Los trabajadores no son prioritarios para el Banco Central Europeo (BCE). Ni oficialmente, dado que el mandato principal de la institución es el control de los precios, bajo un objetivo de inflación del 2% —y solo por encima de forma temporal—. Ni extraoficialmente, como demuestra el elevado grado de preocupación que desprende su último informe de estabilidad financiera, centrado en el impacto de la guerra en las empresas, especialmente en los bancos, o en las cuentas públicas. Mientras, apenas dedica espacio a los problemas que afrontan los hogares.
Sin embargo, el análisis integral de la coyuntura económica que presentó este miércoles el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, obliga a la institución a pedir subidas salariales para compensar la inflación y no aumentar el riesgo de impago de hipotecas y otros préstamos.
Y hasta lanza la recomendación de cambiar las hipotecas a tipo de interés variable a las que ofrecen un coste fijo, para evitar el golpe “inmediato” de un endurecimiento de las condiciones de financiación.
En el informe, la institución que decide la política monetaria de la eurozona expone que la renta disponible de las familias y los ahorros se vienen reduciendo desde finales de 2021 por la propia inflación –acelerada en los últimos meses por la escalada de los precios de la energía (petróleo, gas y, por tanto, electricidad)–, algo que no ocurría desde la profunda recesión provocada por la pandemia de COVID en 2020.
“El aumento de la inflación [...] puede reducir el poder adquisitivo de los hogares, a menos que los salarios se recuperen lo suficiente sin desestabilizar las expectativas de incremento de precios”, concede el BCE en el informe. Siempre, a su manera, priorizando en su análisis el objetivo del 2% a medio y largo plazo, que actualmente se cumple según el indicador predilecto para la institución que preside Christine Lagarde (esta referencia está en el 2,25%). Incluso sin haber comenzado el ciclo de subidas de los tipos de interés oficiales que ya ha confirmado a partir de julio –hasta ahora se han mantenido en mínimos históricos precisamente para estimular las concesiones de crédito y la actividad económica–.
Esta “contracción afecta particularmente a los hogares de bajos ingresos, que gastan una mayor parte de sus ingresos en alimentos y energía [los productos que más han subido en los últimos meses]”, continúa. “Al mismo tiempo, la situación financiera y laboral relativamente favorable de la familias de la eurozona podría empeorar si la prolongada debilidad económica se tradujera en un número creciente de empresas insolventes o con problemas”, advierte.
Cambio a hipotecas a tipo fijo
“En un entorno de deterioro de los ingresos y de tipos de interés más altos, la capacidad de hacer frente a las hipotecas y otro tipo de préstamos de los hogares podría verse en riesgo. Dicho esto, el cambio hacia hipotecas a tipo fijo en los últimos años protegerá a muchos hogares del impacto inmediato de las tasas de interés más altas”, explica el BCE.
En su extenso análisis, la institución incide en que “los ingresos reales de los hogares podrían sufrir si los salarios nominales no compensan los aumentos de precios”. Y, según concluye, “una caída de la renta disponible podría conducir a un menor consumo a medida que las familias intentan hacer frente a sus deudas”. Y, finalmente, un grave deterioro del poder adquisitivo podría provocar impagos de hipotecas y otros préstamos bancarios.
“No puede ser que con inflaciones del 8% se congelen los salarios, esto es un enorme problema de equidad social y es un enorme problema de desarrollo económico del país”, defendió este jueves el secretario confederal de Comisiones Obreras (CCOO), Unai Sordo. Sindicatos y patronal han roto recientemente las negociaciones sobre el pacto de rentas, por el cual trabajadores y empresarios deberían repartir los daños —en el poder adquisitivo y en los márgenes de beneficio, respectivamente— de la subida de precios, mediante acuerdos plurianuales de actualización de los sueldos.
Los salarios pactados en convenios colectivos hasta el mes de marzo aumentaron un 2,4%, según la estadística publicada por el Ministerio de Trabajo. El dato se incrementó en una décima respecto a febrero y se mantiene muy lejos de la inflación. Para Sordo, España necesita mejorar los sueldos “por justicia y por eficacia económica”, y si no los mejora “la evolución de la demanda interna va a ralentizar la economía, ya ha pasado en el primer trimestre”.
Efectivamente, algunas consecuencias del daño a los ingresos reales de los trabajadores por el impacto de la inflación —en España alcanzó el 9,8% en marzo, respecto al mismo mes de 2021, y un 8,3% en abril— ya se vieron en el dato de crecimiento del PIB en el primer trimestre, con un caída del 3,6% del gasto de las familias en nuestro país, frente al cuarto trimestre de 2021, según Eurostat. La más acusada desde el hundimiento del segundo trimestre de 2020 por el Gran Confinamiento.
Del comportamiento conocido del consumo de hogares en otros países de la eurozona, en España sufrió el mayor retroceso, condicionado también por la variante ómicron de la COVID y por la huelga de transportes, pese a la resiliencia del mercado laboral (ver gráfico).
Los sectores que sufren el doble golpe
El BCE señala tres sectores (y sus correspondientes trabajadores) que sufren un intenso doble golpe por las dos últimas crisis: la pandemia y la guerra en Ucrania. Por un lado, está la industria textil, cuyo negocio todavía se encuentra 10 puntos por debajo de los niveles pre pandemia y sus costes se han incrementado hasta un 7% por la escalda de la electricidad o los combustibles, según los cálculos de la institución.
Por otra parte, la alimentación, que soporta una inflación media del 9% en su actividad, mientras que sus ingresos también se quedan a un 10% de los que conseguía en 2019. Y, por último, el transporte aéreo, en cuya estructura de costes, el queroseno (un derivado del petróleo) supone una tercera pata y, en promedio, sufre una inflación de algo más del 20%. “Los impagos que no se produjeron durante la pandemia pueden ser realidad ahora, si no todos, parte de ellos”, advirtió De Guindos en la presentación del informe.
Recorte a las previsiones de crecimiento
El Gobierno rebajó las previsiones de crecimiento para 2022 del 7% al 4,3%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo lo propio, del 5,8% al 4,8%. Y el pasado lunes, la Comisión Europea presentó las suyas, que son las que ofrecen un dato más bajo para España, y pasó del 5,6% previsto el 10 de febrero al 4% del PIB anunciado ahora por el impacto de la guerra desatada en Ucrania tras la invasión rusa del país.
Bruselas también recortó un punto sus pronósticos para 2023 para España y la dejó en el 3,4%, lo que hace que se retrase alcanzar los niveles previos a la pandemia hasta el tercer trimestre de 2023.