La inflación subió dos décimas en enero, hasta el 5,9%, respecto al mismo mes del año pasado tras la retirada del descuento a los carburantes, que expiró el 31 de diciembre del año pasado, según ha confirmado el INE (Instituto Nacional de Estadística) este miércoles.
La bajada del precio de los alimentos no evitó el repunte del IPC (Índice de Precios de Consumo) interanual. “La evolución en enero es debida, principalmente, a que los precios de los carburantes suben más que en enero de 2022, y a que el descenso de los precios del vestido y calzado es menor que en el año pasado”, detalla el propio INE. “En sentido contrario, destaca la bajada de los precios de la electricidad, mayor que en enero de 2022”, añade.
Además, los productos con la bajada del IVA aprobada por el Gobierno al final de 2022 cayeron un 1,6% en conjunto respecto a diciembre. Los datos reflejan una bajada generalizada en el precio de los alimentos en los que se ha aplicado la rebaja del IVA del 4% al 0%, como son el pan (-0,2%), leche (-1,5%), huevos (-1,5%), frutas frescas (-4,2%), legumbres (-1,1%), patatas (-1%), harina (-2,3%) y queso (-0,7%).
También en el precio de los que han tenido una rebaja del IVA del 10% al 5%, como son el aceite de oliva (-1,2%) y la pasta (-3,5), con la excepción del arroz. Sin embargo, estas bajadas no apuntan a un traslado de toda la reducción de impuestos por parte de los supermercados y del resto de comercios.
En la misma variación mensual, frente a diciembre, los datos del INE confirman que en el mes de enero los precios bajaron un -0,2% tanto en el índice general como en el subyacente, que excluye de su cálculo la energía y los alimentos frescos. Estas cifras se coresponden con la reducción del IVA, con el resto de medidas de choque vigentes y con los menores costes que soportan las empresas, y también con la debilidad en el consumo tras la campaña navideña y por la pérdida de poder adquisitivo.
“El conjunto de medidas adoptadas el pasado mes de diciembre están surtiendo efecto en su primer mes de aplicación y seguirán contribuyendo al descenso de la inflación en los próximos meses”, explican fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos. “Se espera que la inflación subyacente, refleje en los próximos meses el descenso de la inflación general y de los costes energéticos y de otras materias primas”, continúan.
Este IPC estructural (sin luz, gasolina, gas, ni alimentos no elaborados) se elevó hasta el 7,5% en enero en variación interanual . Es un máximo de 1986 y muestra que lo que comenzó siendo una crisis energética en 2021 es una crisis de inflación extendida a toda la cesta de la compra casi un año después de la invasión rusa de Ucrania. Mientras, también respecto a enero de 2022, el indicador que reúne a todos los alimentos se redujo tres décimas, al 15,4%.
Cinco puntos menos de inflación general
El dato general de enero es casi cinco puntos inferior al pico alcanzado el pasado mes de julio, cuando la inflación interanual escaló hasta el 10,8%, su nivel más alto desde septiembre de 1984. Pero la mayor presión para las familias se encuentra ahora en el carrito de la compra.
Algo más de un año después de los primeros sustos en las facturas de luz y en las gasolineras, la inflación es ya un problema estructural. Las subidas de precios han pasado de ser un acontecimiento temporal, focalizado en el gas y los carburantes, a extenderse a la mayoría de la cesta de consumo.
Las subidas de precios en los supermercados son el principal problema económico de los hogares en España actualmente. La inflación en el carrito de la compra no ha parado de aumentar en los últimos meses, en los que el IPC general sí se ha moderado, hasta ser el más contenido de toda la eurozona. Principalmente, por la bajada de la factura de luz y de los carburantes gracias a medidas como el tope al gas y a menores presiones en los mercados internacionales, totalmente distorsionados tras la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero del año pasado.
La inflación subyacente supera a la inflación general
El IPC subyacente superó al IPC general en diciembre. Este índice incluye precios que tardan en subir, pero que también tardan en bajar. O directamente no se reducen nunca. Un ejemplo: cuando un restaurante decide subir el precio del menú del día de 10 euros a 11 euros (un aumento del 10%) difícilmente lo bajará en los siguientes meses. En teoría, encontrará pocas razones para hacerlo.
Una razón sería una crisis económica larga y profunda (como la que está forzando el Banco Central Europeo con las subidas de los tipos de interés) que reduzca drásticamente el número de comensales a la semana. O una competencia feroz en el mismo barrio. Pero lo cierto es que antes de elevar un euro su menú del día, el restaurante seguramente lleve un tiempo aguantando el aumento de los costes: el encarecimiento de la factura de la luz, del aceite para la freidora, de los tomates, del bacalao o de la carne de ternera.
Esta decisión concreta del hipotético restaurante es una muestra clara de contagio de la inflación. Pero hay más ejemplos de este fenómeno. Sobre todo, entre pequeños comercios (panaderías, peluquerías, o pequeños talleres), con poco poder de mercado, que se juegan los clientes en cada céntimo que incrementan a los productos o servicios que ofrecen. Y que aún así terminan encareciéndolos. O, por otra parte, se puede observar del mismo modo en los precios de los alimentos del supermercado, disparados en los últimos tiempos.
Cambios del INE
Para la publicación de este dato de enero, el INE ha introducido, siguiendo la normativa europea, nuevas ponderaciones en la cesta de referencia sobre la que se calcula el IPC, y ha mejorado la metodología para los precios de la electricidad y el gas al incorporar a los consumidores del mercado libre (hasta ahora solo se incluía el mercado regulado, contenido en los últimos meses por el tope al gas).