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Cientos de chavales van en Madrid al evento de un chiringuito financiero que les promete vivir mejor que sus padres

Uno de los ponentes durante la charla en el parque

Analía Plaza

6 de julio de 2021 22:10 h

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—Mi nombre es Sergio y tengo 21 años. Yo en el instituto era más de dormir (risas). Iba a clase pero no entraba. Repetí primero, segundo, tercero. Hice un máster en repetir (risas). Con 17 me echaron y no llegué a sacarme el título de la ESO. ¿Quién de aquí tiene la ESO?

[Levantan la mano unas pocas personas]

—Hostia, somos unos cuantos sin la ESO. ¡Un aplauso por los que no la tienen!

[Vítores y aplausos]

Las dos horas de sermón acaban de empezar. El ambiente es de entusiasmo entre el público, jóvenes de entre 17 y 25 años que se reparten sentados entre el bordillo y la arena de la plaza. Los ponentes —hablan nueve— apelan a sus espectadores, que asienten y jalean cuando toca.

“Mis padres me decían: tienes que ir al instituto y tener una carrera para tener trabajo y seguridad. ¿Os suena? ¿A quien no le han contado lo mismo?”, pregunta el joven Sergio, ataviado con un gorrito de pescador. “Recuerdo ver llegar a casa a mi madre, camarera con 53 años y dos carreras, después de 12 horas de trabajo. Ponía las piernas en alto. Y mi madre tiene dos carreras, bro. ¿Yo qué hago? Busqué cómo generar dinero desde casa. ¿Quién no lo ha hecho? Que levante la mano quien no lo ha hecho. El que no la levanta es porque le huele el sobaco (risas)”.

Sergio es el segundo en hablar. Le presenta Felipe, un tinerfeño que dice llevar “ocho meses desarrollando este proyecto” y a quien Sergio ha “ayudado muchísimo”. “Es loco ver cómo una persona se pegó tres meses para que muchos chavales pudiéramos entender mejor esto, ¿eh? Es alguien que tiene muchísimo entendimiento sobre lo que estamos haciendo”.

Esto que estamos haciendo, todo esto, este proyecto que reúne a unos 150 chavales y chavalas una tarde de julio en el centro de Madrid, es una “plataforma educativa” que enseña a “monetizar internet”. El nombre de la plataforma no saldrá durante la reunión, pero según confirma uno de los asistentes más tarde vía WhatsaApp se trata de IM Mastery Academy, un chiringuito financiero con sede en Estados Unidos advertido por la CNMV desde hace años y al que ya han denunciado por estafa 450 familias españolas. elDiario.es se ha puesto en contacto con IM Academy, que salió a defenderse de una “campaña de difamación” tras hacerse pública la denuncia, sin haber recibido respuesta.

El nombre del movimiento cambia según el momento: en 2019, tal y como informó elDiario.es, se hacía llamar Awaken Dreamers. Ahora son Lizards (lagartijas). “La plataforma es internacional. En España somos 5.000 personas”, dice este asistente. Lo de esta vez, añade, no ha sido nada comparado con todos los que son.

Los jóvenes Lizards estuvieron el fin de semana en el hotel Elba Alcalá, más cerca del aeropuerto de Barajas que del centro de la ciudad. Lo sabemos por sus historias de Instagram, que muestran eufóricos encuentros del mismo tipo y aún más asistentes. El martes, varios convocaron a nuevos contactos a una cita frente al Palacio Real. “Si te interesa lo que hago y quieres conocer más, ven esta tarde. DM ME [envíame un mensaje privado]”, anunció uno en su Instagram. Lo que sigue es una crónica del encuentro.

A las 18.45 en el Café y Té

Antes de desplazarse a los jardines, los jóvenes se ven en el Café y Té de la Puerta del Sol. Aún no están todos: llegan poco a poco, muchos con maletas porque vienen de fuera y luego cogen el avión.

En una mesa hay un chico en una videollamada. Transmite, con aspavientos, que qué más da lo que digan las madres si el día de mañana puede llevar a casa un millón. Las videollamadas son la principal vía de entrada a IM Academy. Los jóvenes ponen en Instagram un enlace para abrir conversación en Whatsapp y ahí sugieren la videollamada. El joven de los aspavientos hablaba con un potencial nuevo miembro.

Las madres y padres son los grandes perdedores de la narrativa. Los adultos, en general. Trabajan muchas horas y no siempre llegan a fin de mes. Así lo expresó otro ponente más tarde. “Si os fijáis en cómo está España os asustáis. En España hay 18 millones de personas dadas de alta en la Seguridad Social. El 70% ganan menos de 1.500 euros al mes [el 67% de los trabajadores ganaban menos de dos sueldos mínimos en 2019, es decir, menos de 1.400 euros en 14 pagas, según datos del INE]. Yo no sé a vosotros pero a mí eso me rompió la cabeza. ¿Por qué? Pensé: no soy deportista, ni sé cantar, ni soy portada de Men's Health... Me dio una depresión. ¿Cómo no voy a dar la oportunidad de aprender otras habilidades? ¿Tiene sentido o no? Aquí os damos otra opción”.

En una conversación cogida al vuelo, mientras caminamos de Sol al Palacio Real, una joven repite la cantinela a un chico nuevo. Es latino y trabaja diez horas al día, pero tiene la tarde libre y se quiere informar. “Yo no entendía por qué de la Universidad nadie salía con trabajo. Ni por qué un influencer gana mucho más que mi madre. El 90% del capital está en internet. Conocí esto a través de una videollamada con uno de Cuenca y ahora vivo casi del proyecto. Y hay muchos chavales que así pueden ayudar a su familia”, dice.

La chica, que no había leído un libro en su vida según su relato, recomienda Padre rico, padre pobre, un libro de finanzas que enseña a los padres “por qué no confiar en el sistema escolar para la enseñanza de sus hijos acerca del dinero”.

Empieza la charla

Hacia las 19.30 empiezan las charlas. La idea es explicar a los nuevos “el proyecto”. Antes, una pareja comenta con otro chico que son de un pequeño pueblo catalán donde “nadie lo entiende”. Saben que reciben críticas, que ya no se juntan con sus amigos de siempre, pero les da igual. “Si no estuviera aquí, ¿qué haría, fumar porros en el parque?”, dice él.

Acudir a estos eventos, invertir tiempo en “conocimiento”, es mejor que estar de fiesta. Es más: el argumento es que comparado con la fiesta, las cuotas son baratas. El primer mes son 200 euros y las mensualidades, 150. Si captas a más gente el siguiente mes te sale gratis.

“¡Un fin de semana de fiesta te gastas 200 pavos, bro!”, dice el joven Sergio. “Imagina que todos estos chavales hemos venido a estafaros 200 pavos y luego nos vamos de fiesta. Pensé: ¿qué es lo peor que me puede pasar si esto es mentira? ¡Perder 200 euros, bro! Tengo casa, tengo comida, tengo ducha caliente. ¿Qué puedo perder? Imagina que esto es verdad. ¿Qué puedo ganar? Me merecía la pena arriesgarlos. Fíjate si la plataforma es buena que no gasta dinero en marketing. Te da la opción de compartirlo si te está molando. Es como Netflix. Si compartes Netflix a cuatro personas, el siguiente mes es gratis. Esto se llama network marketing. Después de dos años he entendido lo bonito que es. Quiero decirte que te informes bien sobre esta industria, porque todos los chavales del equipo estamos agradecidos. Chavales, que levante la mano quien no esté agradecido... ¡VAMOSSS!”

Las fórmulas para ganar dinero en “la plataforma” son dos. Su funcionamiento está documentado en este artículo de elDiario.es y en una serie que hizo el youtuber Tamayo, de los que nació la denuncia colectiva. Está la parte de trading de forex, de aprender a especular con el precio de las divisas, y la parte de network marketing, o captación de nuevos miembros. En este evento se habló más de network marketing que de inversión, una dinámica habitual según explicaron miembros consultados por Tamayo.

“La plataforma no está tanto orientada a la formación como a convencer a otros de que inviertan”, explica Carlos Bardavío, el abogado que lidera la denuncia. “Esta empresa tiene prohibido el asesoramiento financiero. La cuota está limitada a la enseñanza, que no está prohibida. Hay muchos chavales pagando cuotas y de esos unos pocos invierten. No mucho, porque no tienen dinero. Vimos algo interesante: en la inversión, los de arriba recomiendan a los de abajo operaciones con las que ganarán dinero. Y si tú recomiendas esas operaciones también, porque te llevas comisión. Las operaciones no son tan buenas, son más bien aleatorias, pero las víctimas son instrumentos para que otras víctimas piquen”.

Bardavío recogió cientos de testimonios y los presentó a la policía judicial para su investigación. “Se denuncian delitos de publicidad engañosa, de estafa, contra el derecho de los trabajadores —un delito en el que alguien está siendo engañado y trabajando sin saberlo—, delitos contra la Hacienda pública, contra la seguridad social, un posible delito de organización criminal y otro de coacción psicológica, que es por lo que se desató el caso y lo que comentaban los padres”.

La élite

Tras varias charlas sale la “élite”. Aunque entre los asistentes hay muchas chicas, todos los que hablan son chicos. La élite son Adrián, Pedro, Ramón, Pedro, Julián, Poly Merucci. Sus historias son iguales: chavales de barrio que trabajaron en hostelería pero que no veían eso de trabajar toda la vida esperando que fuera el viernes y sin saber si tendrán pensión.

—No disfrutaba. Tenía tres trabajos y no tenía vida. Estuve cuatro meses pasando por desinformación. Pero vi a mi colega avanzar y tras un año vivo de ello. Un chico que viene de campo, que las gráficas me parecían una aceituna y ahora viviendo de esto...

[Aplausos]

—Yo hice un ciclo y tenía un trabajo, pero no me veía reflejado. No entendía cómo chavales como yo, Ibai o Rubius, que no son más listos ni más guapos, ganaban tanto. La diferencia es que están en un sitio donde está el 90% del capital. Yo no me veo bailando en TikTok ni siendo influencer, pero quiero aprovecharme de esto y me mola la idea de aprender.

[Aplausos]

—Yo no confiaba. Me lo contó una amiga con la que haría de todo menos negocios (risas), ya me entendéis. Pensé: ¿qué me va a proponer, montar una discoteca? Es muy fácil que te digan que es una estafa. Siempre hay gente desinformando. Tienes dos opciones: escuchar a alguien con experiencia o a la típica persona que desinforma. Cualquier cosa que quieras hacer, pruébala. El tiempo te dará respuestas. A mí el tiempo me respondió que esto merecía la pena.

La realidad

Luis Payol es padre de uno de los jóvenes que viajaron a Madrid. Su hijo lleva un año metido en “el proyecto” y ha dejado los estudios.

“Ahora mismo lo tenemos descontrolado”, dice. “Empezó antes de terminar bachillerato. Me dijo el nombre de la empresa, busqué y le dije: este es el típico negocio piramidal. Acabó y se metió a un grado superior de Deporte, pero ya lo tenían medio adoctrinado. Empezó a faltar a clase y lo ha dejado. Dice que no necesita trabajar y que va a hacerse millonario. Estamos muy decepcionados y preocupados. No era un estudiante brillante, pero no era un desastre. Ahora no confía en nosotros. Y lo peor es que no tiene una previsión de que si en seis meses no le funciona lo deja”.

Como repiten los miembros de la “élite”, entrar en la plataforma no es sinónimo de dinero rápido. “Después de tres años, Iván Ibáñez [miembro] genera tres veces por encima de la media. La educación funciona pero depende de ti. Es como el gimnasio. Si en esta industria quieres resultados por encima de la media, date tiempo. ¡Cinco años! (...) Si tú has venido aquí esperando ser rico, no vas a encontrarlo. Lo que encontrarás es 'Empieza, aprende y en tres o cuatro años podrás vivir de internet”.

Que la expectativa sea tan a largo plazo desespera a Payol. “Cuando sacas el tema del dinero se pone una coraza. No debe ganar casi nada. Dice que ahora no, pero que le terminará comprando una casa a su madre”, cuenta. Los padres no le dan dinero y él no tiene tarjeta de crédito, así que sospechan que paga los viajes con lo que ganó revendiendo la PlayStation y un patinete eléctrico. Intentan convencerle de que, al menos, compatibilice con los estudios. Y cuando le preguntan por qué intenta convencer a más gente si tanto se gana ahí, responde que “hay que compartirlo, como Netflix”.

El abogado Bardavío explica que la media de enganche son seis meses. “La gente se suele desapuntar porque no ve resultados y el material es reiterativo”, dice, además de porque se quedan sin dinero para pagar. Los viajes —que hacen a menudo y en grupo por todo el país, incluso cuando estaba limitada la movilidad— los pagan con ahorros o con los 200 euros que les pidan a sus padres.

“Digamos que prefieren invertirlo en esto que en borracheras. La dinámica de la juventud está cambiando. Es como el tema del juego, que está a la orden del día y es donde meten sus míseros 20 o 40 euros”, concluye. “Hay muchos dramas familiares porque se da un cambio radical en la personalidad de los chavales. Gente que era más o menos normal le dice a sus padres que son unos desgraciados y ellos les van a ganar. Por eso los padres se alarmaron”.

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