Se buscan ideas para gestionar los fondos europeos. Razón: España está a la cola en su ejecución

Analía Plaza

25 de septiembre de 2020 23:07 h

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Un fantasma sobrevuela España: ¿será capaz de gastar los 140.000 millones de euros que le dará Europa?

Los precedentes no son nada buenos. El nivel de ejecución de fondos en España está entre los más bajos de la Unión. Por ejemplo, los datos relativos a los FEDER —el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, una de las partidas de inversión más cuantiosas de la UE— para el período 2014-2020. A 25 de septiembre, España solo ha sido capaz de gastar el 26% de los fondos que tiene asignados, que ascienden a 29.270 millones de euros. Solo Eslovaquia nos supera para mal: ha ejecutado el 25%.

En otras partidas, nuestro país no sale mejor parado. España ha ejecutado el 32% de lo asignado en el Fondo Social Europeo y el 51% en el Fondo Agrícola de Desarrollo Rural, siendo el sexto país por debajo en el 'ranking'. “¿Hay manos suficientes? Normalmente, en las administraciones que funcionan con fondos, el personal que se dedica a esto está muy limitado”, explica Pablo Conejo, director de fondos de la consultora Red2Red, que trabaja con administraciones públicas. “Si cuando se solapan dos períodos de programación ya no dan abasto, imagina ahora, que van a convivir tres mecanismos con una capacidad mucho mayor”.

Conejo se refiere a las líneas de financiación definidas por Europa, de las cuales el mecanismo de recuperación y resiliencia (dotado con 672.500 millones de euros) y el paquete REACT-EU (los fondos que se añaden a la política de cohesión posterior a 2020, dotado con 55.000 millones) son las más generosas. Del primer mecanismo, España recibirá 59.000 millones de euros en subvenciones directas. El 70%, entre 2021 y 2022.

“Primero está REACT-EU, que debe estar ejecutado a finales de 2023. Luego el mecanismo de recuperación, que termina en 2026. Y luego la programación de fondos estructurales, que empieza en 2021. Van a convivir los tres juntos con proyectos que son intercambiables y con unas normas de selección similares”, continúa. “Y luego están los tres niveles de la administración: ministerios, comunidades y entidades locales. Hay riesgo de que los proyectos compitan entre los distintos mecanismos. La receta: estrategias a largo plazo muy bien coordinadas, a nivel estatal, regional y local”.

Hacen falta proyectos

Europa ya ha definido las áreas para las que pide proyectos. Los países tienen desde el 15 de octubre hasta el 30 de abril para presentar su plan. Coordinados por la presidencia del Gobierno, los ministerios definen ahora sus propias ideas, tanto desempolvando proyectos como planteando otros nuevos.

Necesitamos una percha de donde colgar estos fondos. El gran reto es su gestión

Las mejores pistas de cómo trabajan las ha dado el ministro de Transportes y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, en las últimas semanas. Cuando presentó la futura ley de movilidad sostenible, Ábalos pidió a ciudadanos, comunidades y entes locales que participaran “con espíritu realista”, proponiendo ideas para presentar a los fondos. Algo similar ocurrió en una presentación sobre vivienda. “Tenemos una gran oportunidad con los fondos europeos. En vivienda y rehabilitación se cumplen todos los requisitos. Necesitamos una percha de donde colgar estos fondos”, dijo. “El gran reto es su gestión”.

El director general de tráfico, Pere Navarro, explicó recientemente que el ministro les había pedido identificar “proyectos de digitalización” para aprovechar los fondos europeos. Desde los ministerios de Transición Ecológica e Industria, cuyos negociados encajan en lo que pide Europa, no avanzan más que “están trabajando en ello”.

La ministra de Industria, Reyes Maroto, aseguró que el plan estará listo el 30 de octubre y que irá acompañado por la propuesta de Presupuestos Generales del Estado. La UE ya ha aclarado que la recepción de fondos no está vinculada a que se aprueben nuevos PGE.

La CEOE también se ha puesto a trabajar. Ha anunciado que presentará quince proyectos propios a la administración. Y ha creado una oficina en colaboración con PriceWaterhouseCoopers para informar a las empresas sobre cómo captar fondos. Gran parte del dinero recaerá en ellas. Uno de los riesgos de los que alertan los expertos es que termine en manos de pocas y muy grandes, porque es más fácil, en vez de permear al tejido de pymes.

Plantear los proyectos antes que la estrategia es empezar la casa por el tejado

“Hay una serie de fallos clásicos”, continúa el director de fondos de Red2red. “Existe la tentación de ponerse a buscar proyectos que tienes a punto de lanzar para captar financiación. Puede estar bien como primer paso, para hacerte una idea de su tipología, plazos, volumen financiero... Pero basar la absorción en eso es empezar la casa por el tejado. Lo que nos pide la UE son estrategias a largo plazo. Un cambio de modelo productivo en el que las inversiones públicas tengan objetivos alineados. Y de ahí, ir seleccionando proyectos”.

La falta de estrategias y la descentralización, con distintas administraciones canalizando el dinero, explica la mala posición española en la tabla de ejecución. El profesor Manuel Hidalgo, ex secretario de Economía de la Junta de Andalucía, también ha señalado la falta de demanda: empresas, departamentos de I+D u hogares. “Ejemplo: dediquemos 10.000 millones a investigación. Pregunta: ¿hay tejido para absorber esa cantidad de dinero?”, razonó en Twitter.

“El problema no son las empresas, es la administración. Funciona mal: se hacen mil programas, hay muchísimos portales para ayudas y la gente ni se entera”, defiende Diego Soros, fundador de Soros Gabinete, especializado en ayudas europeas para empresas. “Y vamos a matacaballo. La Comisión Europea hace planes bianuales y yo sé cuándo va a salir una convocatoria. En España, organismos como el CDTI lanzan grandes convocatorias con pocas semanas de antelación. Así es difícil que nadie se planifique y prepare un proyecto”.

Dentro de lo público, hay perfiles y organismos que sí saben gastar. Uno de los mejores ejemplos es Red.es, especializada desde 2002 en captar fondos europeos, en preparar pliegos y ejercer de 'pegamento' entre el dinero del continente y la administración. El problema es que si no hay líneas maestras se cuelan proyectos que no van a ningún lado, o con poco sentido estratégico. Es un riesgo a asumir.

Los clústeres, un actor ignorado

Por lo que hemos visto hasta ahora, a España le hace falta una estrategia (que se supone que está definiendo Moncloa), centralización (Pablo Casado propuso una agencia independiente, pero en principio habrá una comisión interministerial presidida por Sánchez) y reforzar los equipos que gestionan fondos. Portugal creará un órgano anti-fraudes, pero aquí aún no se ha planteado nada igual.

Hay un cuarto elemento que podría ayudar a canalizar financiación. Se trata de los clústeres: grupos de empresas e instituciones que trabajan en el mismo sector y región. Los clústeres funcionan especialmente bien en Alemania —con empresas grandes que 'tiran' de las pymes y universidades integradas de las que sale investigación— y, aunque no son tan potentes en España, sí son capaces de captar financiación europea.

Según datos de la dirección general de mercado interior, industria y pymes de la Comisión Europea, España es la principal beneficiaria de ayudas a clústeres (a través de programas como COSME y Horizonte2020), seguida de Francia, Alemania e Italia.

“¿Cuál es la filosofía? Somos especialistas en ámbitos estratégicos. Europa dice: abro una convocatoria de ayudas para que los clústeres den dinero a pymes. Y es financiación en cascada. Tú confías en que los gestores de los clústeres saben de su ecosistema, van a evaluar proyectos interesantes e ir alineados con la Comisión”, explica Antonio Novo, presidente de la Alianza Europea de Clústeres. “Somos como oficinas de soporte a la innovación. La Comisión suele hacer consorcios en varios países. Es escalable y garantiza calidad, porque enlazas pequeñas empresas con la estrategia central”.

Para Novo, uno de los grandes peligros de esta urgencia con la que se están preparando los proyectos es que se ignore a la pyme, que supone el 95% del tejido empresarial español. “Necesitamos que los empresarios se involucren, pero que no sean solo los grandes”, indica. “Los clústeres normalmente reúnen a una grande 'tractora' y a pymes. Tenemos capacidad para enlazarlas, pero no se nos está teniendo en cuenta a nivel nacional. Hablamos con las regiones, pero al no estar reconocidos como agente social no participamos en la discusión. Formalmente pertenecemos a Industria y en Ciencia no podemos participar. Estaría bien que nos reconocieran como agente de innovación. Uno de los principales problemas de España es esta separación entre ámbitos: los planes que pide Europa no responden a este esquema tan aislado”.

“Si cada uno hace la guerra por su cuenta, corremos un riesgo”, concluye Conejo. “Sería importante tener una oficina que vigilara a qué ritmo van las inversiones para elegir con qué mecanismos se financia cada una. Para no robarnos los proyectos, lo mejor es coordinación común”.