El Banco de España resta cerca de 9.000 millones de euros a la previsión de crecimiento de la actividad económica con la que el Gobierno ha realizado el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE). La institución rebaja el incremento del PIB (Producto interior bruto) estimado al 1,4%, desde el 2,1% proyectado por el Ejecutivo esta misma semana. Una previsión que se acerca más a la de la AIReF (Autoridad independiente de responsabilidad fiscal), que es del 1,5%.
El Banco de España justifica su estimación más pesimista en la caída de la confianza de consumidores y empresas ante la “elevada” incertidumbre por la guerra y la crisis energética. También calcula un menor impacto del Plan Recuperación respecto a lo que considera el cuadro macroeconómico defendido este martes por la vicepresidenta Nadia Calviño, tras el Consejo de Ministros. Y, por último, advierte de una inflación asfixiante que ve en el 5,6% de media durante el próximo año.
Las cifras presentadas por el Banco de España y el Gobierno coinciden en proyectar una férrea resistencia del consumo privado pese al daño de la inflación al poder adquisitivo de las familias. Ambas esperan un crecimiento del 1,3% en 2023, similar al de 2022.
Sin embargo, difieren claramente en el impacto del Plan de Recuperación. Mientras que el Ejecutivo prevé un fuerte incremento de la inversión en bienes de equipo y en construcción, favorecido por los fondos europeos, la institución que dirige Pablo Hernández de Cos considera que será inferior, si se compara con el dato de inversión en capital fijo, ya que no utilizan el mismo detalle en sus informes (ver gráfico de arriba).
También hay desacuerdo en el aumento del consumo público, que el Banco de España cree que no avanzará, frente al 0,4% de incremento reflejado en el proyecto de Presupuestos. Y en el sector exterior, que la institución con sede en la calle Alcalá de Madrid no lo ve tan fuerte como el Gobierno.
“La persistencia de tasas de inflación elevadas, el endurecimiento de las condiciones financieras y las prolongadas distorsiones de la oferta han conducido a un empeoramiento de las perspectivas de corto plazo”, reconoce el Bando de España en su informe de perspetivas, publicado este miércoles.
“Más allá de los trimestres más inmediatos, la evolución económica depende crucialmente de los desarrollos de la guerra en Ucrania. Un eventual alivio de la incertidumbre generada por el conflicto debería dar pie a una mejora de la actividad, en un contexto en el que están empezando a aparecer algunas señales incipientes de que los cuellos de botella que han aquejado la producción y el transporte mundiales podrían estar comenzando a remitir y de que las presiones inflacionistas podrían estar alcanzando su pico, como indica un cierto abaratamiento de la mayor parte de las materias primas (tras haber alcanzado niveles de precios muy elevados)”, continúa.
Pérdida de dinamismo en España
“En España se han multiplicado en los últimos meses las señales de pérdida de dinamismo de la actividad económica. El levantamiento de la mayor parte de las restricciones frente a la pandemia, que ya había impulsado la actividad en el segundo trimestre, ha favorecido la continuación de la reactivación del turismo internacional en los meses de verano. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social, cuyo vigor había sorprendido al alza durante la primera mitad del año, se desaceleró en el tercer trimestre”, observa la institución.
“Además, el encarecimiento de la energía, que se ha ido extendiendo gradualmente a una proporción creciente de los bienes y servicios de la cesta de consumo de los hogares, ha reducido el poder de compra de estos agentes, lo que se ha traducido en un debilitamiento de los indicadores que miden su gasto. Asimismo, el elevado coste de las materias primas energéticas y la inseguridad con respecto al suministro están afectando a la producción de las industrias más electrointensivas. En conjunto, esta disminución de rentas de la industria y de los hogares está conduciendo también a una reducción de la demanda de la producción del resto de ramas”, añade.
Inflación asfixiante en 2023
Respecto a la inflación, “es la prioridad del Gobierno” a corto plazo. Y Calviño defendió este martes que es “una inflación importada”, con origen en los precios energéticos y exacerbada por la depreciación del euro, que en España se ha conseguido moderar con los tres paquetes de medidas aprobados hasta el momento (ver esquema incluido en los Presupuestos).
Según su tesis, tras la relajación del 9% del IPC general en septiembre, la curva seguirá en tendencia descendente en próximos meses porque en nuestro país, aunque la escalada de la electricidad, el gas y los carburantes se ha trasladado a los alimentos, no lo ha hecho al resto de costes de las empresas (los salarios principalmente), por lo que no existe la temida inflación de segunda ronda (la espiral empobrecedora de precios/beneficios empresariales, rentabilidades y sueldos).
Por el contrario, el Banco de España aún ve una inflación asfixiante en 2023, del 5,6% de media. Y la AIReF también cargó este martes contra esta postura. “La crisis energética ha propiciado un deterioro de las perspectivas de crecimiento de las principales economías avanzadas y un incremento de los precios del gas superior al contemplado en los supuestos técnicos del escenario del Gobierno. En particular, los supuestos sobre el crecimiento de las economías europeas del escenario del Gobierno proceden del ejercicio de previsión que elaboró el BCE a comienzos de septiembre, justo antes de que se materializara el corte en el suministro de gas ruso”, contempla la institución.
“Desde entonces se ha producido un deterioro notable de las perspectivas de crecimiento en Estados Unidos, China y todas las economías europeas como consecuencia del corte en el suministro del gas ruso y de la incertidumbre sobre el curso de la guerra de Ucrania, tal y como reflejan las previsiones más recientes de la OCDE y de otras instituciones públicas y privadas”, añade.
“Bajo determinados supuestos, sobre los cuales existe un grado de incertidumbre muy elevado, la actividad económica podría mostrar un mayor dinamismo a partir de la próxima primavera. En concreto, a lo largo de 2023, se contempla una moderación progresiva de los precios de los bienes energéticos y alimenticios de acuerdo con las sendas de los mercados de futuros—, una mitigación muy gradual de los cuellos de botella y de las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania, y una traslación relativamente contenida de los aumentos de los costes y los precios pasados a los precios finales de los productos y a las demandas salariales. También contribuiría a esta reactivación económica en nuestro país un mayor despliegue relativo de los proyectos de inversión asociados al programa europeo Next Generation [el Plan de Recuperación]”, concluye el Banco de España.
De hecho, de cara a 2024, para cuando aplaza la recuperación completa del PIB previo a la pandemia, la previsión es de un crecimiento de la actividad del 2,9%, y de una inflación ya controlada, en el 1,9% de media.
Según se observa en el último gráfico, las previsiones macroeconómicas del Banco de España y en general son muy volátiles en tiempos de “elevada” incertidumbre, como son los actuales.
Fortaleza del mercado laboral
Junto con la resistencia del consumo de los hogares, el cuadro macro que acompaña al proyecto de Presupuestos ofrece una visión muy positiva respecto al mercado laboral. Un optimismo que contrasta con la propia desaceleración del crecimiento económico por el daño de la inflación, las subidas de tipos de los interés por parte del Banco Central Europeo (BCE) y la incertidumbre por la guerra.
Según la previsión del Gobierno, habrá “casi” 21 millones de ocupados en 2023 y la tasa de paro caerá al 12,2% de media durante el próximo año. Esto implica la creación de algo menos de un millón de puestos de trabajo pese a que a uno de los sectores más importantes, como es el turismo, ya roza las cifras récord de 2019, según admitió la propia vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, este martes.
El optimismo del Ejecutivo se asienta “en la reforma laboral” y en la estimación de crecimiento del consumo privado del 1,3%, aunque la inflación está golpeando y seguirá dañando el poder adquisitivo de las familias. En la propia previsión de incremento del PIB (Producto interior bruto) del 4,4% para este 2022 se admite un frenazo casi en seco de la actividad económica en el segundo semestre, dado el elevado ritmo interanual del arranque del año.
“Pese al comportamiento favorable del empleo, el deterioro en la capacidad de compra que están registrando los hogares españoles como consecuencia de la caída de los salarios reales es elevado. En el primer semestre de 2022 se ha producido una contracción de la remuneración por asalariado real próxima al 6%, superando así la contracción observada en el cuarto trimestre de 2012, del 5,2%”, señaló este martes la AIReF, que depende del Ministerio de Hacienda.
El positivo escenario del Gobierno también bebe del fuerte incremento de las inversiones en bienes de equipo y en construcción “por el despliegue del Plan de Recuperación”, según señaló la misma Calviño. De hecho, la vicepresidenta económica admitió que sin los fondos europeos “habría una caída de la inversión”.
“A diferencia del Gobierno, la AIReF no considera que el Plan haya podido tener un impacto elevado sobre las expectativas de los agentes [económicos] ni incorpora en sus estimaciones el potencial impacto asociado a las reformas implementadas y, en particular a la reforma laboral, hasta que no se disponga de un diagnóstico completo y basado en la evidencia de sus efectos sobre la capacidad de creación de empleo de la economía y la naturaleza del empleo creado”, critican desde la Autoridad fiscal.