La Comisión Europea estima que la inflación acumulada en España desde el cierre de 2022 a 2025 será del 10% —tras la escalada de los precios del 12% de 2019 a 2022—, y calcula que el crecimiento de los beneficios empresariales explicará seis puntos de esta subida. Mientras, el aumento de los salarios será responsable de los otros cuatro puntos, y la energía y el resto de materias importadas pasarán a restar, después de ser el origen de la primera fase de esta histórica crisis de inflación.
Estas expectativas están incluidas en el recuadro “Descomposición de la inflación” de las previsiones de otoño de la Comisión Europea, que el órgano ejecutivo de la UE hizo públicas el 15 de noviembre. Los economistas comunitarios “descomponen” las subidas de precios en beneficios empresariales más impuestos, costes laborales (salarios más cotizaciones), energía importada y otros recursos comprados fuera del país y la inflación por contagio por las estrechas relaciones comerciales dentro la propia UE.
“Comprender las fuerzas impulsoras de la inflación es importante para evaluar su probable persistencia”, justifica la Comisión Europea en el arranque de su análisis. “Los precios de la energía y los cuellos de botella en el comercio mundial [por la salida de la pandemia] fueron la raíz del reciente aumento de la inflación. Sin embargo, la importancia de los factores internos se ha incrementado considerablemente en toda la UE”, continúa.
Para el conjunto de la UE, los economistas de la Comisión Europea señalan que los beneficios de las empresas han aumentado “con fuerza en 2022 y 2023 por la rápida transmisión del mayor coste de los insumos [los bienes y servicios que necesitan para producir sus productos finales] a los precios de venta”. Por otro lado, estos expertos admiten que en estos dos últimos años “el ajuste de los salarios ha sido más lento”.
A partir de este año, “los trabajadores se están poniendo al día” tras el mordisco de las subidas de precios a sus ingresos desde 2021, según incidió la presidenta del BCE, Christine Lagarde, este misma semana en un discurso pronunciado en el Ministerio de Finanzas de Alemania. Incluso, Lagarde recalcó que las empresas deberían asumir las subidas de salarios, porque tienen capacidad para hacerlo.
“Si las empresas absorben el aumento de los salarios en sus márgenes [la capacidad de obtener beneficios tras descontar los costes, incluidos los laborales, de sus ingresos], los sueldos reales [descontando la inflación] recuperarán parte de sus pérdidas pasadas sin que la subida se traslade completamente a la inflación”, expuso la presidenta de la institución que dirige la política monetaria de la eurozona.
Por el contrario, las expectativas de la Comisión Europea muestran que, al menos en España, las empresas sí expandirán sus márgenes de beneficio y contribuirán a la persistencia de la inflación. Y que lo harán en mayor medida que los sueldos, aunque estos estén mejorando en general, gracias a los que las familias están recuperando algo del poder adquisitivo perdido en 2021 y 2022.
A pesar de esta presión de las empresas sobre los precios, todas las previsiones apuntan a que la inflación de normalizará en la segunda parte de 2024, favoreciendo la recuperación de poder adquisitivo.
Del mismo modo, los expertos coinciden en que la resistencia del consumo de las familias en la eurozona, y también en España, será crucial para evitar una recesión y sostener el crecimiento económico, amenazado por la desacelerción global y por las subidas de los tipos de interés del BCE precisamente para luchar contra la inflación.
“Las empresas tienen capacidad para limitar los márgenes y subir salarios, que en definitiva es la mejor forma de alivio del daño de la inflación”, explicó recientemente a elDiario.es Luis Zarapuz, experto del gabinete económico de Comisiones Obreras (CCOO).
Los beneficios brutos de las empresas han crecido un 50%
Para nuestro país, hace algunas semanas, el nuevo Observatorio de Márgenes, una recopilación de estadísticas de la Agencia Tributaria, el Ministerio de Asuntos Económicos y el Banco de España, señaló que las empresas, sobre todo las más grandes, han defendido sus márgenes (trasladando el encarecimiento de los costes a los precios de venta), elevando sus beneficios en general.
Por su parte, los sectores de la energía, la alimentación y la banca no solo han defendido sus márgenes de beneficio, sino que los han mejorado en esta crisis, elevando su capacidad de generar ganancias. O lo que es lo mismo, efectivamente, pueden asumir subidas salariales.
El resultado bruto de explotación (una de las formas de medir los ganancias) de las empresas no financieras se ha disparado en promedio cerca de un 50% desde el nivel previo a la pandemia, según los datos recopilados por la Agencia Tributaria, con una fuerte escalada desde el segundo trimestre de 2021, coincidiendo con el inicio de la crisis de inflación. En ese dato agregado hay un fuerte peso de los sectores energéticos y de la alimentación, pero el crecimiento es generalizado.
En comparación, los salarios aumentaron apenas un 1,45% en 2021, un 3% en 2022 y en 2023 han acelerado al 3,46%, con los datos hasta octubre del Ministerio de Trabajo de las mejoras pactadas en los convenios.
España es una excepción
Según la expectativa de cómo se descompondrá la inflación en el ciclo que va desde este 2023 hasta 2025, España será una excepción entre las grandes economías de la eurozona. La Comisión Europea estima que en Francia, Italia y, sobre todo, en Alemania los aumentos de los salarios tendrán más peso en la inflación total que el crecimiento de los beneficios corporativos.
Estas mismas previsiones destacan que nuestro país ha acumulado una menor inflación de 2019 a 2022 (12%) que Alemania, que se acerca al 15% en este periodo. La cifra es similar a la de Italia o Francia, y una de las más bajas de toda la UE, gracias a medidas como el tope al gas nuestro caso.
Hasta 2025, el 10% que espera que aumenten los precios en España, se quedaría por debajo del 13%-15% que prevé para las otras grandes economías comunitarias, precisamente por las presiones más modestas de los salarios.
En términos interanuales, midiendo la inflación cada año respecto al anterior, las conclusiones son las parecidas (se pueden observar en el gráfico): España sufrirá las subidas de precios más moderadas, sobre todo por el diferencial en 2023, aunque éste se invierta en 2024 por la retirada de las medidas, como el propio tope al gas o las reducciones de impuestos.
Si se descompone la inflación por los diferentes productos y servicios que conforman la cesta respecto a la que se calculan las subidas de precios [en el IPC, Índice de Precios de Consumo], las estimaciones responsabilizan a los alimentos de la mayor parte de la inflación.