El sector del acero español ha sido uno de los primeros en pulsar el botón rojo de emergencia. La crisis en el gigante asiático, con su bajón en el consumo, ya afecta a la industria española y el estado de alarma comienza a extenderse por las empresas con intereses en el país. Unesid (Unión de Empresas Siderúrgicas) ha comenzado una campaña de presión para denunciar la política llevada a cabo por China con sus productos, especialmente en el mercado del acero, donde la sobreproducción está inundidado los mercados occidentales. Este exceso de oferta es consecuencia de la gran inversión que hicieron en su día y que hace que su industria exporte estos componentes a precios considerablemente más bajos que el mercado. La patronal, a través de su director general Andrés Barceló, exige a la Unión Europea medidas inmediatas que establezcan una competencia leal con China.
Durante los años de gran crecimiento del país asiático, este se convirtió en un gran dinamizador de la economía tanto a la hora de consumir como a la de producir, siendo un actor de vital importancia en ambos sentidos. Ahora, inmersos en un proceso de cambio estructural en su modelo de crecimiento por uno más “sostenible”, basado en el consumo interno y menos en exportaciones e inversiones exteriores, han provocado la alarma en el exterior que puede suponer este cambio de postura en la segunda mayor economía del mundo.
Como datos que corroboran esta nueva tendencia, las importaciones totales de China cayeron un 13,8 % en agosto en tasa interanual, mucho más que las previsiones de los analistas, mientras que las exportaciones tuvieron un desempeño levemente mejor que lo esperado, cediendo un 5,5% en comparación con el mismo mes de 2014.
Para Jaume Giné, profesor de derecho en ESADE, “China esta propiciando con sus políticas un proceso que modifica el modelo de desarrollo a través de fuertes inversiones por otro que prioriza el consumo interno y el sector servicios para ser mucho más competitivos, apostando por campos como la innovación o la economía verde”. Según el profesor, este proceso no tiene solo consecuencias económicas sino también políticas, al estar en juego “la legitimidad del Partido Comunista”. Considera además que no hay que alarmarse al estar previsto que China crezca “un 6,5% anual en los próximos 5 años, una cifra que sigue siendo muy alta” y que “ya le gustaría tener a Europa”. Para alcanzar este crecimiento, Giné advierte que el país asiático debe cambiar su mentalidad al ser “una sociedad que tiende a ahorrar y no a consumir. Pero ya están haciendo otros cambios como la modificación del modelo de hijo único, buscando evitar el envejecimiento de la población que están sufriendo”.
La solución aplicada por el Partido Comunista a la desaceleración de China hace que otros países puedan verse seriamente afectados. Y es que hasta ahora el país asiático consume el 60% del carbón, el 56% de hierro, el 54% de aluminio, el 49% de cobre, el 47% de acero y el 30% del maíz que se produce en todo el mundo. Cifras que de bajar sacudirían duramente varias economías al tener que competir con más fiereza para colocar sus productos.
Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del IE Business School, confirma esta tendencia asegurando que “es cierto que la nueva política china puede afectar a las exportaciones de algunas de las empresas, porque si China ya no crece como antes, venderán menos”. Asimismo, observa que el gigante asiático “está tirando los precios para dar salida de sus producciones. Y claro, hay empresas que fabrican lo mismo, por lo que tienen dificultad para vender los productos”.
El propio Ministro de Economía, Luis de Guindos, se pronunció sobre el proceso de transición chino en Bloomberg afirmando que “en una economía mundial, cuando acometes una transformación tan importante como la que está haciendo China, esta tiene un impacto global. A corto plazo los mercados sobrerreaccionan, pero creo que a medio esto será positivo para el mercado y el crecimiento mundial”.
Durante los últimos 35 años China ha estado creciendo a un ritmo extraordinario, con una media anual de un 10% en este periodo. Este crecimiento ha tenido su impacto en todo el mundo ya que China, por ejemplo como socio comercial español, representa por su demanda de productos un 0,5% de nuestro PIB, según un estudio del Banco de España. En otros lugares exportadores de materias primas es incluso más importante como en Brasil, Rusia, Arabia Saudí, Chile, Australia y Sudáfrica, donde según el mismo estudio el impacto será de entre un 1,6% y un 6,4% del PIB.
El economista e investigador de la Universidad de Essex, Javier Santacruz, advierte que “hay diversas vías de influencia sobre España que no son despreciables, como su efecto a través de Alemania, nuestro segundo socio comercial en términos de exportaciones de componentes de automóvil y productos refinados de petróleo”. Según Santacruz, “se espera un parón en la demanda de estos componentes al ser piezas que se ensamblan en Alemania y que se procesan en China”.
En palabras de Jaume Giné, el nuevo modelo busca que “las empresas chinas no solo controlen el mercado interior sino que potencien su internacionalización. Y esto lo notamos en España porque también han puesto el ojo aquí como en sectores como el logístico o turístico, además de que lo notaremos indirectamente a través de los países emergentes latinoamericanos, donde si tenemos mucha presencia”.