Las cinco recetas globales del Banco Mundial para hacer frente a la estanflación
El Banco Mundial advierte de que la economía global vuelve a estar en peligro: “Enfrenta alta inflación y bajo crecimiento al mismo tiempo” (la estanflación). Y lamenta que, “incluso si se evita una recesión global, el sufrimiento de la estanflación puede durar varios años, con consecuencias potencialmente desestabilizadoras para las economías de PIB bajo y medio, a menos que se consiga un importante aumento de la oferta”.
La institución, de la que forman parte 189 países y cuyos principales mandatos son “acabar con la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida”, explica que “para 2022 está prevista una desaceleración del crecimiento económico global, en un contexto de guerra en Ucrania, subidas de precios e incremento de los tipos de interés”.
Este frenazo ya es evidente en la eurozona, sobre todo en Alemania, el país más dependiente de la energía rusa y que más había adelantado la recuperación del COVID, y también en España, aunque se muestra como la economía entre las grandes de la UE menos frágil por estar en el momento más intenso de la reconstrucción y disfruta de la primera temporada turística completa desde 2019.
Priorizando a los más vulnerables, el Banco Mundial recuerda que “la COVID ya provocó un importante retroceso en materia de crecimiento y reducción de la pobreza en las economías en desarrollo, muchas de las cuales ahora enfrentan desafíos más graves como consecuencia de la guerra en Ucrania”.
Sin recuperar la actividad prepandemia
“En alrededor del 40% de las economías en desarrollo, el PIB per cápita en 2023 seguirá por debajo de los niveles anteriores a la COVID”, continúa la institución. Lo mismo le ocurriría a España, que ha visto alejarse el objetivo de recuperar el PIB pre COVID hasta 2024, pese a liderar este año y el próximo las expectativas de crecimiento entre las grandes economías de la eurozona.
“A muchos países les será difícil evitar una recesión. Con una oferta de gas natural restringida (que afecta en particular la producción de fertilizantes y de electricidad en los países pobres), para recuperar un crecimiento no inflacionario será esencial anunciar importantes aumentos de la producción mundial”, prosigue el Banco Mundial. Además, avisa del peligro de sobreendeudamiento en un proceso de endurecimiento de las condiciones de financiación.
“Para reducir el riesgo de estanflación se necesitarán medidas bien orientadas de las autoridades en todo el mundo, que en una era extraordinaria de crisis globales superpuestas, deberán concentrar sus esfuerzos en cinco áreas clave”. Y enumera.
1) Limitar el sufrimiento en Ucrania
La comunidad internacional debería “limitar el sufrimiento de las personas afectadas por la guerra en Ucrania”, incide el Banco Mundial. Ayuda alimentaria, médica y financiera de emergencia a las áreas en guerra y compartir los gastos de proveer vivienda, apoyo y, tal vez, reubicación a refugiados y desplazados internos conformarían este plan.
La UE ha asumido esta parte. Con medidas de acogida de refugiados, como la Directiva de protección temporal, cuyo objetivo es aliviar la presión sobre los sistemas nacionales de asilo y permitir que las personas desplazadas disfruten de derechos armonizados: residencia, acceso al mercado laboral y a la vivienda, atención médica, asistencia social, acceso de los menores a la educación.
Respecto a la ayuda humanitaria, existe un paquete de hasta 1.000 millones, y otro de financiación por hasta 20.000 millones para los socios que están acogiendo refugiados. Junto con la liberalización temporal del comercio y otras concesiones comerciales con respecto a determinados productos ucranianos, y líneas de préstamos por alrededor de 17.000 millones.
2) Aumentar la oferta de petróleo o gas
“Las autoridades deben contrarrestar el incremento de precios del petróleo y de los alimentos. Es esencial reforzar la oferta de productos alimentarios y energéticos clave. Los mercados actúan por anticipado, de modo que incluso el mero anuncio de una oferta futura ayudará a reducir los precios y las expectativas inflacionarias”, observa la institución.
Esta petición tiene en Oriente Medio sus principales destinarios, entre los principales productores de crudo y gas, que no han cambiado su planes a pesar de la guerra.
Con la excepción de la última decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y de otros estados como la propia Rusia de aumentar la producción de crudo en 100.000 barriles diarios desde septiembre, tras lo que, en los últimos días, los futuros que cotizan sobre el barril de Brent, el crudo de referencia en Europa, ha caído hasta mínimos de antes del inicio de la invasión rusa de Ucrania a finales de febrero, por debajo de los 100 dólares.
Por el contrario, los expertos apuntan al riesgo de recesión y, por tanto, a menor actividad y consumo en próximos meses como la razón principal por la que ha descendido el precio del petróleo en los mercados financieros. No ha ocurrido lo mismo con el gas por la amenaza de cortes desde Rusia hacia la UE.
3) Alivio de la deuda
El Banco Mundial también habla de “la necesidad urgente de ampliar las iniciativas de alivio de deuda”. Aunque esta recomendación contrasta con el ciclo de subida de los tipos de interés en el que están inmersos los bancos centrales de las principales potencias, con la intención de dejar de alimentar la inflación con préstamos baratos.
El BCE realizó el primer incremento de los tipos de interés en julio, de 0,5 puntos. Y el 8 de septiembre podría anunciar otro aumento en la misma medida, dejando la principal referencia para el crédito en la eurozona en el 1%, tras años en el 0%.
4) Más vacunas
Otro consejo es redoblar “los esfuerzos para contener la COVID”, ampliando “las campañas de inmunización en los países de PIB bajo, incluida la vacunación”.
“Tiene que ser prioridad mundial”, afirma. La meta es que la actividad y el comercio mundiales no sufran parones a causa de restricciones que tengan que ver con rebrotes de la pandemia, que en los últimos meses se han materializado, coincidiendo con la explosión de demanda contenida, en los problemas internacionales de suministro conocidos como cuellos de botella, especialmente cruciales para la industria o la construcción.
En la lectura de julio, el índice que mide la presión sobre las cadenas de suministro globales de la Fed de Nueva York cayó a mínimos de enero de 2021, tras alcanzar máximos históricos en 2022.
5) Transición ecológica
Por último, incide en que “hay que acelerar la transición al uso de fuentes de energía descarbonizadas” y “reducir la dependencia de los combustibles fósiles”, lo que “demandará invertir más en las redes de distribución de electricidad, en fuentes de energía menos contaminantes y en una mayor eficiencia energética”.
En la UE, una de las regiones más avanzadas en este aspecto, y en España no todas las medidas que se han diseñado como respuesta al impacto de la guerra han ido en esta dirección. “Las medidas destinadas a paliar los efectos de la guerra han de diseñarse con cuidado para limitar su coste y asegurar que contribuyen a incentivar los ajustes necesarios en vez de a dificultarlos”, comenta Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea, en un documento publicado en julio.
“Las ayudas deberían ser selectivas para no desperdiciar recursos escasos en los que no los necesitan y habrían de dirigirse preferentemente al mantenimiento de las rentas reales de los afectados, en vez de a mitigar la subida de los precios energéticos mediante subvenciones directas a los combustibles o bajadas de los impuestos que los gravan. Se trata de ayudar a los más afectados, pero sin reducir sus incentivos para adaptarse al shock energético”, explica el economista.
“Habría que eliminar la bonificación general al precio de los carburantes y las rebajas de los impuestos sobre la electricidad, al menos en el caso del IVA, porque estas medidas tienden a estimular la demanda de energía y a ralentizar el ajuste de empresas y familias ante la nueva situación”, considera, y añade que “los recursos ahorrados por esta vía deberían redirigirse hacia medidas de apoyo a rentas, especialmente las bajas y medias y las de productores especialmente afectados por el alza de los precios”.
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