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Las nuevas restricciones incendian a los hosteleros, el sector más ruidoso pero no el más afectado por la crisis

Analía Plaza

24 de enero de 2021 21:52 h

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Cerrados hasta el 28 de enero en Castilla-La Mancha, hasta el 30 de enero en Baleares y hasta el 4 de febrero en la Comunidad Valenciana y municipios extremeños de más de 3.000 habitantes. Con el negocio a medias —solo pueden servir en las terrazas— en Castilla y León, Cantabria, parte de Galicia, Canarias y Navarra. Y con horarios limitados en el resto de comunidades, donde lo más tarde que encontrará usted uno abierto serán las diez de la noche. Incluso la Comunidad de Madrid decidió este viernes adelantar una hora el cierre, de diez a nueve, y que solo pueda haber cuatro clientes por mesa.

Los bares y restaurantes se enfrentan a la tercera ola con nuevas restricciones y muchos gritos desesperados. “No nos vamos a meter en las medidas sanitarias, pero acabamos pagando el pato de todos”, dice, al poco de terminar una cacerolada en Valencia, el portavoz de la coordinadora hostelera, Jesús Ortega. “Es más seguro comer en un restaurante que ir de rebajas. Somos el chivo expiatorio, el centro de todos los errores que cometen los políticos. Necesitamos que nos escuchen. Es cuestión de vida o muerte”.

La protesta de los hosteleros valencianos —que supieron de su cerrojazo total apenas 48 horas antes de que entrara en vigor— se suma a las que en los últimos días han realizado sus compañeros baleares y extremeños. En las manifestaciones ha habido coronas de flores y ataúdes para representar la muerte. Entre los lemas, frases tan duras como que de menú tienen “hambre, ruina y miseria” o que “nos morimos de hambre”. Hostelería de España, patronal que representa a 90.000 establecimientos, apunta que la situación es “gravísima” en zonas dependientes del turismo, como las islas y la Costa Blanca, y de oficinas. “Ahí la caída de la demanda será estructural”, reconoce su secretario general, Emilio Gallego.

El subsector de servicios de comida y bebida —que en algunas cifras macro aparece junto al transporte y comercio y en la mayoría junto a los servicios de alojamiento, con quienes comparte categoría en el CNAE— se vio obligado a cerrar del todo durante el confinamiento, aunque con la posibilidad de hacer envíos a domicilio. Cuando terminó el estado de alarma reabrió con limitaciones de aforo. Pero era verano y decenas de ayuntamientos flexibilizaron la ampliación de terrazas. Las principales ciudades lo prorrogarán mientras dure la pandemia, y también han sido habituales las rebajas o exenciones de las tasas municipales. A estas medidas se suman los ERTE, que han logrado contener la destrucción de empleo: de los casi 800.000 trabajadores que seguían en uno en diciembre, 250.000 pertenecían a servicios de comida y bebida y 113.000 a alojamientos. De nuevo, las provincias más turísticas son las más impactadas.

Según datos de la patronal, un tercio de todos los bares y restaurantes de España habría desaparecido o estaría a punto

Para los hosteleros no es suficiente. La patronal cifra en 80.000 los establecimientos “cerrados o en situación gravísima”. El dato no es cotejable. “Por un lado, hemos hecho sondeos entre nuestros asociados. Por otro, los proveedores sectoriales que trabajan en todo el territorio nos dicen que los porcentajes son similares”, continúa Gallego. Según estos números, un tercio de todos los bares y restaurantes de España habría desaparecido o estaría a punto. El INE lleva meses preguntando a una muestra de empresas qué medidas creen que tomarán debido al COVID. Solo el 7% de las de hostelería y transporte creían que tendrían que cerrar en el segundo semestre de 2020 y en el primero de 2021. Gallego no se lo explica. “Serán los que están en la Gran Vía de Madrid”.

Veamos qué dicen las cifras de negocio. Hasta noviembre, la caída acumulada en bares, restaurantes y cafeterías era del 43%. Es una cifra devastadora, pero no la peor. Las agencias de viajes, los hoteles, hostales y campings y los transportes (obviaremos el aéreo, porque se concentra en pocas compañías y una de ellas ha sido rescatada por el Gobierno) sufrieron caídas superiores.

Los datos de gasto con tarjeta publicados por varios bancos cuentan una historia similar: el consumo en bares y restaurantes se resiente con las restricciones. Sin embargo, a diferencia de los hoteles, del transporte e incluso del entretenimiento, la hostelería disfrutó de un verano relativamente normal, con consumos similares a los de 2019. Los políticos podrían decir que, en este caso, la campaña “se salvó”.

Un informe del Banco de España sobre la situación financiera de las empresas estima que el 75% de las de hostelería, restauración y ocio cerraron 2020 en pérdidas. Según dicha estimación, estas ramas serían las más tocadas por la crisis junto al transporte y la automoción. El problema añadido de los negocios hosteleros y uno de los motivos por los que les cuesta capear el temporal es su tamaño: son empresas muy pequeñas, sin músculo y con poca capacidad de innovar.

La encuesta sobre COVID del INE revela dos datos: solo el 6% de empresas de transporte y hostelería intentan salvar la actividad mediante el envío a domicilio. Y el 60% no ha hecho nada —ni buscar nuevos productos, ni nuevos canales de venta ni aumentar su nivel de digitalización— frente al 40% de media que no ha hecho nada en el resto de sectores.

“Mucho me parece”, dice Gallego. “Si decretaran su cierre, ¿podrían reinventarse los dentistas y hacer empastes a domicilio? No es lo mismo vender cartones de leche en una tienda y llevarlos a casa que servir alimentos a domicilio. La experiencia no es transportable. ¿Cuántas ayudas ha habido para remodelar la actividad? Sin ayudas, es un esfuerzo tremendo entrar en una actividad distinta de la que es servir de comer”. Las asociaciones hosteleras piden ayudas directas, no solo para sostenerse sino para reinventarse, aunque reinventarse signifique intentarlo con el delivery, sector en auge. “Son las empresas más débiles, por eso pedimos a las comunidades planes de apoyo directo”.

Las comunidades han aprobado planes de apoyo directo

El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo aprobó en diciembre un plan de apoyo a la hostelería y el turismo que, por no llevar ayudas directas, supo a poco al sector. Adicionalmente, Hacienda repartió 8.000 millones de euros del fondo REACT-EU entre las comunidades para “reactivar la economía”, un dinero que Industria espera que usen en parte para ayudar a la hostelería. En las últimas semanas, además, muchas comunidades han anunciado planes de ayudas directas para los sectores afectados.

La Comunidad Valenciana, una de las que ha decretado el cerrojazo total, ha anunciado que su plan está dotado con 340 millones. Incluye ayudas directas “para compensar por las restricciones sanitarias” y préstamos al 0,5% con cinco años de carencia.

En el momento de escribir estas líneas, el último es el de Castilla y León: dotado con diez millones de euros, dará a los empresarios de alojamiento, hostelería y agencias de viajes entre 2.000 y 4.000 euros. Las empresas lo aplauden —“es un primer paso”— y esperan que haya una segunda fase para “compensar al máximo” sus pérdidas.

Preferimos ayudas directas en base al número de trabajadores. La Seguridad Social tiene esa información: es tan fácil como ordenar una transferencia

Preguntamos al portavoz de Hostelería de España qué le parecería que las ayudas fueran en función de los ingresos declarados, como en Alemania, que cubre hasta el 75% de lo facturado en el mismo período del año anterior. “A nosotros esa medida no nos parece fácil de implementar por el sistema de módulos. Tienes que tener una contabilidad muy desarrollada”, dice. “Nos gusta más lo de Francia, donde la ayuda va por número de trabajadores: 500 euros por trabajador y mes. Al trabajador le sostiene el ERTE y al empresario la empresa, que percibe esta ayuda. La Seguridad Social tiene la lista de cuántos trabajadores tenemos y el código de cotización. Es tan fácil como ordenar una transferencia”.

Otras ayudas que reclaman son: el acceso prioritario a la vacuna de todo el sector, los pasaportes de inmunidad (para que quienes hayan pasado la enfermedad o estén vacunados puedan ir a los bares), los bonos de reactivación del consumo (que el Estado dé dinero a la gente para gastarlo en hostelería) y eliminar la prohibición de despedir en los seis meses posteriores al ERTE, al menos en establecimientos de zonas de oficinas, que tan complicada tienen la recuperación.

Como los empresarios del ocio nocturno, que recurrieron su cierre ante la Audiencia Nacional por “inconsistencia jurídica y epidemiológica”, centenares de hosteleros preparan ahora una demanda colectiva contra el Gobierno y las comunidades autónomas por los daños soportados durante todo 2020. Reclamarán, según fuentes citadas por Europa Press, 55 millones de euros de indemnización.

El sector insiste en no ser “culpable” de los contagios utilizando datos de Sanidad que el propio Ministerio pone en duda. El último informe de situación de brotes de Sanidad reconocía 44 brotes y 458 casos de contagio en establecimientos de restauración para un total de 26.753 brotes y 230.117 casos, pero admitía que son lugares poco vigilados en los que es “complicado” identificar la fuente de infección. Los bares están en el punto de mira de Sanidad para frenar la tercera ola, razón por la cual la patronal ha pedido ya la dimisión de Fernando Simón.