La cadena francesa Pimkie dio su gran salto en España en 2001. Ese año alquiló dos megalocales, de más de 500 metros cuadrados, en el centro de Madrid y Barcelona. Entonces, cadenas low cost como Primark o Pepco ni se asomaban por el horizonte e Inditex estaba encarando su salida a bolsa.
Ahora, dos décadas y dos crisis económicas después, Pimkie echa el cierre a las ya escasas tiendas que le quedaban en España, después de intentar una reestructuración que no ha dado los frutos esperados. Se suma así al camino que ya recorrieron otras enseñas, como ocurrió con Blanco o Caramelo, que en unos meses pasaron de estar en los ejes comerciales de las grandes ciudades a bajar el cierre para siempre.
El caso de Pimkie es relevante por dos motivos. El primero, porque abrió el paso a otras cadenas de moda barata, como la citada Primark. El segundo, por quién estuvo detrás de la enseña, la millonaria familia francesa Mulliez.
Una de las grandes fortunas francesas
Los Mulliez son una de las grandes fortunas de Francia y han llegado a ocupar los primeros puestos en las listas de millonarios. Actualmente, la cabeza visible de la familia, Gerard Mulliez, atesoraría cerca de 20.000 millones de euros, según la prensa francesa.
A través de su brazo inversor, un holding denominado Association familiale Mulliez (AFM), esta familia está detrás de grandes cadenas de distribución como Auchan (Alcampo), Leroy Merlin, Decathlon, Norauto, Kiabi y, hasta hace unos meses, Pimkie. Según esta información publicada por el diario francés Le Monde, bajo el paraguas de los Mulliez hay cerca de 130 marcas comerciales, 700.000 empleados y una facturación acumulada que ronda los 100.000 millones de euros anuales.
La familia Mulliez suele ser discreta en sus comunicaciones públicas, pero la invasión de Ucrania por Rusia les hizo ocupar titulares. Uno de los motivos, que sus compañías estuvieron entre las más rezagadas a la hora de abandonar sus operaciones en el mercado presidido por Vladimir Putin.
Otro, que Ucrania acusó a sus cadenas Auchan y Leroy Merlin de abastecer a las tropas rusas durante la invasión, algo que las compañías negaron y que llegó a las instituciones europeas en forma de pregunta a la Comisión por parte del diputado conservador polaco Kosma ZÅotowski. En su respuesta, la Comisión instó “a los operadores de la UE que aún estén considerando establecer relaciones comerciales con entidades rusas que lleven a cabo la diligencia debida, ejerzan vigilancia sobre cualquier posible vínculo entre sus homólogos y las Fuerzas Armadas y cumplan las sanciones de la UE”.
Problemas agudizados por la pandemia
Los Mulliez fundaron Pimkie hace medio siglo en la localidad de Villeneuve-d'Ascq y, durante años, colocaron España y Alemania como sus otros dos principales mercados junto a Francia. Pimkie abrió establecimientos en las principales calles comerciales -como Preciados en Madrid- y en centros comerciales.
La enseña sobrevivió a la crisis financiera pero no a la del Covid. Muestra de su evolución en la evolución de sus resultados. En 2008, su cifra de negocio en España superó los 97 millones de euros, según las cuentas de la sociedad Dimodes, el nombre de la filial, que figuran en el Registro Mercantil. Entonces ganaba más de 2,7 millones de euros. En 2021, en cambio, su actividad comercial vio reducir sus ingresos hasta los 22,5 millones y el resultado evidenciaba unos números rojos por valor de más de 5,4 millones de euros, según indica la última memoria disponible.
En esas cuentas, la empresa ya reconocía los problemas económicos derivados de la falta de actividad comercial por la pandemia lo que le llevaba al “cierre de las tiendas menos rentables” durante 2022 y a un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Esa decisión conllevó bajar la persiana a 16 establecimientos y realizar más de 50 despidos. Tras ese paso, solo le quedaba una decena de locales y cerca de 290 empleados.
En ese momento, Pimkie ya había cambiado de manos. Los Mulliez vendieron en 2022 la compañía a un consorcio de empresas encabezado por el fabricante de vaqueros Lee Cooper. Entonces, los nuevos dueños le veían futuro a la empresa. Consideraban, según las citadas cuentas anuales, que la situación de la empresa era “coyuntural” y que “las medidas tomadas y las que se tomarán harán que la sociedad vuelva a tener flujos de caja positivos”, indican las citadas cuentas.
“El problema de Pimkie ha sido la pandemia, porque no lograron recuperarse como sí han hecho otras cadenas, pero sobre todo la realidad de su segmento”, indican fuentes del sector textil que prefieren ser anónimas. “Cuando a Pimkie le iba bien no tenía tanta competencia, pero tampoco lograron convertirse en la gran referencia que hoy es Primark”, añade. “Hoy hay muchos más competidores que se posicionan en ese segmento de ropa a precios muy competitivos”.
Esa búsqueda de una tabla de salvación no llegó. En mayo de este año, la filial española se vio abocada a una administración concursal y, a finales de octubre, a su disolución, a pesar de que sus administradores trataron de vender en subasta, sin éxito, sus activos, incluida la opción de gestionar las tiendas.
“Pimkie ha cerrado sus tiendas en España”, aseguraba hace unos días, en Linkedin, Sokoa Lasa, Business Development Manager de Pangea Retail, la firma de consultoría que habría asesorado a Pimkie en su proceso de cierre. Firma que no ha contestado a la solicitud de información enviada por elDiario.es.
“Los procesos de cierre nunca se hacen bien, es imposible; pero hemos tratado de hacerlo lo mejor posible. [...] Cerrar bien es tan decisivo como abrir bien. Vaya por delante que el sufrimiento que suelen acarrear estas situaciones es una de las razones principales. [...] Saber cerrar, cuándo cerrar, que tiendas reformar, cuando las oportunidades son escasas es todo un arte o, mejor dicho, una ciencia que duele aprender. ¡Hasta siempre o quién sabe hasta otro momento, Pimkie!, cierra Lasa su mensaje en LinkedIn.