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La 'cara B' de los ERE de la banca para los trabajadores que se quedan: “Hay un estrés muy bestia”

Diego Larrouy

20 de febrero de 2022 22:45 h

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“Llega el domingo y duermes mal porque sabes que el lunes empiezas de cero”. M. trabaja en una sucursal de una de las grandes entidades del país. Lleva en el sector casi dos décadas y reconoce que desde que empezó, “todo ha ido a peor”. Tienen cada vez más trabajo porque otras oficinas han echado el cierre y han salido cientos de compañeros en el ERE del año pasado. A esa mayor carga de trabajo se une un aumento continuado de la presión comercial por parte de sus superiores para lograr que los clientes contraten más productos, en un contexto de baja rentabilidad del negocio tradicional. “El agobio es horroroso”, apunta, lamentando que no pudo apuntarse al último ERE de su empresa.

El testimonio de M., una trabajadora que prefiere no ser identificada, representa una situación generalizada en el sector bancario que constatan otros empleados consultados. Desde la pasada crisis financiera han desaparecido más de 100.000 puestos de trabajo en el sector y la mitad de las sucursales. Durante el año pasado este volumen de despidos se ha acelerado. Los distintos ERE suman unas 19.000 salidas, que se han ido formalizando durante el pasado año y se alargan durante los próximos meses. Ha coincidido con un camino hacia la digitalización de la oferta bancaria y con un problema muy profundo de rentabilidad del sector. Y además, la pandemia.

Una tormenta perfecta para los trabajadores que se han quedado en sus bancos. Especialmente para aquellos que se encuentran de cara al público. M. relata un día habitual en su oficina. A primera hora, se reúne con su jefe, el director de la sucursal. Este le expone sus objetivos, que suelen consistir en tener tres citas o llamadas en las que cerrar la venta de algún producto. A lo largo del día, recibe repetidas presiones para controlar la consecución de estos objetivos. “Hay días en que únicamente siembras y no vendes y si pasas tres días sin una venta, recibes avisos”, señala esta trabajadora.

Esta continuada presión ha llevado a situaciones de alto estrés, depresiones y bajas laborales, según confirman distintas fuentes sindicales. “Hay un estrés muy bestia”, apunta otra trabajadora de una gran entidad del país. “Para compensar los bajos tipos de interés —una cuestión que lastra la rentabilidad de los bancos— se están volcando en la presión comercial, y es un cóctel explosivo para los trabajadores”, añade. Esta es la clave que señalan los distintos empleados consultados. “Lo que más les gusta ahora son los fondos y los seguros”, señala M. “Van a lo rápido”.

Esto es lo que dicen las cifras y que constatan esta deriva del sector. La principal fuente de ingresos de la banca es el conocido como margen de intereses —los que ingresan, menos los que pagan— que proceden de actividades comerciales tradicionales como la concesión de créditos. Sin embargo, con los bajos tipos de interés, el año pasado los seis grandes bancos del país (Caixabank, BBVA, Santander, Sabadell, Bankinter y Unicaja) vieron retroceder esta vía de ingresos un 3%. La banca ha enfocado su estrategia, por tanto, en nuevas vías de ingresos. Es ahí donde entran los fondos, los seguros o los planes de pensiones. Estos productos generan comisiones. Así, mientras en 2021 cayeron los ingresos por intereses, se dispararon más de un 10% los de las comisiones, suponiendo ya un 35% de los ingresos, una porción mucho más relevante que antaño.

El próximo 22 de febrero hay movilizaciones por todo el territorio de la plantilla de CaixaBank para denunciar esta situación que vive la plantilla. C., un empleado de una de sus sucursales en Madrid se queja de que ya no solo hay que colocar un seguro o un fondo de inversión, sino que también tiene que vender televisores, con una presión diaria “insufrible”. Distintas fuentes sindicales señalan que en el resto de entidades se están teniendo conversaciones con las respectivas direcciones para tratar de abordar este problema para los trabajadores. Hay casos, como en el Santander, donde se está preparando la elaboración de un informe independiente psicosocial para conocer la situación de los empleados, según informan desde CCOO, que esperan que se ponga en marcha a partir de primavera.

“La situación en CaixaBank es extrapolable a todos los demás bancos”, explica Victoriano Mirabete, responsable de banca en UGT. “Los bancos se han convertido en vendedores multiproducto, ahora ya no solo venden hipotecas sino que hay presiones para vender decenas de productos”, apunta. Nuria Lobo, responsable del sector financiero en CCOO, apunta que estos productos se venden siempre cumpliendo con las nuevas normas para la comercialización de vehículos de inversión —que no existían en la pasada crisis financiera— pero que eso no evita que las presiones para lograr objetivos sean muy elevadas. “Si no vendes, aumentan las presiones, así no se puede trabajar, porque además de comercializar productos hay otras tareas que tenemos que hacer”, explica Lobo.

Sobredemanda en los ERE

Esta situación ha tenido una derivada durante el pasado año. Los cinco grandes ERE que se presentaron (Santander, CaixaBank, BBVA, Unicaja y Sabadell) se acordaron sumando unas 15.800 bajas. Sin embargo, las informaciones que se han ido aportando por parte de los sindicatos de solicitudes superan con creces, llegando a superar las 24.000. S bien es cierto que son procedimientos con unas condiciones muy por encima de otros sectores, también los sindicatos hablan de un hastío en las plantillas. “Hace unos años el 95% de estas salidas eran de trabajadores que encadenaban con su jubilación, ahora más de un tercio en algunas entidades son salidas de empleados jóvenes, menores de 50 años”, apunta Mirabete.

“Llevo 25 años en banca”, explica Lobo, “y cuando yo entré era una profesión de prestigio, muchos estudiantes queríamos trabajar en el sector al terminar la carrera, ahora la gente quiere salir en los ERE, buscar otra alternativa laboral o preparar oposiciones”. M., la empleada que relata de primera mano las presiones en las oficinas, reconoce que “todos hicimos cuentas cuando se publicaron las condiciones del ERE en mi banco”. “Una compañera que trabajaba conmigo se apuntó y ahora vive muy contenta”, añade.

El problema se ha hecho más patente en un momento en el que la atención presencial al cliente en la banca se ha vuelto a poner sobre la mesa. La campaña de distintos colectivos de mayores y organizaciones de consumidores para mejorar el trato que se da a las personas de mayor edad y menos digitalizada. La propuesta ha sido asumida por el Banco de España y el Gobierno, quienes han presionado a las patronales para mejorar sus propuestas para solucionar el problema. Estas iniciativas se están enfocando en ampliar horarios de atención a estos colectivos o mejorar los sistemas de atención al cliente.

Sin embargo, las plantillas mantienen sus dudas sobre el camino hacia la digitalización que han emprendido los bancos. “El trabajo en las oficinas no ha menguado, de hecho ha aumentado con más clientes por cada sucursal y con menos trabajadores”, apunta Mirabete. “Por mucha digitalización que se publique, la carga de trabajo no ha disminuido, hay más concentración de trabajo en menos gente”, coincide Lobo. Aunque no es un problema consecuencia de los ERE del año pasado, ya que desde antes ya se advertía de la falta de personal en las oficinas.

Esto sitúa a los trabajadores entre dos presiones. Por un lado, la de sus superiores, urgiendo a cerrar ventas y contrataciones de productos a diario. Por otro lado, clientes que ven que la atención cada vez es peor y tienen un trato más difícil con su banco, teniendo que pedir citas previas o que esperar importantes colas en la puerta de su sucursal. M. relata que se reciben insultos “a diario”. Aunque más allá de estos momentos más tensos, reconoce que “comprende perfectamente a los clientes” que se enfadan con el trato que reciben. “Veo bien los problemas que tenemos y si yo no trabajara en este banco, no sería cliente de la entidad”, apunta.