Baleares desafía al cambio climático con la primera planta de hidrógeno del sur de Europa

Pionera en la regulación de medidas contra el cambio climático, el primer parque fotovoltaico con participación social, una isla -Sa Dragonera- completamente descarbonizada. Baleares camina con paso firme en su objetivo de alcanzar la autosuficiencia energética y desligarse de los combustibles fósiles, y, con esta determinación, esta semana daba un paso más: la puesta en marcha en Mallorca de la primera planta de hidrógeno verde de todo el Estado con la mirada puesta en posicionar España como el hub del hidrógeno renovable de referencia en el sur de Europa. El proyecto prevé replicarse, además, en otras cinco islas de la UE, en Chile y en Marruecos.

Se trata de unas medidas con las que el archipiélago quiere romper con su alta dependencia exterior en materia energética -las islas importan el 96% de la energía que consumen y la factura energética se estima en unos 1.000 millones de euros, un 3’8% del Producto Interior Bruto (PIB)-, una circunstancia a la que se suma el hecho de presentar la mayor ratio de coches privados por habitante -909,55 por cada mil personas en 2021, de acuerdo a los datos del Instituto Balear de Estadística- y ser el territorio insular con el índice de intensidad turística más elevado del mundo, según un informe elaborado por los investigadores Carles Manera, Ferran Navinés y Elisabeth Valle, con el consiguiente y elevado consumo de recursos y utilización de infraestructuras.

Por todo ello, y ante la vulnerabilidad de las islas al impacto del cambio climático, el Govern balear decidió aprobar el 12 de febrero de 2019 una norma precursora a nivel nacional y europeo: la Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Bajo el paraguas de esta normativa, con la que se pretende conseguir que en 2050 las islas estén libres de combustibles fósiles, el Ejecutivo autonómico puso en marcha, entre otras medidas, el Instituto Balear de la Energía (IBE), a través del cual la Comunidad Autónoma comenzó a vender a finales del pasado año, a precio de coste, los primeros kW renovables con la instalación de placas fotovoltaicas en edificios públicos para generar energía y alimentar las necesidades de las familias más vulnerables del entorno.

Ahora, un nuevo proyecto se suma a la batería de iniciativas desplegadas en Baleares en su recorrido hacia la democratización energética: la primera planta industrial de hidrógeno renovable de España, que ha tomado cuerpo en los terrenos que ocupaba una antigua fábrica cementera -la de Cemex- en el municipio mallorquín de Lloseta, y que constituye el primer proyecto mediterráneo que ha recibido financiación europea para su ejecución -10 millones de euros de los casi 50 que el proyecto ha movilizado en total-. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, valoró este proyecto como “un gran ejemplo” en la lucha contra el cambio climático.

Al respecto, el director general del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, Joan Groizard subraya, en declaraciones a elDiario.es que, dado el marcado carácter innovador y pionero de este proyecto, “se puede afirmar que Baleares es un ejemplo en el impulso al hidrógeno renovable”. “Por ahora, esta planta industrial, única en el sur de Europa, va a contribuir a la autosuficiencia y a la seguridad energética de las Islas Baleares”, comenta el mallorquín, quien recalca que esta experiencia “servirá de espejo para otras islas que comparten la visión de la descarbonización de su territorio”.

Groizard remarca, de hecho, que las características que han llevado a la planta de Lloseta a optar a la inversión europea radican, por un lado, en que se ha integrado en el proyecto a toda la cadena de valor del hidrógeno -producción, compresión, distribución y uso-, y, por otro, que sea 100% renovable, que se ubique en un entorno insular y que haya contado con multitud de socios para su diseño, construcción, puesta en marcha y operación.

En concreto, la infraestructura ha sido materializada a través de Power to Green Hydrogen Mallorca, piedra angular del proyecto europeo Green Hysland, que está coordinado por Enagás e impulsado por Cemex, Acciona y el IDAE. Con Mallorca como punto de referencia, esta iniciativa europea busca desplegar las infraestructuras necesarias para la producción de hidrógeno verde a partir de energía solar y su distribución a los usuarios finales como el turismo y los sectores de transporte, industrial y energético de la isla.

Las primeras moléculas de hidrógeno verde se produjeron el pasado mas de diciembre y, desde entonces, la planta ha continuado efectuando pruebas con vistas a generar, una vez a pleno rendimiento, 300 toneladas de hidrógeno verde anuales a partir de placas fotovoltaicas, lo que supondrá reducir las emisiones de COâ‚‚ en hasta 21.000 toneladas el año. Así, está previsto que el hidrógeno verde producido en la planta de Lloseta funcione como carburante de los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Palma y también como fuente de calor y energía para edificios comerciales y públicos y como suministro de energía auxiliar para ferrys y operaciones portuarias.

Está previsto que la experiencia se extrapole a otros cinco territorios insulares europeos: Tenerife, Madeira (Portugal), Aran (Irlanda), Islas Griegas y Ameland (Países Bajos), además de Chile y Marruecos.

El proyecto, sin embargo, ha recibido también las críticas de grupos ecologistas como el Grupo de Ornitología Balear (GOB), una de las plataformas volcadas desde hace varias décadas en la mejora y la conservación de las condiciones medioambientales del archipiélago. Según esta entidad, el proyecto Green Hydrogen Mallorca es “el enésimo caso de ‘lavado verde’ o ‘greenwashing’ en el que, tras un nombre moderno y una etiqueta verde, se pretende dar continuidad a negocios millonarios a costa de la destrucción del entorno natural”. “Si antes lo hacían para fabricar cemento, ahora será para hacer hidrógeno”, recriminan desde la entidad, lamentando que “quieran hacer creer que luchan contra el cambio climático las mismas grandes empresas que lo han provocado”.

Desde el Govern, no obstante, rebaten tales afirmaciones. El vicepresidente del Ejecutivo balear y conseller de Transición Energética, Sectores Productivos y Memoria Democrática, Juan Pedro Yllanes, señala que la planta de Lloseta ocupa una nave que formaba parte de la fábrica de cemento Cemex y explica que en ella “se emplea el 75% de tecnología fabricada en España, se nutre de dos plantas fotovoltaicas que ocupan un terreno escaso -una de ellas situada, además, en suelo que previamente estaba calificado como industrial-, realiza un uso mínimo de un pozo cuya agua no es apta ni para regadío ni para consumo humano, y supone emplear para uso industrial el 10% de la cantidad de agua que usaba la planta de cemento”.

“En este proceso de reindustrialización sin duda hemos avanzado claramente de una industria contaminante a una no contaminante y de una industria que usaba muchos más recursos naturales a una que prácticamente lo único que utiliza es la luz del sol. Por tanto, creo que en este caso las críticas no están justificadas”, asevera Yllanes, quien celebra que la UE haya tenido en cuenta la especial situación de Mallorca “en el Mediterráneo occidental, zona cero del cambio climático”.

El responsable de Transición Energética subraya, además, que Baleares “será un espejo en el que otras Comunidades Autónomas podrán mirarse”. “Venimos de peores números que otras autonomías pero creo que el impulso que le estamos dando tanto a las fotovoltaicas como a los autoconsumos compartidos y a las comunidades energéticas nos convierten en ejemplo y en demostración de que tenemos muy claro que hay que impulsar las renovables en las islas”, abunda.

Opción “más prometedora”

Por su parte, Groizard asevera que en la actualidad hay sectores “difíciles de electrificar y, por tanto, difíciles de descarbonizar” como son la industria o el transporte pesado. En estos escenarios, asevera que el hidrógeno renovable, como vector energético capaz de producirse con energía renovable, aparece como la opción “más prometedora”. “Con el proyecto de Lloseta nos aseguramos de que este hidrógeno es 100% renovable y desplazamos los consumos fósiles contaminantes”, abunda.

En línea de lo apuntado por Yllanes, Groizard destaca que la nueva planta utiliza un 90% menos del agua que consumía la cementera, al tiempo que genera “más empleo y de mayor calidad”, además de contar con una estrategia “de reparto de riqueza con los agentes locales que incluye, entre otras acciones, la donación de módulos solares para autoconsumo municipal”.

También desde Ecologistas en Acción se han mostrado severamente críticos con los proyectos que Administraciones públicas y empresas energéticas están desarrollando en materia de hidrógeno verde: “Los países no son los únicos que tienen interés en tener un rol destacado en la transición energética. La promoción y desarrollo del mercado del hidrógeno se está llevando a cabo de la mano de las grandes empresas y lobbies fósiles y energéticos con el objetivo claro de mantener sus cuotas de poder y sus ratios de beneficio”, señala la entidad en su informe ‘Hidrógeno: ¿la nueva panacea?’.

Sin embargo, Groizard refuta tales afirmaciones: “En ocasiones, se extiende la creencia de que estos nuevos e importantes desarrollos van a beneficiar sólo a las grandes corporaciones, pero no es así”. Recalca que, en el caso de Lloseta, se ha contado con la colaboración de hasta 30 actores de los sectores privado, público, de grandes empresas y pymes locales: “No hay que olvidar que para el impulso y desarrollo del hidrógeno renovable, desde la Administración hemos lanzado procesos de participación pública, a través de las Manifestaciones de Interés, para conocer a los agentes y saber de primera mano cómo se está desarrollando el sector”.

El director general precisa que para la construcción de la planta se ha empleado en su totalidad mano de obra local, mientras que las instalaciones se han desarrollado con tecnología 100% europea, de la cual el 70% procede de empresas españolas, entre las que destacan la burgalesa Hiperbaric, encargada del compresor, y la aragonesa Calvera, que ha desarrollado la hidrogenera.

Finalmente, el máximo responsable del IDAE recuerda que el proyecto nace “en el contexto de una crisis, derivada del cese de la actividad cementera”, lo que ha llevado a las empresas a responder al llamamiento de la administración, apoyando, incide, una iniciativa que “ejemplariza la política de descarbonización y de reindustrialización verde”. “Se trata de un mercado casi inexistente, en una etapa muy incipiente. La planta de Lloseta es la primera industrial en el sur de Europa, y por tanto en España, por lo que resulta muy difícil y arriesgado aventurar cómo será el mercado”, concluye.

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