Las armas de la UE contra los aranceles de Trump: romper las barreras interiores, depreciar el euro y poner impuestos

ArancelesEu EEUU

El tablero comercial y geopolítico mundial ha terminado de saltar por los aires con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La Unión Europea busca su sitio con urgencia en el nuevo escenario, ante las amenazas a la seguridad física y económica que surgen fuera de nuestras fronteras. Precisamente dentro de ellas, en las políticas y relaciones internas de los socios comunitarios, aparecen algunas soluciones y respuestas al riesgo de que definitivamente estalle una guerra comercial total de consecuencias insospechadas.

Diferentes expertos y voces de las instituciones europeas piden que los países europeos rompan las barreras internas y refuercen las relaciones comerciales dentro de la Unión. También valoran la depreciación del euro o poner impuestos a las empresas de Estados Unidos como respuestas eficaces y menos autolesivas que las represalias con más aranceles frente a los que Donald Trump está amenazando con poner a las importaciones de España y de nuestros socios a partir de abril.

En el primer y segundo gráfico de esta información se puede observar cuáles son los productos y los sectores más expuestos. Si fracasan todas las negociaciones y acercamientos de estas semanas —a las que hay que añadir como baza pacificadora el aumento de compra de gas natural licuado estadounidense desde la invasión rusa de Ucrania—, y finalmente estalla la guerra comercial, “la UE debería activar una respuesta contundente centrada en crear problemas a Estados Unidos a la vez que se minimiza el daño económico en Europa. Esto significa evitar, en la medida de lo posible, que la Unión establezca aranceles, ya que estos generan inflación y perjudican a los consumidores”, apunta Federico Steinberg, investigador principal del Real Instituto Elcano, en un artículo reciente.

“La UE es el principal bloque comercial del mundo, una de las regiones más abiertas al comercio y la inversión y una firme defensora de las virtudes de la interdependencia económica gestionada a través de reglas. Trump, por su parte, está claramente a disgusto con el orden liberal internacional y considera a la UE más un rival comercial que un aliado geoestratégico”, contextualiza el también catedrático Príncipe de Asturias en Georgetown.

“Esta apertura [de la UE] era una ventaja en un mundo en proceso de globalización, pero ahora se ha convertido en una vulnerabilidad”, advierte Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo (BCE), en una tribuna publicada recientemente en el Financial Times. En ese texto, el también ex primer ministro de Italia, recoge que “desde 1999, el comercio como porcentaje del PIB ha aumentado del 31% al 55% en la eurozona, mientras que en China aumentó del 34% al 37% y en los Estados Unidos del 23% a apenas el 25%”.

Mario Draghi expone que “la paradoja es que, si bien las barreras internas se han mantenido altas [en la UE], las externas cayeron a medida que se aceleró la globalización”. Según continúa, “las empresas europeas buscaron en el exterior alternativas para compensar la falta de crecimiento interno y las importaciones se volvieron relativamente más atractivas”. El tercer gráfico de esta información apoya esta exposición. Desde 1995 a 2022, las exportaciones de los países hacia otros países de la UE crecieron lo mismo que hacia fuera (se han multiplicado aproximadamente por 3,5 veces). Mientras, las importaciones que vienen de fuera de la Unión se han multiplicado por casi 4,4 veces en el mismo periodo, y las internas se han incrementado bastante menos, 3,5 veces. Una anomalía si se observa la evolución de otras grandes economías.

Las barreras internas “reducen efectivamente el mercado en el que operan las empresas europeas: el comercio entre los países de la UE es menos de la mitad del nivel de comercio entre los estados de Estados Unidos”, lamenta Mario Draghi.

Tanto el italiano en su tribuna como esta misma semana el ministro de Economía de nuestro país, Carlos Cuerpo, piden que se intensifiquen las relaciones comerciales entre los socios comunitarios como respuesta a los aranceles de Estados Unidos. Ambos recurren a un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) de noviembre para asegurar que “el aprovechamiento del mercado interior en su pleno potencial en materia de intercambio de bienes puede suponer un efecto equivalente a la reducción del 45% de los aranceles para nuestras empresas. En el ámbito de los servicios, el aprovechamiento de este mercado interior supondría un efecto equivalente a reducir los aranceles en más del 100%”.

Esta propuesta apoya que las cifras del cuarto gráfico de esta información aumenten frente a las del quinto. “Este es todo el potencial que tenemos por delante si somos capaces precisamente de avanzar de manera decidida en la consecución de este mercado interior, de estos 450 millones de consumidores que tenemos a nuestro alcance”, insistió Carlos Cuerpo. El FMI detecta “importantes impedimentos al comercio intracomunitario, por ejemplo, debido a la deficiente infraestructura fronteriza (en el caso del comercio de bienes), las leyes de contratación pública o la falta de armonización de las normas”.

Aunque algunos enemigos están dentro de la propia Unión Europea, donde los socios nos seguimos mirando con sospechas, y el proceso de integración está muy lejos de desarrollarse en múltiples facetas, empezando por “una unión democrática sin la cual el estancamiento seguirá erosionando las capacidades de Europa”, según señala Yanis Varoufakis, economista y exministro de Finanzas de Grecia, en otro artículo en el mismo sentido de estos últimos días.

El propio Mario Draghi es autor de un informe —conocido por su nombre y que le encargó la Comisión Europea a modo de recetario para mejorar la competitividad de nuestra economía— en el que destaca que, desde que la UE toma una decisión, la duración media del procedimiento legislativo ordinario es de 19 meses, demasiado lento para la agilidad que exigen los tiempos actuales.

Este 'informe Draghi', que se publicó en septiembre de 2024, dice que “la era del comercio mundial abierto regido por instituciones multilaterales parece estar llegando a su fin, y la política comercial de la UE ya se está adaptando a esta nueva realidad”. Ese documento, previo a las amenazas de Donald Trump desde Estados Unidos, ya avisa de que “el suministro de materias primas críticas está muy concentrado, y la UE depende de países extranjeros para más del 80% de los productos digitales, servicios, infraestructuras y propiedad intelectual”.

El informe tiene tres propuestas principales. La primera, “desarrollar una auténtica política económica exterior de la UE basada, sobre todo, en el aseguramiento de los recursos críticos”. La segunda, “aprovechar el potencial de los recursos nacionales a través de la minería, el reciclaje y la innovación en materiales alternativos: explorando y utilizando los yacimientos de las materias primas críticas disponibles en la UE; reciclando materiales encontrados en vehículos eléctricos retirados, molinos de viento y otros bienes; estableciendo un verdadero mercado único de residuos y circularidad e impulsando la I+i de materiales o procesos alternativos para sustituir las materias primas críticas”.

La tercera, establecer y financiar desde el presupuesto común una estrategia coordinada para reforzar la capacidad de producción nacional y proteger las infraestructuras de red clave (los semiconductores).

En el nuevo contexto, al margen de la propuesta de profundizar en el mercado interior, este lunes, Carlos Cuerpo aseguró que “a partir o más allá de esta integración hacia adentro”, es necesaria, “por supuesto, la integración hacia afuera, la búsqueda continua de socios comerciales, de socios estratégicos como ya está haciendo la Unión Europea, como hemos hecho con Chile, Canadá, Japón o recientemente Mercosur”.

“Tenemos que seguir explotando, explorando zonas y acuerdos comerciales, no solo hacia el oeste sino también hacia el este [como hacia la India]. Son acuerdos que estamos cerrando con países proveedores de minerales de tierras raras, mercados de destino para nuestras exportaciones que constituyen, como decía, una red de socios con los que tenemos que construir esta red de seguridad económica abierta”, continuó el ministro de Economía.

Por su parte, el investigador Federico Steinberg plantea medidas pacificadoras hacia Estados Unidos. “La UE debería presentar como concesión (a Trump le encanta decir que ha logrado concesiones) la agenda de simplificación regulatoria en la que está enfrascada como resultado de los 'informes Draghi y Letta', que favorecerá a las empresas estadounidenses que operen en Europa. De hecho, se podría ir más allá y proponer una mesa de diálogo permanente para seguir los avances en esa materia, que sustituiría al Consejo de Comercio y Tecnología que estuvo vigente durante la Administración Biden y facilitaría la integración económica y el crecimiento en el espacio transatlántico”.

Dentro de la parte “constructiva y dialogante de la estrategia de respuesta europea”, este experto resalta que la UE debería marcar como línea roja que no se interprete que el IVA europeo es un arancel, “porque no lo es”. El comisario de Comercio y Seguridad Económica europeo, Maroš Šefčovič, ya ha estado en Washington explicando la lógica del IVA de nuestros sistemas fiscales al recientemente nombrado secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick.

Depreciación del euro

Más allá, una medida indirecta podría ser que el BCE tenga “margen de maniobra para bajar los tipos de interés todo lo que sea necesario durante los próximos meses”, según añade. El tipo de cambio es un arma comercial clásica. Si el euro baja respecto al dólar, los productos y servicios de España y el resto de socios se abaratan automáticamente.

“Menores costes de financiación [por las bajadas de los tipos de interés, que el BCE dejó este jueves en el 2,5%] no solo impulsarían la demanda interna europea, sino que depreciarán el euro, compensando el efecto de los aranceles estadounidenses sobre las exportaciones europeas. Además, un euro más débil reduciría la competitividad-precio de las exportaciones estadounidenses de bienes y de servicios”, prosigue Federico Steinberg.

Impuestos a las multinacionales y ricos de Estados Unidos

Otra línea de actuación es diseñar impuestos a las multinacionales y ricos estadounidenses. Una respuesta que tampoco genera inflación, y que viene siendo liderada por economistas y organizaciones que defienden una mayor justicia fiscal global, y que están a favor de fijar unos mínimos obligatorios de impuestos coordinados a nivel mundial a las grandes empresas y a los multimillonarios.

El economista Gabriel Zucman ha planteado este contraataque a los aranceles de Estados Unidos. Según argumenta, la primera potencia mundial “tiene una debilidad: su oligarquía servil y altamente internacionalizada”. ¿Por qué es una debilidad? “Porque es un número minúsculo de personas, que dependen, para su riqueza, del acceso a los mercados internacionales, lo que da a los países extranjeros un poder considerable sobre ellos. Ahora es el momento de usar ese poder”, arguye.

El planteamiento procede del informe sobre 'Evasión fiscal global' de 2024, que coordinó Gabriel Zucman juntos a otros expertos para el EU Tax Observatory, y en el que participó Quentin Parrinello, quien explicó a elDiario.es que “la idea es que los países podrían condicionar el acceso al mercado a las multinacionales extranjeras y a los multimillonarios”, obligándoles a pagar lo que es justo.

Por ejemplo, Canadá y México “deberían imponer aranceles a los oligarcas estadounidenses”. Es decir, si Tesla quiere vender coches en Canadá y México, entonces el propio Elon Musk, como principal accionista de Tesla, debería tener que pagar impuestos en Canadá y México. “Imponerle un impuesto a la riqueza y condicionar el acceso de Tesla al mercado a que pague el impuesto”, remata Gabriel Zucman.

“Lo que es importante entender es que son medidas que tienen propiedades mucho mejores que los aranceles. Son más específicas: los costes se centran en los oligarcas estadounidenses y los consumidores de sus bienes. Este enfoque cambia la naturaleza del conflicto: ya no se trata de país contra país, una receta segura para inflamar las tensiones nacionalistas, con todos los riesgos involucrados, sino de consumidores contra oligarcas”, concluye.

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