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El campo vuelve a las calles y se revuelve contra el acuerdo de la UE con Mercosur

Imagen de las protestas del campo, durante la pasada primavera, en Madrid

Cristina G. Bolinches

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El acuerdo sellado por la Unión Europea y los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) se ha convertido en la chispa que vuelve a hacer patente el malestar del campo. Un pacto que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha vendido como “una victoria para Europa” y que ahora tienen que respaldar tanto el Parlamento Europeo como los Estados miembros. Para las organizaciones agrarias tiene poco de victoria y ya han convocado nuevas movilizaciones, que este lunes regresan a Madrid. 

El acuerdo supone crear la mayor zona de libre comercio del mundo, porque integra a más de 700 millones de personas de 31 países, la mayoría de la Unión Europea. Una de las bases es difuminar la política arancelaria, porque conlleva eliminar –aunque de forma gradual– el 91% de los aranceles de las exportaciones de la UE a los países de Mercosur y prácticamente el mismo porcentaje cuando las mercancías viajan en la dirección contraria. 

Eso beneficiará a las empresas europeas que podrían ahorrarse cerca de 4.000 millones de euros, pero también puede conllevar que los agricultores y ganaderos vean la entrada en la UE de productos significativamente más baratos. Por eso, se van a poner cuotas. Por ejemplo, en el vacuno se pone un límite de 99.000 toneladas anuales adicionales, que se suman a las 200.000 que ya se importan cada año desde los Estados de Mercosur. De ahí, que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, asegurase la pasada semana que este acuerdo solo supone un “un filete por persona al año”, en referencia a esos productos cárnicos adicionales.

De entrada el Ejecutivo español ha respaldado el pacto, mientras que otros países, como Francia, lo rechazan ante el persistente malestar del campo durante los últimos meses. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo ha defendido porque reforzará la economía española. “La apertura comercial con nuestros países hermanos latinoamericanos nos hará –a todos– más prósperos y más fuertes”, aseguró a través de la red social X.

Las organizaciones agrarias, en cambio, no son tan optimistas y, desde que se conoció el pacto, han dejado clara su oposición. “No tiene sentido alguno tolerar un acuerdo que ponga en jaque a un sector tan estratégico como la agricultura y ganadería”, asegura la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA). “Consideramos que puede perjudicar especialmente a las explotaciones de carácter familiar y suponer un freno al necesario y tan complejo relevo generacional”, critica esta organización.

“No podemos seguir utilizando a la agricultura como moneda de cambio en los acuerdos comerciales”, asegura su secretario de Relaciones Internacionales, José Manuel Roche. “No trabajan con las mismas reglas que los agricultores y ganaderos europeos” y pone como ejemplo la utilización de “fitosanitarios prohibidos” en la UE, así como “fertilizantes o antibióticos”. “Estamos poniendo en riesgo la seguridad alimentaria”. Además, UPA señala las diferencias en cuanto a legislación laboral y bienestar animal. 

“Cuando parecía que el nuevo rumbo de la Unión Europea era en defensa de la agricultura y la ganadería, nos encontramos con este acuerdo”, valora el secretario general de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). “Es indignante, porque el Gobierno español es uno de los impulsores y el Ministerio de Agricultura nos utiliza, otra vez, como moneda de cambio para otras actividades, como la venta de coches”.

Esta organización agraria apunta que no solo tendrá un impacto en la producción de vacuno, también en la de porcino, en la miel, los cítricos, el azúcar, el maíz y en el arroz. En cambio, puede impulsar las exportaciones de aceite de oliva y de vino. “Nos parece indignante en un país que es una potencia en agricultura y ganadería. No somos Alemania, donde el potencial son los automóviles. Los representantes políticos nos vuelven a dejar a los pies de los caballos”, añade Padilla.

Vuelven las protestas

COAG es una de las organizaciones que vuelve a la calle para protestar. Lo hará este lunes en Madrid junto a la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores. Esta última forma parte de la patronal CEOE. Precisamente, estas son dos de las organizaciones que, la pasada primavera, no llegaron a un acuerdo con el Ministerio de Agricultura para sellar las protestas que se prorrogaron varios meses y que dejaron en evidencia el desgaste y la división interna del campo. Entonces, UPA y Unión de Uniones –a la que hasta ese momento el Ministerio no reconocía como interlocutor– sí llegaron a un pacto con el ministro Luis Planas. 

En los últimos días ya ha habido movilizaciones, como tractoradas en Valladolid o en Pamplona y, ahora, vuelven a Madrid. Asaja y COAG aseguran que “las reivindicaciones de aquellas protestas siguen aún vigentes” y ponen como ejemplo que no se haya reforzado el funcionamiento de la Ley de la Cadena Agroalimentaria. Sin embargo, el foco de las nuevas protestas está en el acuerdo con Mercosur. 

“Si hay un tema que, en estos momentos, supone una verdadera amenaza para nuestro sector, ese es la proliferación de acuerdos de libre comercio de la UE con terceros países”, señalan ambas organizaciones en la convocatoria de las nuevas movilizaciones. “Las importaciones de productos agrarios de Mercosur, Chile, Marruecos o Nueva Zelanda” con “precios por debajo de nuestros costes de producción y sin cumplir las normativas que imperan para las producciones comunitarias, impactan gravemente en los agricultores españoles y europeos y provocan pérdidas inasumibles y cierres de explotaciones”, argumentan.

Planas ha defendido el pacto con Mercosur como una “gran noticia”, según aseguró hace unos días en Bruselas. “Somos una potencia agroalimentaria y no debemos temer a la apertura comercial”, justificó. “Entiendo que puedan existir preocupaciones, pero si examinamos los contingentes que han sido adoptados en relación con los productos sensibles, son de una dimensión que no altera el mercado comunitario”, apuntó en un intento de calmar los ánimos.

Agricultura cree que el acuerdo es positivo, entre otras cosas, porque abre oportunidades comerciales, reduce las barreras de entrada para los productos españoles, aumenta la protección de nuestras indicaciones geográficas y los controles y compromisos en materia ambiental y laboral que tendrán que cumplir los países de Mercosur. También, que las normas que se exigen en la UE, tienen que aplicarse en los países de esta alianza comercial. “No es negociable”, indican fuentes del Ministerio, que esta semana se reunirá con las organizaciones agrarias para tratar este pacto. “La UE limita los residuos de pesticidas, así como la importación y comercialización de carne tratada con hormonas de crecimiento”, indican las citadas fuentes.

“Cualquier producto vendido en la UE debe cumplir todas estas normas” de sanidad vegetal, animal e inocuidad alimentaria, “que no cambian en absoluto con este acuerdo”. Además, creen que hay quien quiere usar la alianza con Mercosur como una excusa para confrontar, apelando más a sentimientos que a razonamientos.

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