El armario puede utilizarse como un refugio ante la discriminación, pero sale muy caro. En todos los contextos, también en el laboral. Una reciente encuesta de UGT, la segunda que lanza el sindicato para medir la discriminación que afrontan las personas LGTBI en el trabajo, señala que “un 40% de las personas LGB+ vuelven al armario en sus trabajos a pesar de que están fuera de él en su ámbito familiar y social”. La consecuencia es una pérdida de derechos laborales, como los 15 días por matrimonio o los permisos de cuidados y por enfermedad de las parejas, entre otros.
Es el caso de una maestra que se casó en secreto de cara a sus compañeros, aprovechando la ausencia de las vacaciones estivales, para que en el colegio donde trabaja no se enterasen de que su pareja es una mujer y que había pasado a ser su esposa.
El de tantas y tantas personas del colectivo LGTBI que renuncian a su derecho al permiso remunerado de 15 días tras contraer matrimonio, que reconoce el Estatuto de los Trabajadores, porque en sus oficinas o centros de trabajo no saben que son gays, lesbianas o bisexuales, entre otras orientaciones.
También el de las personas trans que visten uniformes que no son acordes a su verdadera identidad de género, o el de aquellas personas que directamente abandonan sus empleos para poder hacer la transición por “el miedo al posible perjuicio o rechazo” del entorno laboral.
O el de aquella otra trabajadora que no pudo acompañar a su pareja durante su enfermedad “porque no podía decir en el trabajo que era lesbiana, que estaba casada y que su mujer padecía cáncer”, destacaba este miércoles Toño Abad, responsable confederal de Acción LGTBI de UGT, en la presentación de los resultados de este segundo estudio elaborado por el sindicato y que refleja distintas situaciones de discriminación.
“El reconocimiento de la identidad de género es el reconocimiento de quién eres, es la entrada de otros muchos derechos”, ha destacado por su parte la ministra de Igualdad, Irene Montero. “El derecho a la no discriminación es un derecho tan del comer como el salario mínimo o la seguridad y salud en el centro de trabajo”, ha añadido.
El armario se traduce muchas veces en obstáculos para la socialización, al no poder compartir con los compañeros situaciones cotidianas como una cita, quiénes son sus parejas o sus intereses, pero también en problemas de salud. “Un 20% reconoce que la disociación entre la vida privada y la laboral le produce ansiedad y un 11% reconoce que esto le produce, a su vez, dolores musculares por la tensión acumulada”, recoge la encuesta.
Ocultarse ante la discriminación
Toño Abad ha destacado que muchas personas se mantienen en el armario, o incluso recurren a ocultarse en él específicamente en el ámbito laboral, debido a las situaciones de discriminación y los discursos de odio hacia el colectivo LGTBI. Un problema en auge y que se enfrenta ahora al peligro de “una derecha que galopa a lomos de la extrema derecha”, ha advertido el sindicalista. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha anunciado este miércoles que revertirá la ley trans de la región con su nueva mayoría absoluta.
La segunda encuesta de UGT, compuesta de 2.480 cuestionarios recibidos de los que 975 corresponden a personas del colectivo LGTBI, recoge que “3 de cada 10 personas LGB+ manifiestan haber sufrido agresiones verbales” en el ámbito laboral, “un 78% referidas a chistes y rumores sobre la orientación sexual y un 52% insultos”.
“El 84% reconoce haber presenciado alguna vez chistes y rumores sobre la orientación sexual y la identidad de género de personas LGTBI en su trabajo”, añade el estudio.
Tanto Abad como Irene Montero han destacado la necesidad de defender de los ataques al colectivo LGTBI, una situación que no se produce en muchas ocasiones, según la encuesta. Ante los casos de ataques verbales sufridos por las personas entrevistadas, “en el 75% de los casos había testigos y solo en un 40% de las situaciones alguien ha reaccionado en defensa de la persona agredida”.
“A la reacción se le frena no callando, plantando cara”, tanto con políticas y leyes como en la práctica de cada día en los centros de trabajo, ha subrayado la ministra Irene Montero.
Empeora el odio a personas trans
Las situaciones de discriminación siempre se agravan con las personas trans, con rechazos específicos, como la falta de acceso al empleo en las entrevistas de trabajo ante la evidencia de su transición, menos susceptible de ocultar en algunas ocasiones. La encuesta señala que “el 15%” de las personas trans afirmaron que habían sido rechazadas en procesos de selección directamente por esta circunstancia, y otro 42% lo percibieron de manera indirecta.
UGT ha advertido también del gran incremento de los ataques verbales a las personas trans respecto su anterior encuesta, de 2020, que vinculan con el clima de tensión y odio generado en el debate de la ley trans. “El porcentaje de personas trans y de género no binario que contestaban que no habían sufrido violencia verbal en la encuesta de 2020 se situaba en el 53,64%. En 2023, este porcentaje ha disminuido al 32,09%”, recoge el estudio.
El 72% de las personas LGB+ y el 75% de las personas trans entrevistadas señalan en el estudio que “el reciente debate sobre la aprobación de la ley trans ha afectado negativamente a la percepción que la sociedad tiene de las personas trans”.