Destacar la resistencia de la economía española y defender el optimismo han sido los principales objetivos de la comparecencia este miércoles de la vicepresidenta Nadia Calviño en el Congreso de los Diputados, en un contexto internacional irremediablemente hostil. Y lo ha hecho estratégicamente un día antes de que el Banco Central Europeo (BCE) decida subir, hasta en un 0,75%, por segunda vez los tipos de interés oficiales de la eurozona, tras el incremento del 0,5% en julio, para acabar con una larga década con tipos al 0%.
Un encarecimiento de la financiación mediante el que la institución pretende enfriar la economía y reducir la inflación, con el riesgo asumido de provocar una recesión si el golpe al consumo de las familias y a la inversión de empresas y Estado, ya dañados por las propias subidas de precios, es demasiado fuerte.
“España se mantiene en una senda de crecimiento pese a la crisis energética, al endurecimiento de la política monetaria y a la incertidumbre por la invasión rusa de Ucrania”, argumentó Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicas, quien incidió en la carga de la deuda pública [lo que el Estado gasta cada en año en la factura de intereses] sigue reduciéndose aunque suban los tipos de interés.
Esta carga financiera o factura de intereses de la deuda pública se mantiene cerca del 2% respecto al PIB, lejos del 3,5% de 2013, y es alrededor del 5% de los ingresos públicos, muy por debajo del 9% que superó en aquellos años de la crisis del euro, justo tras el rescate a la banca.
Calviño insiste en que España presenta claras diferencias respecto a otros ciclos económicos, frente a otras crisis. Y una de estas diferencias es precisamente la “sostenibilidad de las finanzas públicas”, en el sentido en que pagar la deuda requiere menos esfuerzo en esta ocasión, tras años de políticas monetarias expansivas (y extraordinarias) que ha sabido aprovechar el Tesoro Público.
Esta “sostenibilidad” también se refleja en el objetivo de reducir el endeudamiento público por debajo del 110% del PIB, tras dispararse en 2020 por encima del 120% por “el coste que supuso la respuesta a la pandemia”, y las medidas que está exigiendo la crisis energética y de inflación. Calviño también se ha aferrado al objetivo de rebajar el desequilibrio presupuestario, el déficit (lo que se gasto respecto a lo que se ingresa), del 5% en 2022 y del 3,9% en 2023.
En la misma línea, la vicepresidenta ha argumentado que la prima de riesgo [el diferencial entre el interés que se exige a la deuda de referencia de España y el de la de Alemania, considerada la más fiable] se mantiene ligeramente por encima de los 100 puntos básicos, cerca de la media del periodo entre 2015 y 2017, lo que demuestra la voluntad del BCE de no permitir que las economías más sobreendeudadas de la eurozona, como la de nuestro país o la de Italia, acaben ahogadas en la lucha contra la inflación.
Menos paro y Plan de Recuperación
Otro factor diferencial para España es el menor paro. “Hay más cantidad y más calidad de empleo”, ha recordado. Y ha señalado “la transferencia de empleo temporal a indefinido por la reforma laboral”.
La tercera clave para apuntalar el optimismo es el Plan de Recuperación, financiado por los fondos europeos Next Generation de la UE. “Un proceso transformador histórico”, ha apostillado, así como las medidas de respuesta a la inflación. Según ha presentado, la asignación de España de fondos para proteger a hogares y empresas del alza en los costes energéticos supera el 2% del PIB, por encima de la mayoría de economías europeas.
Sobre estas claves, Eurostat elevó este miércoles el crecimiento económico de la eurozona al 0,8% en el segundo trimestre, desde el 0,6% estimado previamente, y confirmó que España destacó en el conjunto de la región con un incremento de la actividad del 1,1% entre abril y junio, respecto al primer trimestre. Cifras a la que también se ha agarrado Calviño este miércoles en la Comisión económica del Congreso.
Este mejor comportamiento del PIB (Producto Interior Bruto) de nuestro país responde al fuerte repunte del consumo de los hogares y al momento más intenso del rebote de la economía en general, tras recibir un mayor golpe en el shock de la COVID por el peso del turismo y del sector servicios en general, y pese al frenazo de la crisis energética y de inflación y a la incertidumbre por la invasión rusa de Ucrania.
A cierre de junio, la actividad en España es la que se queda más lejos del nivel del cuarto trimestre de 2019, antes de la pandemia, dentro de la UE (todavía a un 2,5%), mientras que Alemania, Francia o Italia ya lo han superado, según la propia estadística europea.
Este retraso en la reconstrucción económica ha sido utilizado por casi todos los grupos del Congreso como réplica a la presentación de Calviño. Si la comparación se hace del segundo trimestre de 2019 al segundo trimestre de 2022, la brecha del PIB de nuestro país se reduce al 1,7%.
Por otra parte, en estos momentos, España lidera las estimaciones de crecimiento de cara al cierre de este 2022 y de 2023, y podría ser de la única gran economía de la eurozona en librar la recesión, que acecha peligrosamente a Alemania.