El BCE critica el 'greenwashing' en el sistema financiero y pone en duda la eficacia de los bonos verdes
La sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático ha ido ganando espacio en el debate sobre el futuro del sector financiero. Se han hecho movimientos aunque, para algunos participantes en esta industria, no los suficientes. 'Greenwashing', ese término para señalar conductas que parecen ir alineadas con la nueva ola verde pero que ocultan otras que van en dirección contraria, ha sido la etiqueta utilizada en ocasiones para criticar algunos de los anuncios que han efectuado grandes entidades en España y en Europa. Ahora, el Banco Central Europeo también lo hace propio para señalar algunos avances en grupos financieros que no están cosechando los resultados que perseguían.
En concreto, el organismo que dirige Christine Lagarde, lo utiliza al analizar el fuerte crecimiento que están teniendo los conocidos como bonos verdes. Se trata de emisiones de deuda que hacen las compañías para, según se comprometen, destinarla a financiar proyectos medioambientalmente sostenibles. En un informe publicado en los últimos días por el BCE se señala que su relación con la reducción de las emisiones de CO2 “no está claramente establecida”. “El etiquetado verde de la deuda ha tenido un impacto mixto en las reducciones de carbono hasta la fecha, lo que sugiere que el 'greenwashing' sigue siendo un problema”, señala el organismo, que cifra en 500.000 millones las emisiones de deuda de este tipo con crecimientos del 20 y el 30% anuales. Pide, para evitar este problema, “un marco robusto” tanto en el etiquetado de estas emisiones como verde, como en el seguimiento del destino de estos fondos.
Las dudas del BCE sobre los bonos verdes aparecen en un informe sobre los riesgos climáticos y los efectos sobre la estabilidad financiera, con el que el organismo pretende arrojar luz sobre un tema al que ha empezado a dar protagonismo en los últimos años y sobre el que ha asegurado en repetidas ocasiones que no se puede cuantificar por la falta de datos públicos de las entidades. Además del greenwashing que denuncia en torno a la moda de los bonos verdes, el BCE detalla tanto en la banca, como en los fondos de inversión y las aseguradoras, la necesidad de reducir sus exposiciones a sectores productivos que, o bien son grandes emisores, o bien se van a ver afectados por los riesgos físicos del cambio climático. En cada uno de estos tres sectores concluye que todavía existe un elevado peso de estas industrias en las entidades financieras del continente.
En lo que se refiere al sector bancario, el BCE concluye que casi un tercio de todos los créditos que ha concedido la banca europea a empresas no financieras se encuentra expuesta a los distintos riesgos físicos derivados de la crisis climática, destacando inundaciones, sequías, olas de calor e incendios. Y, en este punto, aparece la única mención expresa al sistema bancario español del informe. En concreto, lo cita junto al portugués y al griego como los sectores bancarios con una mayor exposición de todo el continente a esta clase de riesgos en sus respectivos créditos a empresas.
Aunque también aparece otra referencia indirecta que se podría entender como un aviso para la banca española. El BCE encuentra una conexión entre las entidades menos solventes y el peso de la financiación a empresas radicadas en áreas con mayor exposición a los riesgos físicos provocados por el cambio climático. Recurrentemente, el BCE señala a la banca española entre las menos solventes y con mayores problemas de rentabilidad de todo el continente. Así, el organismo asegura que, para las entidades con menor capital, su exposición a estas empresas se puede traducir en mayores vulnerabilidades.
Otra de las conclusiones que extrae el supervisor financiero de la UE es que las 25 entidades más grandes del continente aglutinan más del 70% de la exposición a los sectores más vinculados a los riesgos físicos del cambio climático. Por último, advierte que no solo existe un problema sobre la exposición a sectores que se pueden ver expuestos a las consecuencias de las catástrofes vinculadas al clima, también por la transición hacia una economía más limpia. De hecho, el BCE señala que más de la mitad de los créditos del sistema bancario de la zona euro se encuentra en sectores que se verán afectados por las políticas de transición ecológica, como la construcción, el transporte o la energía, lo que puede tener consecuencias sobre la calidad de estos créditos.
Los fondos de inversión, muy expuestos al cambio climático
Donde el BCE se encuentra especialmente preocupado y crítico es en lo que se refiere a los fondos de inversión. Cabe recordar que este es un negocio fuertemente vinculado con el bancario y guarda una importante interdependencia, según han advertido distintos organismos. En este caso, el organismo denuncia su “fuerte exposición” a las industrias contaminantes y cifra que en apenas seis años sus inversiones en estos sectores han pasado de 700.000 millones a 1,3 billones de euros, casi el doble, suponiendo casi un tercio del total.
A ello se sumaría otro 22% de sus activos, que están expuestos a los conocidos como riesgos de transición. Es decir, cuyo precio se puede ver afectados por la implantación de medidas para la transición ecológica. El informe subraya que las empresas vinculadas a mayores emisiones son las que tienen un mayor peso en el balance de los fondos de inversión. El BCE va más allá y defiende que solo el 1% de los activos de los fondos de inversión se encuadran dentro de la taxonomía verde de la Comisión Europea.
Este nivel no es muy superior en lo que se refiere a las compañías de seguros, el tercero de los sectores dentro del sistema financiero. Este sector es muy activo en inversiones pero solo el 1,7% de todos sus activos se encuadraría dentro de este marco establecido por Bruselas sobre finanzas sostenibles. Además, respecto al negocio de las aseguradoras, el BCE señala que en el pasado solo el 35% de los daños causados por el cambio climático estaban asegurados, lo que demuestra que existe una “falta de protección”.
El BCE concluye en su estudio que se han hecho importantes avances en la medición de los riesgos climáticos del sector financiero porque que “queda mucho por hacer”. Entre las tareas pendientes para las instituciones financieras destaca la falta de detalle respecto a la exposición a nivel nacional y regional, así como las dudas que existen sobre la calidad de los datos disponibles. El BCE considera “esencial” que se tengan datos consistentes sobre los riesgos climáticos y que se traduzcan en estrategias a largo plazo que estén alineadas con los objetivos del Acuerdo de París para la reducción de las emisiones contaminantes.
El informe, que incluye multitud de referencias científicas y modelos para medir este tipo de información, revindica además los nuevos ejercicios de esfuerzo que se están diseñando vinculando la resistencia de las entidades a los riesgos climáticos. La principal de estas pruebas, conocidas tradicionalmente como 'test de estrés' se realizará el año que viene por la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en sus siglas en inglés) y pretende convertirse en un ejercicio para medir qué bancos europeos son los que tendrán una peor resistencia a los efectos que tenga el cambio climático.
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