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Los auditores de la UE ponen en duda la supervisión bancaria del BCE

Christine Lagarde, presidenta del BCE.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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El colapso del Silicon Valley Bank revivió por unos días los peores recuerdos de la crisis financiera de 2008. Todas las instituciones europeas (gobiernos, Bruselas, el BCE...) se esforzaron por alejar aquel fantasma al repetir hasta la saciedad que no había ningún paralelismo porque el sistema bancario estaba ahora saneado y cortocircuitaron rápidamente las tensiones en el Deutsche Bank. Ahora el Tribunal de Cuentas de la UE sostiene que se han hecho muchísimos esfuerzos en los últimos años para pasar página de los desmanes del pasado y acredita que la situación ha mejorado sustancialmente, pero lanza una advertencia al BCE al cuestionar aspectos de la supervisión bancaria, especialmente en lo relativa al crédito más peligroso, que es precisamente lo que provocó el terremoto en Estados Unidos hace un par de meses. 

Los auditores europeos han analizado el sistema de evaluación de la institución que pilota Christine Lagarde y han llegado a la conclusión, a partir de diez entidades con altos ratios de préstamos dudosos, de que quedan cosas por mejorar. “Ha hecho un buen trabajo, pero podría haber sido más riguroso en la aplicación de la metodología”, resume uno de los encargados del informe. 

“El BCE no utiliza eficazmente sus instrumentos y competencias de supervisión para garantizar que los riesgos identificados estén plenamente cubiertos por capital adicional o para dar instrucciones a los bancos a fin de que gestionen mejor este riesgo”, advierte el tribunal a pesar de que concluye que “en general” las evaluaciones del BCE eran “de buena calidad”. Lo que principalmente echan en cara al BCE es que ha sido laxo en la supervisión de las 110 entidades que están bajo su paraguas en la zona euro y que representan el 82% del mercado. 

El Tribunal de Cuentas ha centrado el tiro en el riesgo de crédito, es decir, en las posibilidades que existen de que los prestatarios no devuelvan el dinero. “La insuficiencia de provisiones puede poner en peligro la viabilidad de los bancos, como se pudo ver en las crisis pasadas”, recuerda el informe en un momento en el que el propio BCE ha reconocido que las perspectivas del sistema financiero “se están deteriorando” y está en alerta por lo que pueda sucederle a la economía con la guerra en Ucrania y una inflación que no termina de dar un respiro. Aun así, los denominados préstamos dudosos están ahora por debajo del 1,8% en la UE mientras que el ratio superaba el 7% en 2015. España sigue siendo el segundo país con la cifra más elevada, por detrás de Francia, a pesar del descenso. 

“Nuestra conclusión general es que el BCE intensificó sus esfuerzos para supervisar el riesgo de crédito de los bancos y, en particular, los préstamos dudosos. No obstante, aún queda trabajo por hacer para que el BCE obtenga más garantías de que el riesgo de crédito se gestiona y cubre adecuadamente”, señalan los auditores sobre la supervisión que hace el BCE de los bancos, entre ellos varios españoles, como Santander, Caixabank, Sabadell y Bankinter, entre otros. 

El principal reproche que le hacen a la institución de Lagarde es que no ha aplicado su metodología de forma “coherente” a la hora de exigir garantías para que los riesgos individuales de los bancos estuvieran cubiertos. Así, han detectado que no impuso los requisitos de capital adicional para las entidades con riesgo. Los auditores reiteran que culminar la unión bancaria, que se resiste desde hace más de una década, impulsando el Fondo de Garantía de Depósitos sería de ayuda para esa debilidad. No obstante, las resistencias de Alemania a mancomunar los riesgos no hacen vislumbrar una resolución en el corto plazo. 

“En la población de bancos supervisados observamos un patrón según el cual el BCE no intensificaba suficientemente las medidas de supervisión cuando el riesgo de crédito era elevado y sostenido, lo que significa que no garantizaba que los riesgos estuvieran bien gestionados por los bancos”, señala el informe. 

También reprocha la falta de personal de los supervisores nacionales y del BCE para llevar a cabo la evaluación de las entidades financieras que están bajo su paraguas así como el tiempo que tarda en cada ciclo de supervisión, “que podría dar lugar a supervisiones obsoletas” por el tiempo que tarda en hacerles llegar las conclusiones y, por tanto, las posibles alertas. 

El Tribunal de Cuentas recomienda al BCE que agilice los procesos de evaluación y sobre todo mejore la “eficiencia y la transparencia en el proceso” incluyendo el “uso de todas sus competencias de supervisión en caso necesario, cuando un banco no aborde eficazmente las insuficiencias persistentes en el control de riesgos (incluidas las relativas a las provisiones)”, entre otras. Según los auditores, el BCE ha aceptado la mayoría de sus propuestas.

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