El Banco Central Europeo (BCE) ha parado las subidas de los tipos de interés en el 4,5% por la inminente recesión económica en el conjunto de la eurozona y concretamente en Alemania. El consejo de gobierno de la institución monetaria ha decidido este jueves, en Atenas, frenar el ciclo de austeridad monetaria tras 10 aumentos consecutivos del 'precio' oficial del dinero.
Una estrategia para luchar contra la inflación que comenzó en julio de 2022 y que ha extendido hasta dejar los tipos de interés en máximos de 2001. La pregunta ahora es si es el fin del endurecimiento de esta estrategia, que pasa por encarecer el acceso a la financiación para ahogar la capacidad de invertir de las empresas, de consumir de las familias y de gastar de los Estados y contener así las subidas de precios.
Austeridad monetaria que, sin complejos, buscaba efectivamente una recesión que los datos ya muestran inevitable para Alemania (todas las previsiones apuntan a que su PIB retrocederá en 2023) y también, aunque más leve, para el conjunto de la eurozona (así lo reflejan los indicadores adelantados de los últimos meses), con la excepción destacada de España. Según el centro de análisis europeo Positive Money, “esta pausa ha llegado demasiado tarde”.
En el post anterior en la red social X (la antigua Twitter), la agencia de información económica Bloomberg recoge el momento de la rueda de prensa de este jueves en el que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dice que “es probable que la economía de la eurozona siga débil durante el resto de este año”.
“Todavía se espera que la inflación se mantenga demasiado alta durante demasiado tiempo y que las presiones sobre los precios internos sigan siendo fuertes”, remarca, por otra parte, el comunicado del BCE de este jueves, que ha leído Lagarde ante los periodistas. “Al mismo tiempo, las subidas de precios se redujeron marcadamente en septiembre. Los anteriores aumentos de los tipos de interés del consejo de gobierno siguen transmitiéndose con fuerza a las condiciones de financiación. Esto está frenando cada vez más la demanda [de familias, empresas...] y, por lo tanto, ayuda a reducir la inflación”, continúa.
Los síntomas manifiestos de contracción de la actividad económica ha dejado sin argumentos al BCE para sostener la agresividad de los últimos meses. Sobre todo, porque la inflación se moderó hasta el 4,3% en septiembre de media para los socios europeos, respecto al mismo mes del año pasado. Es la tasa más baja desde 2021 y se explica en su mayor parte por el encarecimiento de los carburantes y de los alimentos.
En el comunicado se mantiene un matiz fundamental. Enfatiza que el consejo de gobierno “está decidido a garantizar que la inflación regrese oportunamente a su objetivo de medio plazo del 2%”, y recalca que “sobre la base de su evaluación actual, [...] los tipos de interés oficiales del BCE se encuentran en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, contribuirán sustancialmente a este objetivo”. La siguiente cuestión es: ¿qué significa “suficientemente largo”?. De momento, Lagarde ha calificado de “prematuro” este debate.
El encarecimiento de los carburantes
“El efecto del reciente aumento de los precios del petróleo y del gas en las decisiones del BCE es ambiguo. Por un lado, esto podría inducir un aumento de la inflación y alentar a la institución a incrementar aún más los tipos de interés. Pero, por otra parte, la subida de la energía pesa sobre los presupuestos de los hogares y reduce la demanda de otros bienes y servicios, que ya pueden considerarse desinflacionarios. En cualquier caso, la eficacia de la política monetaria es muy incierta frente a una inflación excesiva provocada por un aumento del precio de la energía importada”, aborda Eric Dor, director de estudios económicos del IESEG School of Management.
Ineficaz y actúa con retraso. La austeridad monetaria, que tiene en la escalada del Euríbor —el índice de referencia para las hipotecas— su consecuencia más visible para las familias, seguirá mellando los ingresos de los trabajadores endeudados a tipos de interés variable y dificultando el acceso a los préstamos en general durante meses, incluso aunque el BCE cambiara de rumbo y decidiera bajar el precio oficial del dinero. Sin remedio, el encarecimiento de la financiación seguirá trasladándose poco a poco a la economía real.
“No solo se trata de las familias, también lo sufren las empresas, sobre todo las pequeñas y las medianas, que necesitan crédito para funcionar, lo que se está viendo claramente en Alemania, tanto en la industria como en los servicios”, recalca Víctor Alvargonzález, fundador de Nextep Finance.
“Hasta ahora, la actividad económica se ha visto respaldada por la fortaleza del mercado laboral. [Pero] hay señales de que el mercado laboral se está debilitando. Se están creando menos empleos nuevos, incluso en los servicios, en consonancia con el enfriamiento de la economía”, ha afirmado la propia Christine Lagarde este jueves.
España surge como la economía más resistente de la eurozona por tener un mayor peso en la actividad de sectores menos intensivos en energía, especialmente por la explosión del turismo, por el despliegue más rápido del Plan de Recuperación y por “los efectos de la política económica adoptada en los últimos cinco años por el Gobierno de coalición, y en concreto por la reforma laboral”, según admitió este mismo miércoles la OCDE.
El euro puede depreciarse si baja la inflación
Los dos principales argumentos que han justificado la agresividad extraordinaria del BCE desde julio de 2022 han sido que reaccionó tarde a la crisis de inflación y que, por esta misma razón, desprotegió el tipo de cambio del euro con el dólar. Es decir, como la Reserva Federal comenzó a subir los tipos de interés antes, desde principios del año pasado, atrajo dinero de la eurozona a activos financieros denominados en la divisa estadounidense y favoreció la depreciación de la moneda común.
Esta caída del euro respecto al dólar encarece automáticamente el petróleo y otras materias primas primas que se importan en la divisa estadounidense. Un hecho que ocurrió más significativamente en el peor momento, en el verano y el otoño de 2022, con la energía disparada en todo el mundo por la invasión rusa de Ucrania. Pero ahora, “con la inflación bajando, este argumento ya no sirve”, señala Víctor Alvargonzález.
Otras herramientas del BCE
El consejo de gobierno del BCE tiene “otras medidas de ajuste monetario [al margen de los tipos de interés], con sus ventajas y desventajas”, según recuerda Eric Dor. “Estas posibles medidas incluyen la reducción acelerada del stock de bonos [de deuda de los Estados y empresas] en poder del Eurosistema, o un aumento en el coeficiente de reserva requerida de los bancos, y todas reducirían el exceso de liquidez del sector financiero”, continúa el economista francés.
“La reducción del stock podría lograrse abandonando las reinversiones del programa PEPP [el programa de emergencia por la pandemia] o vendiendo los bonos mantenidos en el marco del APP [el programa anterior, que se diseño para apoyar la salida de la crisis de 2008]”, concluye. De momento, el BCE tampoco ha tomado ninguna decisión respecto a estas herramientas de política monetaria.