, que hablaba todas las semanas con su supervisor y que siempre le dijo que iba bien. Pedro, por su parte, acumula varias felicitaciones dentro del proyecto Safety Save, un programa para presentar propuestas que mejoren la seguridad en la empresa. elDiario.es ha accedido a cinco de estas propuestas —iluminar las estaciones de trabajo, concienciar a los trabajadores para que moderen la velocidad dentro del parking, etc.— y a las cinco respuestas de sus jefes informando de su implementación y animándole a seguir siendo proactivo. “¡Juntos, es mejor!”, terminan estas cartas.

Amazon no tuvo en cuenta sus alegaciones y al cuarto día, el 17 de junio, los despidió. No ha despedido a ningún otro trabajador en estas fechas, según explica Daniel, y mantiene “apartada” a la única compañera que se involucró en el proceso. “Se siente muy excluida en la empresa”, indica.

En la carta de despido de Pedro, la empresa enumera varias reuniones con su mánager sobre su rendimiento y un reciente episodio en el que se saltó un procedimiento: tomar notas en papel para llevar “un conteo paralelo” y demostrar así “falta de confianza en los sistemas informáticos de la empresa”, una conducta intolerable para Amazon.

En la carta de despido de Daniel, la empresa mantiene que el trabajador ha tenido una “conducta negativa” y bajo rendimiento. Haber postulado a puestos superiores, o haber formado a otros compañeros, no tiene “ninguna relación con los incumplimientos que se le imputan”.

Ambos despidos son disciplinarios. Y en ambos casos, la empresa repite que que su posición es “de pleno respeto a los derechos de los trabajadores”, que respeta la “libertad de representación sindical” y que no tiene constancia de que hayan promovido elecciones sindicales.

En un comunicado enviado a este medio, indica: “en Amazon respetamos el derecho de nuestros empleados a formar, unirse o no unirse a un sindicato o a cualquier otra organización legal de su elección” y “mantenemos una relación constante con actitud de colaboración con los sindicatos y comités de empresa en nuestros centros en España”.

Sin embargo, Amazon ya acumula varios casos de conductas antisindicales en nuestro país: utilizó al hombre de Villarejo en Catalunya para espiar a sindicalistas durante una huelga, como desveló en exclusiva elDiario.es, y exigió agentes de policía dentro de su sede en San Fernando para sabotear una huelga en el Black Friday. En opinión de Douglas Harper, delegado de Comisiones en San Fernando de Henares, lo que pretende Amazon con estos despidos es retrasar al máximo la creación de un comité o sección sindical en el centro.

Los abogados de Comisiones Obreras en Sevilla preparan una demanda. Pedirán que el despido sea nulo por represión sindical. Intentarán probar no solo que son buenos trabajadores, sino que llevaban tiempo organizándose y les han despedido por eso. “No existe baja productividad, lo que sí existe es que se enteraron de lo que estaban montando. Hay testigos”, explica Francisco José González, secretario de negociación colectiva de CCOO en Sevilla. “Tenemos que ver cómo pueden testificar sin que se entere la empresa”.

El abogado especializado en laboral Santiago Calvo, del despacho Calvo Legal, explica que ante un caso así la empresa tiene que aportar una “prueba negativa”. “El trabajador debe aportar indicios: que la empresa se ha enterado de que iniciaban el proceso y les ha despedido. A partir de ahí, la empresa tendrá que demostrar que el despido no tiene nada que ver con eso”, explica. “Si puede acreditarlo, se entenderá que no existe vulneración”.

Que no haya habido despidos similares y que los despedidos sean padre e hijo son puntos a favor de los demandantes. Pero tanto Calvo como los afectados creen que será complicado demostrar que esa es la causa directa del despido. “Varios compañeros pueden testificar que yo era un buen trabajador”, apunta Daniel, “pero a menos que consiga que un supervisor explique cuáles fueron los hechos, será difícil”.

El abogado apunta también al papel de la inspección de trabajo, sobre todo porque a partir de ahora los trabajadores temerán aun más la organización. “Deberían entrar y ser contundentes: oiga, usted está ejercitando acciones que no solo perjudican a trabajadores sino que desincentivan que se puedan organizar”, sostiene. “El juez se pronunciará sobre el despido por vulneración de la libertad sindical, pero la inspección podría sancionar”.