El presidente de Club Abierto de Editores (CLABE), Arsenio Escolar, ha defendido en la II Jornada contra la desinformación que este fenómeno “creará una destrucción inimaginable” si no se toman medidas “pronto” desde “los dos grandes afectados, políticos y medios”.
“Durante mucho tiempo, para los periodistas los hechos han sido sagrados y las opiniones libres. Desde hace unos años, las opiniones siguen siendo libres, afortunadamente; pero algunos han decidido que también podían convertir los hechos en libres, rehacerlos, buscarles verdades alternativas, desinformar, mentir”, ha argumentado en el evento, organizado por CLABE, la mayor asociación de editores de prensa que hay en España. “Nada amenaza tanto como este fenómeno de la desinformación al periodismo y, en consecuencia, a la sociedad en su conjunto, al debate público, a las elecciones, a la salud de la democracia”.
Para Escolar, hay dos factores propios de nuestros tiempos que acrecientan el fenómeno de la desinformación. El primero es que el “mal uso” de la tecnología y las redes sociales ha multiplicado la velocidad y eficacia de la expansión de la desinformación. El segundo es que “la desinformación consciente, planificada, ha comenzado a ser herramienta habitual y frecuente en algunas personas, instituciones y medios que hasta ahora no practicaban ese juego sucio”.
“Que la mentira y la desinformación hayan pasado a ser consideradas como una práctica aceptable o al menos excusable en el primer nivel de la política y del periodismo es una de las peores noticias de nuestro tiempo. Que las opiniones sean libres y también los hechos sean libres, no sagrados, es una tristísima y devastadora novedad”, ha argumentado.
“La desinformación no es un fenómeno pasajero. No es circunstancial. No es coyuntural. Se está convirtiendo en un mal estructural. Ha llegado con la pretensión de quedarse, y se quedará y creará una destrucción inimaginable si no actuamos pronto y con contundencia los dos grandes polos afectados y a la vez actores: los políticos y los medios de comunicación”, ha señalado. Para afrontar este reto, ha pedido a los medios “autorregulación y códigos éticos” y a los políticos, “normativa que respete escrupulosamente la libertad de pensamiento y la libertad de prensa” pero, a su vez, que “corte de raíz la libertad de injuria, de mentira, de hechos alternativos”.
Así, ha finalizado, desde “el periodismo, desde la política, desde la academia, desde las plataformas tecnológicas, desde las redes sociales o desde la ciudadanía” hay que preguntarse “qué tenemos que hacer cada uno para que este preocupante fenómeno de la desinformación no acabe con la democracia”.