No es habitual que el Banco de España ponga el foco en un sector económico sobre el que no tiene ningún tipo de supervisión directa. Menos aún, si ese sector tiene una baja o nula presencia en España. Sin embargo, acaba de hacerlo con el sector tecnológico de Estados Unidos, por el elevado peso que tienen los gigantes de esa industria en los mercados bursátiles y el efecto que puede tener a escala global si hay un traspié en sus cotizaciones. De hecho, compara ese posible escenario con el pinchazo de la burbuja “puntocom” de principios de siglo.
El supervisor español se centra, sobre todo, en las siete grandes tecnológicas de Estados Unidos –Alphabet, Amazon, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla– y en el efecto arrastre que pueden tener. Señala su peso en los grandes índices. Por ejemplo, en el S&P 500 llegan a ser hasta el 45%. Ese índice se ha revalorizado un 132% desde el año 2019. Si se ve solo el avance del tecnológico Nasdaq, el despegue ha sido del 220% durante los mismos cinco años.
El Banco de España lo compara con lo ocurrido hace dos décadas. Entre 1996 y 2000, el repunte del S&P 500 fue del 147% y del 716% en el caso del Nasdaq. Entonces, se produjeron correcciones “abruptas”, porque las valoraciones bursátiles de esas empresas “se mostraron insostenibles” y eso se trasladó más allá del parqué bursátil. El impacto fue “relativamente contenido” en la economía estadounidense por el reducido nivel de endeudamiento del sector, la limitada exposición a este de los bancos y porque las acciones estaban, sobre todo, en manos de rentas altas. Pese a eso, Estados Unidos experimentó una “recesión leve” entre marzo y noviembre de 2001 y el efecto contagio saltó a Europa, donde se produjo una “desaceleración económica significativa”.
Si eso pasó con las “puntocom”, ahora las grandes tecnológicas son diferentes, porque son empresas más grandes y consolidadas, “con elevadas economías de red” y “capacidad para personalizar sus productos, lo que hace que su tendencia a la concentración sea muy intensa”, explica el Banco de España. Eso también tiene un lado negativo, porque esa concentración “aumenta el potencial impacto sistémico de la materialización de riesgos”. Cita, por ejemplo, que Apple, Microsoft y Nvidia suponen actualmente en torno al 20% del índice S&P 500, muy por encima del valor que registraban las tres mayores tecnológicas en el pico de la burbuja de los 2000“.
Los riesgos de las 'tech'
El Banco de España no dice que actualmente haya una burbuja en la valoración de las tecnológicas. Sí destaca que “el elevado nivel actual de las cotizaciones bursátiles de las tecnológicas plantea algunos riesgos de correcciones abruptas” y menciona diferentes riesgos que pueden derivar en una revisión a la baja de sus valoraciones en el mercado. Entre ellos, menciona que los beneficios de las compañías tecnológicas no crezcan al ritmo que prevén los inversores, porque ya se percibe que las acciones “muestran una gran sensibilidad a la publicación de los resultados económicos”.
Así ocurrió con el proveedor de semiconductores ASML que hace unas semanas se desplomó un 15,6% tras presentar unas cifras que no eran tan positivas como se esperaba. Lo mismo ocurrió en febrero y en octubre de 2022 cuando Meta cayó un 26% y un 24% después de publicar sus cifras financieras. Otros riesgos que menciona el supervisor español están en los posibles cambios regulatorios, problemas asociados a las cadenas de suministro globales, como las vividas en los últimos años, y que pueden repetirse en un contexto de “elevadas tensiones geopolíticas y conflictos comerciales”.
También cita como posibles riesgos, que se trata de empresas muy intensivas en el uso de energía y que el precio de las acciones de las tecnológicas es “muy sensible a cambios en el entorno macrofinanciero”, al ser títulos donde pesa mucho la expectativa de beneficios a futuro. “Un crecimiento económico menor que el anticipado o una inflación superior a la prevista” que conlleve un alza los tipos de interés “podrían afectar de forma diferencialmente negativa a los precios de las acciones de este sector”, concluye. Sin embargo, no ve fácil un deterioro de la calidad crediticia de estas empresas, porque tienen un alto nivel de liquidez en sus balances.
Los fondos de inversión, los más expuestos
A partir de ahí, el Banco de España enumera quiénes serían los más golpeados, entre accionistas e inversores. No solo los expuestos directamente a estas acciones, porque el efecto de una corrección sería amplio. “La caída de los precios de las acciones podría extenderse a otras empresas y mercados, como los europeos” por las posibles “ventas aceleradas de las carreras”.
Si se entra al detalle de la estructura de propiedad de las tecnológicas, más del 54% de los títulos están en manos de fondos de inversión y cerca de un 30% en manos de minoritarios, sobre todo inversores particulares y, principalmente, estadounidenses. Es decir, los fondos estarían mucho más expuestos a un tropezón bursátil de estas empresas, que estaría contenido en el caso de los bancos y más aún en los europeos.
Sin embargo, “los potenciales efectos amplificadores a través de fondos de inversión podrían ser comparativamente más relevantes, a la vista de las elevadas tenencias de acciones en manos de estos intermediarios”, advierte. “Aunque los efectos más importantes se producirían previsiblemente en Estados Unidos, teniendo en cuenta la elevada interconexión entre los mercados financieros, serían esperables también impactos significativos a escala global”, resume.