Los grandes nombres del automóvil cierran un año bastante complicado. Por un lado, porque los fabricantes europeos, estadounidenses y japoneses siguen con el pie cambiado ante la creciente competencia china, con marcas capaces de vender coches eléctricos mucho más baratos. Por otro, porque tanto la Administración estadounidense como la Comisión Europea han planeado una batería de aranceles para tratar de poner freno a las importaciones de vehículos más económicos. Y a eso se suma un mercado donde las ventas no aceleran y un desajuste en sus estrategias de producción que, como suele ocurrir, va a traducirse en miles de despidos y bajas incentivadas. Un recorte de personal que las compañías van anunciando con cuentagotas pero, prácticamente, sin descanso.
La última multinacional en confirmar un recorte de plantilla ha sido Volkswagen. Desde hace meses sobrevolaba la amenaza de cierres y despidos en Alemania, algo que nunca había pasado y que conlleva un terremoto económico y político cuando solo quedan unas semanas para las elecciones generales en ese país. Finalmente, el fabricante de coches ha llegado a un acuerdo con el poderoso sindicato IG Metall que pasa por 35.000 bajas de aquí a 2030, pero de forma pactada y sin cierres.
Volkswagen quiere ahorrarse hasta 4.000 millones de euros al año. No solo va a incentivar esas salidas, sino que también va a reducir el bonus a cerca de 4.000 directivos y a poner en marcha una revisión del sistema salarial que, según IG Metall, tiene “décadas de antigüedad”. Ese análisis comenzará este próximo año con la idea de que esté en marcha en 2027.
El acuerdo llega después de las protestas de los 120.000 empleados de Volkswagen en Alemania. “No se cerrará ninguna planta, no se despedirá a nadie por motivos operativos y las retribuciones estarán aseguradas a largo plazo”, justificó la presidenta del comité de empresa del gigante germano, Daniela Cavallo, al llegar a un acuerdo con la compañía y a pesar de la rebaja de plantilla que va a llevarse a cabo en los próximos años.
Las empresas se están redimensionando y transformando y eso va a conllevar recortes de empleo en todos los mercados. “En Japón, 5,5 millones de personas trabajan en la industria automovilística, entre ellas, las que fabrican motores” de combustión, explicó hace unas semanas el presidente de Toyota, Akio Toyoda. “Si los vehículos eléctricos se convierten, simplemente, en la única opción, incluso para nuestros proveedores, muchos de esos empleos se van a perder”, añadió en declaraciones recogidas por la agencia Reuters.
Toyota, de momento, no ha anunciado despidos masivos. Sí lo ha hecho su compatriota Nissan. En noviembre confirmó un recorte de cerca de 9.000 puestos de trabajo –que no va a afectar a Europa– con el objetivo de recuperar la rentabilidad en Estados Unidos y en China, lo que supondrá un tijeretazo a su masa laboral de cerca del 7%.
Esta reestructuración se produce, además, antes del gran movimiento empresarial que acaba de anunciar el grupo nipón: su fusión con Honda y Mitsubishi, que va a dar lugar al tercer mayor fabricante de coches del mundo. “El ascenso de las empresas de automóviles chinas y de los nuevos actores ha cambiado mucho la industria del automóvil”, explicó el consejero delegado de Honda, Toshihiro Mibe, al confirmar la integración de las tres marcas. “Tenemos que desarrollar capacidades para luchar contra ellos en 2030, de lo contrario seremos derrotados”.
Nuevo Mecanismo RED en España
Las fábricas españolas tampoco se libran de este proceso de reconversión. En el último Consejo de Ministros del año, el Gobierno ha activado el Mecanismo RED –el nuevo formato de ERTE creado en la reforma laboral ante crisis cíclicas y sectoriales– con el objetivo de salvar cerca de 3.000 puestos de trabajo del sector automovilístico de la Comunitat Valenciana. De ellos, prácticamente la mitad corresponden a Ford España, que ha tenido desplegado en Almussafes un ERTE por causas objetivas y encara meses complicados hasta la llegada de un nuevo modelo híbrido, previsto para 2027.
El gigante estadounidense había dejado a España fuera del recorte de empleo que anunció en noviembre. En total, cerca de 4.000 despidos en el conjunto de Europa, la mayoría, en Alemania. En este último caso, se trata de una reestructuración escalada, porque se desarrollará hasta 2027 y que justificó por los “importantes obstáculos competitivos y económicos” que se está encontrando “en Europa”.
Otro fabricante, Audi –que además forma parte del grupo Volkswagen– ha planteado a los sindicatos una cifra similar de despidos, sobre todo en el mercado germano, pero en áreas que no estarían directamente ligadas a la fabricación y que ha puesto sobre la mesa porque los resultados no acompañan. Al cierre del tercer trimestre de 2024, su beneficio neto se había recortado casi un 46%, aunque pese a eso ganó 2.425 millones de euros.
Los fabricantes están lidiando con esa reconversión hacia los coches eléctricos y con unas ventas que no tiran. En noviembre, las matriculaciones de coches nuevos cayeron casi un 2% en el conjunto de la Unión Europea, según los datos publicados por la patronal, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA). Sin embargo, ese dato esconde situaciones muy diferentes, porque recoge una subida del 6,4% en España y una caída de más del 12% en Francia o de casi el 11% en Italia.
En este contexto, los fabricantes están pidiendo a las autoridades europeas que se replanteen el marco de transición hacia los vehículos sin emisiones contaminantes porque, de lo contrario, aseguran, seguirán esos recortes de empleo. “Las empresas de ACEA han prometido 250.000 millones de cara a la transición hacia la movilidad ecológica y, como todo el mundo, queremos que eso tenga éxito. Lamentablemente, la evaluación honesta es que la transición no va según lo previsto y apegarse a la rigidez en las normas conduce a potenciales daños irreversibles”, aseguró justo antes de Navidad el presidente de ACEA y consejero delegado de Renault, Luca de Meo.
Mientras, en Estados Unidos, General Motors también se suma a esa oleada de bajas. La dueña de Cadillac y Chevrolet anunció cerca de 1.000 despidos justo después de las elecciones generales en EEUU, de las que Trump salió como vencedor tras prometer nuevos aranceles a los vehículos y componentes fabricados en México y Canadá. La compañía lo justificó por la necesidad de “realinear sus prioridades” y “ganar” en “velocidad y eficiencia”. En este caso, se trata de una compañía que es, básicamente, estadounidense, porque de sus casi 75.000 empleados, más de 50.000 corresponden a su país de origen.
Y aunque casi siempre se enfoque la reconversión del automóvil en su viraje al coche eléctrico o de bajas emisiones, lo cierto es que entre los actores de esta tecnología menos contaminante también está habiendo despidos. El fabricante sueco de baterías Northvolt ha recortado 1.600 puestos de trabajo en la recta final de año –de un total de 6.500– porque las ventas de enchufables no tiran y no puede mantener los niveles de producción que preveía. “Debemos asegurarnos de tomar las medidas correctas, en el momento adecuado, en respuesta a los vientos en contra en el mercado automotriz y el clima industrial en general”, asumió la empresa nórdica. Un viento de cara que, de momento, no amaina.